Entrevista: Dayna Kurtz, postales de una vida en la carretera
Por Xavier Valiño
“Sé cómo encajar toda clase de ofertas despiadadas...”
(“Postcards
From Downtown”)
¿Cómo es posible? Algunos dirían que Postcards From Downtown fue su primer álbum,
aunque, si se indaga un poco más, podríamos discutirlo. Hay seguidores que guardan
celosamente alguna grabación en directo; otras se pueden encontrar en páginas de
subastas de Internet. Parece ser que existen, también, diversas casetes de sesiones registradas
con distintos músicos y productores como Bob Power (D'Angelo, Me'shell N'degeOcello, Erykah
Badu) o Craig Street (Cassandra Wilson, Joe Henry, k d Lang). Además, en la propia web de
la cantante hay a la venta una grabación de un recital titulado Otherwise Luscious Life.
Todo esto quiere decir que Dayna Kurtz no es una recién llegada. Es más, lleva más
de quince años dando conciertos y siguiendo la estela de los músicos de antes de que apareciera
el registro sonoro: dar a conocer sus canciones en directo exponiéndolas al contacto con el público.
La edición de discos ha sido, hasta ahora, secundario, ni tan siquiera una meta.
Esta mujer, que se define a sí misma como un ‘animal de carretera’ pasó la última
década del siglo XX conociendo las pequeñas salas de conciertos de su país y sus
ciudades, recorriéndolo en coches de segunda mano y enfrentándose a audiencias ruidosas
que no sabían quién era, pero a las que conseguía acallar desde la primera canción.
Ha hecho giras sola y también abriendo para otros artistas como Chris Whitley, Richie Havens,
B.B. King o Ladysmith Black Mambazo.
Ya en 1997, sus compañeros, alertados por lo que se avecinaba, la eligieron mejor compositora
del año, y la compañía Bug Music (Johnny Cash, Ryan Adams, Buddy Guy, Los
Lobos, Wilco) se hizo con los derechos de edición de sus canciones, aunque ella prefirió seguir
con sus recitales o retirada en el molino de seda en el que vivía y encontraba inspiración,
al norte del Estado de New Jersey.
Si representa tan bien la música del último siglo, es porque su voz tiene el calor y el
compás de las viejas divas del jazz, como Billie Holiday, Betty Carter o Nina Simone, del blues,
como Bessie Smith, o del soul, como Aretha Franklin. A ello se le debe añadir el efecto dramático
que sólo Tom Waits o Marianne Faithfull poseen, la belleza de los textos de Suzanne Vega, el ingenio
poético de Leonard Cohen, la intensidad de Jeff Buckley y Van Morrison, ecos de Patti Smith, Laura
Nyro, Joni Mitchell...
En Postcards From Downtown, el álbum que la presentaba en sociedad, desplegaba todo su
arsenal. Desde el estribillo lleno de rabia de “Miss Liberty” al emocionante blues de “Last
Good Taste”, del contagioso vals “Fred Astaire” a la balada country “Just Like
Jack”, Dayna Kurtz utilizaba un amplio registro vocal y una efectiva guitarra para mostrarse en
todo su esplendor.
Hasta ese momento, Dayna Kurtz podía haber sido el secreto mejor guardado de la música
americana, pero con Postcards From Downtown el secreto se revelaba en toda su magnitud a todo
aquel que quisiera descubrirlo. Lo que situaba a Postcards From Downtown en una liga diferente
era que, como las mejores novelas negras americanas, podía olerse, saborearse y sentirse.
Estaba impregnado de peligro, sexo voraz y personajes desquiciados que protagonizaban cada una de sus
postales dando vida a un paisaje de confusión doloroso. La tensión que se apoderaba de
la atmósfera desde que sonaba el violonchelo de la canción que lo abría, “Fred
Astaire”, nunca decaía. Los protagonistas de sus canciones se mostraban desesperados, buscando
alguien o algo a lo que agarrarse, aunque la mayor parte del tiempo sólo conseguían asirse
al fino aire. Algunas veces incluso acababan ahogándose con sus botas puestas, como en “Somebody
Leave A Light On.”
Por suerte, una vez descubierta, ya no había vuelta atrás. En el DVD que se editó a
continuación, titulado Postcards From Ámsterdam, se recogía íntegra
la actuación que el 5 de junio de 2003 había protagonizado en la Sala Paradiso de Ámsterdam.
En el recital, grabado por técnicos holandeses -conviene recordar que, hasta el momento, ése
es el país en el que mejor respuesta encuentra-, se acompañaba de sus habituales, por aquel
entonces, Dave Richards al bajo y Randy Crafton a la batería, junto al músico holandés
Roel Spanjers tocando teclado y acordeón.
