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Primavera Sound, el foro de las músicas Por Xavier Valiño Si el hecho más relevante de la quinta edición del Primavera Sound era el cambio de recinto, la nueva localización en el Forum ha sido todo un acierto para los 45.000 asistentes. Ahora sí se puede decir, por fin, que es posible disfrutar de un Festival en nuestro Estado sin tener que pasar por borregos: amplio, cómodo, con escenarios dignos y visibles desde todos lados, y un sonido muy aceptable en una gran parte. El mejor de estos escenarios, el del Auditorio, en el que se disfruta de actuaciones que precisan de un espacio más acogedor, parece definitivamente perdido para la próxima edición, por culpa de una empresa que lo gestiona y que quiere desentenderse del público del pop. A esta empresa hay que dejarle claro, desde ya, que el Auditorio fue construido para que lo disfrutasen los ciudadanos y que no se trata de un coto privado y elitista. De nuevo, como en anteriores ediciones, el resultado artístico ha sido sobresaliente, con una única pega: tener que elegir entre tanta calidad. Por poner un ejemplo, en un determinado momento del sábado había que decidirse entre cuatro opciones que, a priori, parecían más que interesantes: The Wedding Present, Dominique A, Echo & The Bunnymen y The Futureheads. Entre los grandes triunfadores, y por orden de aparición, The Arcade Fire abrieron el jueves el turno de los conciertos de rock afilado y penetrante. En su misma estela, American Music Club pusieron el viernes el respaldo perfecto a una de las voces más intensas del fin de semana, Mark Eitzel, en canciones que empezaban todas como algo sencillo y que iban creciendo hasta un clímax final muy exigente. El grupo acabó, además, con una versión de "Heart & Soul" de Joy Division superior y más respetuosa que las dos que hicieron a continuación los propios herederos de su legado, New Order. Micah P. Hinson sorprendió el mismo día con una actuación de lamentos más electrificados y áridos que lo se podía esperar de él tras su contenido disco de debut. Aunque, seguramente por la respuesta del público -con miles de personas que no pudieron entrar al Auditorio- y, sobre todo, su esplendorosa voz, el rol de triunfador del viernes debería otorgársele a Anthony & The Johnsons. Que se haya puesto repentinamente de moda es algo accesorio que no debería desviar la atención de lo principal: su voz, entre Nina Simone y Jimmy Scott, y su talento. Por su parte, el sábado tuvo, a eso de la una de la mañana, la mejor actuación bailable de los tres días. Out Hud -con el cantante del grupo revelación de la pasada edición, !!!- levantaron a la carpa del Nasti con sólo cinco canciones desbordantes de ritmo y tensión. En la misma jornada, Dominique A volvió a demostrar que en eso de la tensión es el absoluto amo en la música francesa, algo que ya sabemos de sobra por aquí. Y Sonic Youth reivindicaron, una vez más, por qué son el grupo más importante del rock alternativo norteamericano de los últimos 20 años. Siempre distintos en cada concierto, su música sigue planteando más retos que soluciones. No fueron los únicos en destacar de un cartel que proporcionó muchos momentos para el recuerdo. Mercury Rev presentaron un espectáculo visual muy especial, seguramente el mejor que pueden ofrecer, con un 'iluminado' Jonathan Donahue, aunque su preciosismo a ratos pretencioso los aleja de conectar con todo el mundo. Si hablamos de rock independiente, The Wedding Present reivindicaron, con sus guitarras vertiginosas, un espacio que nunca debieron perder. También Radio 4 demostraron en su combinación de baile y política una entrega en directo que no admite objeciones. The Futureheads recordaron a lo mejor de los debuts de The Jam y The Clash, mientras The Go! Team se revelaron con tanto desparpajo y tan contagiosos como en su primer disco. Por su parte, tanto Ron Sexmith como Josh Rouse desplegaron el mejor pop sobre las tablas, aunque sus espectáculos se sustentan exclusivamente en las canciones, carentes de presencia escénica relevante, mientras que un más jovencito Sondre Lerche demostró tener ambas cosas, en un concierto en el que se acompañó de 13 músicos. Esa presencia tampoco le faltó ni a Allison Moorer, con un estupendo recital acústico, ni a su pareja, Steve Earle, que hizo lo que se esperaba de él: un gran concierto de country y rock con el mayor grado de compromiso del festival, algo evidente desde el símbolo de su batería, con el dibujo de una calavera rodeada de una hoz y un martillo. Tras agradecer a España que hubiese retirado sus tropas de Irak, interpretó el reggae "Condy, Condy" con alguna que otra alusión despectiva a su destinataria, Condoleezza Rice. Evidentemente, su versión final del "Revolution" de The Beatles no podía tener intérprete más apropiado. Entre lo que hubo ocasión de ver en el escenario dedicado a la música francesa, Experience pusieron, de nuevo, el concierto más rotundo e inapelable, y Françoiz Breut el encanto de sus canciones y su presencia. Aunque si hablamos de encanto, nadie como Helena, probablemente la mujer más hermosa y cautivadora que haya pasado y vaya a pasar nunca por el Primavera Sound. Tres nombres clásicos servían de reclamo al cartel de este año. Iggy Pop, guste más o menos, resuelve su papel con una entrega indudable y sin engañar a nadie: el supuso un referente para el punk y, cerca de los 60 años, sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: rock recio y en bruto, ahora acompañado por su mítica banda de principios de los 70, The Stooges. La pequeña decepción la pusieron New Order, quienes, incluso con medio concierto de un repertorio único -qué se puede decir, si no, de "Blue Monday", "Love Will Tear Us Apart", "Bizarre Love Triangle", "Transmission" o "True Faith"- se empeñaron en hacer añicos su legado por la actitud de hooligan de Peter Hook y un Bernard Sumner que parecía estar cumpliendo un trámite. Resultan mejor en directo si simplemente se escuchan sus grandes canciones y uno se olvida de lo que sucede sobre las tablas. A su lado, The Human League, aunque sus canciones nunca podrán tener la misma consideración, supieron ofrecerlas sin traicionar su pasado. Entre la representación estatal, Los Planetas volvieron a ofrecer un concierto al que ya nos tienen muy acostumbrados, con una primera media hora en la que desaparece todo atisbo de tensión y una traca final a base de sus singles, dejando constancia de que otro concierto en ellos es posible. Por el contrario, Nacho Vegas supo sobreponerse al extraño horario -las cuatro de la tarde- y convencer a un entregado Auditorio. Sin embargo, fueron Mercromina, en su gira de despedida, quienes ofrecieron la mejor cara, con una intensidad sólo reservada para aquellos que saben perfectamente como conjugar el qué decir y cómo hacerlo. |
Nº 3 - Agosto / Septiembre de 2005
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