KEITH HARING, Arte urbano junto al Pop
Fundación Canal. Madrid.
Desde el 11 de octubre de 2005 al 8 de enero de 2006 .
Por Julia Sáez-Angulo
La exposición en Madrid exhibe la serie de dibujos a tinta "Blueprint Dawings", que en 1990,
poco antes de su muerte publicó en forma de serigrafías. Además incluye las
series de grabados "Stones" y "White Icons"; la serie de Cooperación con Andy Wharhol y las
serigrafías que ilustran "Apocalypse" de William Burroughs. Los dibujos "Pop Shop", motivos,
que el artista diseñó para los productos que se vendían en las tiendas de Nueva
York y Tokio. Representan igualmente una parte importante de su producción impresa. La exposición
ha sido patrocinada por Caja Duero y su comisario es Klaus Littmann. (Fundación Canal; Mateo
Inurria 2; 28036 Madrid).
Keith Haring (Reading. Pensilvania. Estados Unidos, 1958) llevó una vida intensa, de éxito
y reconocimiento rápido, pero el sida acabó con él a los 31 años. De él
quedó reflejada su enorme habilidad para dibujar su mundo particular de iconos en el que
acogía la cultura de masas con los temas de la violencia, el dinero, el sexo, el racismo
o la religión. El icono del bebé a gatas acabó siendo su firma, su imagen de
identidad, con él corría, saltaba, copulaba, lloraba...
En Nueva York, Haring encontró una comunidad de artistas alternativos que dinamizaron su formación
en la Escuela de Artes Visuales. Su actividad fuera del circuito de galerías, en el metro,
calles, muros, clubs y antiguas discotecas les daban cancha para expresarse. Las galerías
acabaron fagocitando a los mejores. Haring admiraba el trabajo de Dubuffet y de Pierre Alechinsky,
del que tomó sus orlas para hacerlas personajes. La línea era primordial para él;
con ella dibujaba sin cesar sus iconos cerrados y vacíos.
Haring disfrutaba la idea y la fusión de arte y vida como Andy Warhol. Vivir intensamente.
En la década de los 80 llegó su consagración internacional y una sucesión
de exposiciones de su obra. En 1986 abrió la tienda Pop Shop en el barrio del Soho de Nueva
York, donde vendía camisetas, carteles, pins e imanes que llevaban sus iconos reconocidos
ya en todo el mundo, que hoy siguen teniendo todavía mercado.
Dibujo de apariencia infantil, pero expresión artística grande. Lástima que su
enfermedad no le permitió prolongar sus reflexiones vitales. Su lenguaje era pop, desenvuelto
y con cierto punto de cómic infantil, pero acabó teniendo una gracia una intensidad
artística grande hasta situarse en la cima del arte urbano de los 80.
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