En su segundo disco oficial, Beautiful Yesterday, del 2004, Dayna Kurtz acudía tanto a
las canciones compuestas por ella, emocionantes de nuevo, como a las versiones de gente tan distinta
como Leonard Cohen, Prince o Billie Holiday. En todas, tanto las que mejor salían paradas del
envite como aquellas que le quedaban más lejanas, sorprendía, y eso es algo de lo que pocos
artistas pueden presumir. Por lo tanto, parecía mantenerse viva la llama de contar con amigos,
conocidos y autores de verdad, lejos de los oropeles, y seguir siendo el secreto más estimulante
de la música norteamericana actual, sólo al alcance de quien va más allá,
llama que se mantiene en el recién editado Another Black Feather.
Para empezar, diría que el aspecto cinematográfico de tu música es más
evidente que nunca en Another Black Feather. ¿Te lo parece a ti también?
- Bueno, yo creo que la mayor parte de mi música es cinematográfica, en el sentido de que
intento ver las canciones como una película cuando las escribo. De todas formas, tengo que reconocer
que me gusta cuando alguien me dice que ha experimentado algo así.
En este caso concreto, me vino a la cabeza en más de una ocasión Ry Cooder. ¿Qué opinas
de él? ¿Te gustaría trabajar con él?
- Muchas gracias por la comparación. Creo que él tiene una de las carreras musicales más
envidiables de la historia. Y, sí, ¡claro que me gustaría trabajar con él!
Recuerdo que, después de casarte, dijiste que no estabas segura cómo iban a ser tus
siguientes discos. Al final, parece que tu forma de componer no ha sufrido por ello. No obstante, ¿te
enfrentas a la composición de forma diferente?
- Tengo que esforzarme mucho más para encontrar el tiempo y la soledad necesarias para componer.
Cuando vivía sola, al llegar de una gira, la vida se paraba de repente después de tanto
movimiento y tenía mucho tiempo para estar sola; también me deprimía un poco y sentía
más la soledad, porque me gustaba mucho estar en la carretera. Ahora, cuando llego a casa, después
de haber echado de menos un montón a mi marido y a mi hogar por haber estado fuera tanto tiempo,
me siento feliz y exhausta al llegar, y siempre hay alguien esperándome. La vida diaria con un
amante mata ese vacío, ese mirar por la ventana, ese tiempo de ensoñación que un
escritor necesita. Así que, al final, debo alejarme y dejar esa comodidad durante un tiempo para
componer.
¿Eres consciente del poder emocional de tu voz cuando cantas y de que puede llegarle muy adentro
a la gente?
- Gracias. No hay forma de contestar esa pregunta sin parecer un tanto egoísta, pero sí,
me doy cuenta de que la gente se emociona con mi voz. Ha sido así desde que empecé a cantar,
así que es algo que me daba ánimos. Incluso cuando no ganaba nada de dinero, el hecho de
que parte de mi audiencia parecía visiblemente emocionada cuando cantaba era lo que me hacía
creer que estaba haciendo lo que debía hacer en mi vida.
Parece que disfrutas más cantando que tocando la guitarra.
- Me gustan ambos, aunque supongo que tengo que pensar algo menos en cantar.
¿Qué había en el disco en directo Otherwise Luscious Life de 1997? No
llegó a editarse en España.
- No. Se trata de una edición en los USA, disponible en mi página web en una edición
limitada: cuando lo agotemos, quedará descatalogado. Tiene algunas canciones que acabaron formando
parte de mis discos en estudio y otros temas más viejos que he regrabado con mi banda para una
próxima edición de material antiguo y versiones que se llamará Re-treads And
Hand Me Downs.
También vendías casetes en tus conciertos antes de editar tu primer disco, como Footprints,
de 1995, y Dayna B Kurtz, de 1990. ¿Cómo eran aquellas grabaciones?
- Las hacíamos muy rápidamente. He tenido muchos contratos que iba a firmar en mi país
y, al final, siempre salían mal, así que necesitaba algo para vender en los conciertos
que no fuese muy caro hacer.
¿Tocas alguna vez esas canciones? ¿Son similares a las que conocimos después?
- A veces las recupero en directo, sí. Algunas de aquellas canciones podrían considerarse
parte de los estilos que más tarde desarrollé un poco más.
¿Qué fue lo que sacaste en claro al hacer giras sin descanso durante aquellos diez años,
antes de editar tu primer disco?
- Pues conseguí sentirme cómoda con la vida en la carretera y una facilidad para viajar
y dar conciertos en circunstancias muy diversas.
¿Cuál fue el momento clave en el que decidiste que te encontrabas lo suficientemente
satisfecha con tu labor como compositora como para publicar un disco?
- Hubo como un par de instantes en los que supongo que me di cuenta de que podía hacerlo. Lo supe
cuando escribí determinadas canciones de las que nunca me he sentido avergonzada; puede que me
haya sentido cansada de tocarlas en directo, pero nunca avergonzada.
¿Era “Somebody Leave A Light On” de tu primer disco un homenaje a Jeff Buckley? ¿Qué viste
en él?
