Discos
Por Xavier Valiño
Amadou et Mariam: Dimanche a Bamako (Because-Dro East West/Warner)
Como cruce de culturas, no tiene precio. Para empezar, seamos honestos: una buena parte se
hará con este disco por la colaboración y producción -muy destacada,
tanto que algunas canciones parecen suyas- de Manu Chao. De todas formas, así se conocerá mejor
a la pareja ciega de Mali que forman Amadou y Mariam, así como a sus amigos y colaboradores,
entre ellos su hijo Mamadou. Eso sí: esta vez el blues del desierto viene convenientemente
aliñado con el reggae, los aires latinos y alguna base electrónica cortesía
del gallego más universal del rock. No es mejor ni peor que los otros discos de la
pareja; es, sencillamente, diferente, pero igualmente lleva la firma de sus autores.
Vashti Bunyan: Lookaftering (Fat Cat)
Echemos cuentas. ¿Cuántos artistas graban su segundo disco 35 años después?
Vashti Bunyan, una de las grandes artistas del folk-rock, editó en 1970 Just Another Diamond
Day. Entonces, decidió retirarse del mundo de la música. Últimamente, venía
siendo reivindicada por gente como Four Tet, Animal Collective -con los que grabo un EP el año
pasado-, Devendra Banhart o Joanna Newsom. Estos dos últimos intervienen en su segundo disco,
Lookaftering, de 2005. Poco ha cambiado: su voz, parecida a la de una Nico nacida en la campiña
inglesa en lugar de Colonia, se mece por canciones pastorales que demuestran que el estilo que
cultivó media vida atrás sigue siendo igual de válido hoy. El regreso del
año, sin duda.
Los Super Seven: Heard It on the X (Telarc-Índigo)
Los Lobos se decidieron por seguir cantando en inglés y experimentando con su sonido. Los
Super Seven recogen el testigo y en Heard It On The X se convierten en el mejor exponente de lo
que alguien dio en llamar sonido tex-mex. Este supergrupo de personal cambiante, ya no limitado
a siete, se pasea por el español y el inglés con canciones creadas a ambos lados
de la frontera. Rubén Ramos canta el corte que le da título, Freddy Fender y Rick
Trevino se atreven con “Cupid”, Raúl Malo le da a “The El Burro Song”,
Lyle Lovett recupera “My Window Faces The South”, Rodney Crowell arremete con “Learning
The Game” de Buddy Holly y John Hiatt canta “I'm Not That Kat (Anymore)” de
Doug Sahm, entre otros momentos de auténtica fiesta fronteriza.
Sr. Chinarro: El fuego amigo (El Ejército Rojo-RCA)
Nueva etapa para Sr. Chinarro, tras tantos años y discos con Acuarela. Y nueva etapa para
mejor. Sí, ya no es tan oscuro en su sonido -cortesía de la producción de
Los Planetas- e, incluso, en los textos parece haber una intención de hacerse menos opaco
al oyente. Con eso, todos ganamos -salvo los fundamentalistas, claro está-, y lo que tenemos
es el mejor disco de Antonio Luque desde que empezó, lo cual no es poca cosa, teniendo
en cuenta sus antecedentes. Da igual Morente, da igual que suene a Kiko Veneno, da igual el sello
discográfico, da igual la compañía: El fuego amigo es el disco estatal del
2005. Todo lo demás sobra.
The Dandy Warhols: Odditorium Or Warlords Of Mars (Parlophone/EMI)
No cuentan con el respaldo de la prensa británica especializada, pero, con su quinto disco
desde su formación en 1994, The Dandy Warhols han hecho el tipo de disco perfecto para
ser apreciado por críticos y fieles al rock psicodélico. A mucha distancia queda
ya el rock stoniano de Thirteen Tales From Urban Bohemia y el pop de los 80 que poblaba Welcome
To The Monkey House. La nueva vuelta de tuerca hacia terrenos más enrevesados tiene por
centro a “Love Is The New Feel Awful”, seis minutos que acaban en un clímax
de free-jazz a base de trompetas. Está claro que al agua de Portland, Oregón, le
echan algo; eso, o que las drogas, al contrario de lo que decían The Verve, sí funcionan.
Brakes: Give Blood (Rough Trade-Sinnamon)
En Brighton han optado por divertirse. Al menos eso han hecho componentes de parte de sus grupos
más conocidos, en concreto, British Sea Power, Electric Soft Parade y The Tenderfoot.
Para ello, lo mejor es tomárselo todo con pocas pretensiones -aunque eso no quiere decir
merma de calidad, ni mucho menos-. Con algo del espíritu de los Ramones, Brakes meten
en su debut 16 canciones en 29 minutos, grabados, además, en menos de una semana. El título
más directo políticamente dura exactamente 5 segundos y va dirigido a “Cheny” -se
puede imaginar uno qué Cheney- y sus singles, “All Night Disco Party” y “Pick
Up The Phone”, son puras joyas de pop inmediato para disfrutar. Tan divertido como aprovechable.
Sufjan Stevens: Illinoise (Rough Trade)
Se permiten apuestas. ¿Grabará Sufjan Stevens los 50 discos dedicados a cada uno
de los Estados USA que ha prometido? Ya lleva dos y, además, en este segundo muestra una
envergadura que podría gastar la energía de todo el Ejército norteamericano.
Un disco conceptual de 20 canciones -con una joya pop como “Chicago”- no está a
la altura de todos, con referencias a asesinos en serie (“John Wayne Gacy, Jr.”),
poetas (“Come On Feel The Illinoise, Part II: Cars Sandburg Visits Me In A Dream”),
Superman (“The Man Of Metropolis Steals Our Hearts”), la tribu de los mohicanos,
Abraham Lincoln, Al Capone, obreros de la construcción y héroes anónimos
de lugares remotos. Puede que no lo consiga o que no lo intente, pero, visto lo visto, él
parece el único capaz de lograrlo.
Lori Meyers: Hostal Pimodan (Rhonda/Houston Party)
¿Qué habrán visto unos veinteañeros de Loja, Granada, en el que fuera
refugio de creadores y bohemios con la despensa siempre llena de drogas e ideas? Pues Hostal
Pimodan sirve para confirmar que Los Planetas ya tienen dignos sucesores en su provincia, y no
tanto por el sonido, que aquí ya no quedan atisbos de la sonoridad sónica de J.
y compañía, sino por las grandes canciones que el grupo regala en su segundo disco.
Ahora se pierde en inmediatez y píldoras instantáneas para ganar en medios tiempos
de corte clásico, con mayor querencia por los 60. Los Brincos o The Byrds pasan a formar
parte de su altar personal, y ellos firman uno de esos discos que sacan al pop independiente
estatal de la estrechez de miras que condena a casi todos sus moradores.
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