Berruguete de visita
Exposición: “La obra invitada”: Alonso Berruguete.
Lugar: Museo de Bellas
Artes de Bilbao.
Fecha: Del
16 de enero al 31 de marzo de 2006.
Por Alberto López Echevarrieta
Desde hace trece años, el Museo de Bellas Artes de Bilbao mantiene su programa “La obra
invitada” que pretende acercar al público obras singulares de otros museos y colecciones.
En esta ocasión son dos fragmentos del famoso retablo que realizó el escultor castellano Alonso
Berruguete (Paredes de Nava, 1488-Toledo, 1561) para el Monasterio de San Benito el Real, de
Valladolid. Conocidos como “San Mauro salva a San Plácido” y “San
Benito y el milagro del agua”, las dos obras formaron parte de un conjunto monumental
del que sólo se conservan algunas partes. En ambas, la habilidad técnica de su creador
es capaz de otorgar a los personajes una corporeidad y un movimiento que contribuyen a crear
una obra de extraordinaria intensidad expresiva.
“Aquel retablo –dice Jesús Urrea, director del Museo Nacional de
Escultura de Valladolid- pudo tener cincuenta o sesenta cuerpos como estos, lo que da una idea
de su amplitud. Artísticamente hablando estamos ante una de las obras más importantes
de la escultura española de todos los tiempos”.
El retablo fue encargado por el abad del monasterio benedictino a Alonso Berruguete con
la indicación de que tenía que reflejar algunos episodios de la vida del fundador
de la orden. El artista empezó con la obra en 1526 tras haber estado en Italia estudiando
la obra de Donatello, Miguel Ángel y Leonardo. No es de extrañar,
por tanto, que en su trabajo se aprecie la influencia renacentista de aquel país.
El encargo quedó cumplido en 1533, pero no sorprendió el gran número de figuras
que lo formaba, sino sus personalismos anticlásicos. A Berruguete le llovieron críticas
por parte de los monjes que no comprendieron la postura complaciente de San Sebastián –la
más célebre de las esculturas- atado al árbol mientras le asaeteaban. El escultor
tuvo que llevar a cabo unas mínimas correcciones para que el trabajo le fuera admitido.
“La policromía que aportaron los colaboradores de Berruguete –señala Urrea- posee
una gran modernidad y se anticipa a los tiempos en formas y modelos. No es difícil
comprender, por tanto, que el retablo, recién acabado, llamara la atención”.
El retablo original fue desmontado. Se sabe que constituía una gran fachada arquitectónica
con gráciles columnas abalaustradas hábilmente dispuestas por todo el conjunto que
aportaban una nota de contraste; dorado con fastuosidad, formaba un interesante fondo poblado de
esculturas, relieves y pinturas en las que predomina la gama fría.
«
|