- La primera parte de esa canción estaba dedicada a él, sí. Estaba de gira,
en un tour deprimente y malo, abriendo para un tipo amargado, un hombre miserable cuyos mejores días
como músico habían quedado ya muy atrás, y él lo sabía. En ese momento
descubrí que Jeff Buckley acababa de morir, y él era uno de los pocos de los que, en esos
días, realmente esperaba con ansiedad sus nuevos discos. Jeff era un artista brillante y murió joven,
mientras que este otro tipo todavía seguía tocando a pesar de saber que era un miserable
y que ya no tenía talento. Por aquel entonces me preguntaba si valía la pena.
¿Qué fue lo que aprendiste al hacer un disco casi enteramente de versiones en Beautiful
Yesterday?
- Siempre he aprendido un montón de hacer versiones: te hace comprender al autor mucho más
porque tienes que deconstruir sus canciones para reconstruirlas a continuación. Es casi como escribirlas
tú mismo, siempre que tu reto sea hacerlas algo propio.
¿Quedaste contenta con el concierto que fue editado como DVD, Postcards From Amsterdam?
- Sí, aunque mi pelo aquel día realmente me puso de los nervios y no tuve tiempo para arreglarlo. ¡Me
cabrea que haya quedado ahí así para siempre!
En tu gira del año pasado, me sorprendió la versión tan eléctrica de “Everybody
Knows” de Leonard Cohen, incluso más que en el disco. ¿Fue tu grupo de acompañamiento
entonces -Tarantula- los que sugirieron hacerla así o fue más bien tu idea?
- Tarantula es un grupo eléctrico, casi como un grupo de metal en ocasiones, así que les
pedí que sonaran como ellos mismos tanto como fuera posible, que no imitaran a mi grupo habitual.
La canción era muy heavy, con lo que fue algo bastante natural para ellos. Por lo tanto, todos
nos implicamos para hacer de esa canción algo nuestro.
¿Crees que no poder encuadrarte fácilmente en un solo estilo es lo que hace
que mucha gente no llegue a tu música?
- Más en América que aquí. Allí la radio y la prensa están
muy separados por géneros, así que el hecho de que no pertenezca a ningún
sitio ha hecho que me sea más difícil promocionarme.
Al mismo tiempo, supongo que eso es lo que hace que tu música sea tan interesante. ¿Te
sorprendes de ver adónde te llevan tus canciones cuando estás escribiéndolas?
- A veces...
Parte de tu inspiración viene de la música norteamericana de antes del rock'n'roll,
como los standards, los musicales de Broadway, el tin pan alley… En los últimos años
han aparecido más artistas con esas influencias, como Rufus Wainwright, Richard Swift o Antony & The
Johnsons. ¿Piensas que es algo que se había olvidado?
- Creo que un buen montón de artistas rock pensaban que no era ‘cool’. Los
chavales a los que les gustaban los musicales de Broadway o los standards del jazz en la escuela
eran gays o las chicas que salían con los chicos gay; no precisamente muy rock and roll.
Pero una gran parte de aquella música es muy brillante y no voy a pedir disculpas o
a intentar esconder que estoy influida por ella.
¿De dónde te viene ese interés?
- Es una parte importante de la historia de la música americana. Hunde sus raíces
tanto en el teatro judío como en la música negra americana, dado que los compositores
eran, principalmente, los hijos de los inmigrantes judíos que estaban profundamente
influidos por el primer jazz y el swing.
¿Por qué crees que te resulta más difícil tener una mayor repercusión
en tu propio país que en Europa?
- Los EEUU son un país grande y, cuando eres una artista de un sello independiente,
sin la gran maquinaria de una multinacional detrás (con todas sus relaciones corporativas
con las grandes revistas, la televisión, la radio, los periódicos, etc.), es
difícil hacerse oír. Cada vez me va un poco mejor, disco a disco, pero es algo
que crece muy lentamente, sobre todo gracias al boca a boca. No sé muy bien cuál
es la razón por la que tengo más éxito en Europa. En cualquier caso, ya
estoy más que agradecida por tener éxito en algún sitio.
¿Qué tal te encuentras de gira por Europa y España?
- Me encanta hacer giras por Europa y, especialmente, por España. Sois un gran público,
acogedores, abiertos y con ganas de pasároslo bien. Además, la comida es verdaderamente
excelente, lo que es un gran punto a favor en mi caso.
¿Me puedes contar algo divertido o anecdótico que te haya pasado durante todo este
tiempo en la carretera?
- Vi a Bob Dylan en ropa interior en un hotel de Miami. Estaba en el hall con sus perros.
Tiene unas piernas muy delgadas. Seguro que no es la cosa más divertida que me ha pasado,
pero siempre resulta una buena historia en las fiestas.
Por último, quería saber si todavía vives en un molino en New Jersey.
- Se trata de un molino de seda, pero no, ahora vivo en Brooklyn.
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