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DISCOSPor Xavier Valiño NINE HORSES: Snow Borne Sorrow (Smadhi Sound-Galileo MC) Hacía más de una década que David Sylvian no sonaba tan David Sylvian, tan accesible, concretamente desde Secrets Of The Beehive . Y eso no quiere decir que sea un disco fácilmente asimilable, aunque eso tenga que ver más con el hecho de que no hay nadie ahora mismo que suene como él. En Nine Horses -su nuevo proyecto junto a su hermano Steve Jansen (ex-Japan) y su respetado amigo Burnt Friedman- sigue fusionando melodías pop con tintes electrónicos, rompiendo barreras y creando canciones que son tanto comentarios sociales como análisis de su propia personalidad. Colaboran con el trío Ryuichi Sakamoto, Stina Nordenstam o Arve Henriksen. GORILLAZ: Demon Days (Parlophone-EMI) El éxito sonrió a la nueva aventura de Damon Albarn, tal vez el cabecilla más reconocible de este combo supuestamente compuesto por personajes animados. Para el segundo disco, sus compañeros Dan the Automator, el artista Jamie Hewlett y el rapero Del Tha Funky Homosapien se unen al productor Dangermouse y traen una serie de invitados que ayudan a colorear su amalgama de jazz, indie y elementos del hip-hop en algo único, fresco e innovador: De La Soul, Roots Manuva, el actor Dennis Hopper, Shaun Ryder de los Happy Mondays, Ike Turner o la recuperada Neneh Cherry. Tan disfrutable como los más excitantes dibujos animados que te puedas echar a la cara. JOSH ROUSE: Nashville ( Rykodisc) Aunque ha titulado su quinto disco Nashville , no conviene confundir a Josh Rouse con los paladines del country americano más apegado a las raíces. Nashville fue su hogar durante 10 años hasta que, por cuestiones sentimentales, Josh Rouse encontró acomodo en el Levante español. Sin embargo, su música le debe todo al mejor pop, el mismo que nutría su anterior disco 1972 o el mismo que hace Bart Davenport, y que mira en las fuentes de los años 70 del pop más hermoso y atemporal compuesto entonces. A pesar de la melancolía innata a sus canciones, algunas rompen el ritmo habitual para quedarse para siempre con nosotros: "It's The Nighttime", "My Love Has Gone" o "Winter In The Hamptons". VINICIUS CANTUARIA: Silva (Hannibal) Vinicius Cantuaria tiene en su haber lo mejor de los compositores brasileños: el impulso melódico de Caetano Veloso, a quien acompaño durante años, la consistencia de Gilberto Gil y más talento que el resto de sus coetáneos juntos. Ésta es la bossa nova soñada para el siglo XXI: donde la sutil electrónica y lo acústico conviven juntos, incluso con una pequeña aportación de una sección de cuerda, como en "Pena de Mim" o "Nunca Mais". Si más artistas se decidieran a hacer versiones de sus canciones, estaríamos hablando de un nuevo Jobim. Y la comparación no es gratuita: él mismo canta "A Felicidade" del que fuera el mayor artista de la bossa nova. MADONNA : Confessions On A Dance Floor (Warner) Cerca ya de la cincuentena, Madonna mantiene el título de la reina indiscutible de las pistas de baile de todo el mundo. No de aquellas que buscan lo más avanzado o lo más moderno, sino de las que programan música para bailar, sin más. Confessions On A Dance Floor es, además, el disco más hedonista y bailable de Madonna, afirmándose en el trono más que nunca. Poco cuenta que se ayude de ABBA, sampler mediante, que el productor Jacques Lu Cont sea una pieza clave, que incorpore elementos étnicos ("Isaac") o que reflexione en voz alta sobre su posición (en "How High" se pregunta: "¿Ha valido la pena? ¿Cómo me lo gané?"). Lo importante es el resultado global, esa sensación de querer mover los pies sin parar hasta la pista más cercana y olvidarse de todos los prejuicios. WOLF PARADE : Apologies To The Queen Mary (Sub Pop-Houston Party) La reciente colaboración de David Bowie con Arcade Fire en un EP que se ha puesto a la venta en Internet revela que sus mundos son más cercanos de lo que podíamos pensar. Y el nexo de unión muy bien podría ser Wolf Parade. Como Arcade Fire, Wolf Parade son de Montreal, el lugar de moda en el rock, y sus canciones ganan con cada escucha, en especial "Grounds For Divorce", "We Built Another World", "It's A Cure" y el contundente final de "This Heart's On Fire". Además, su vocalista muestra un tono afín a David Bowie. Por si fueran poco tales credenciales, su productor es Isaac Brock, de Modest Mouse, otra de las bandas norteamericanas en boca de todos los enterados desde hace unos años -hasta Mark Kozelek acaba de editar un disco entero de versiones suyas con el alias de Sun Kil Moon-. THE DEADLY SNAKES: Porcella (In The Red Records) Así da gusto: los grupos deben crecer, se les debe dejar tiempo. Y The Deadly Snakes han decidido, además, avanzar y cambiar para su cuarto disco en diez años. Lo que era poco más que una banda de garage de Toronto, se ha convertido en referente indispensable del rock actual con este disco, Porcella (término que emplearon los romanos para declarar comestible la carne de cerdo). Cuando un grupo tiene dos compositores y vocalistas con tal determinación como Age Of Danger y Andre Ethier, sólo puede resultar en algo contradictorio. Pero es esa incongruencia lo que eleva a este disco por encima de los demás. Cuando dos de las mejores canciones vienen del batería y trompetista ("Sissy Blues" y "Oh Lord, My Heart"), cuando tres de ellos aportan la voz principal en uno de los temas ("Let It All Go"), y cuando un grupo que se supone de garage mete tres guitarras acústicas ("Gore Veil") y recuerda a The Band, es que hay mucho de genio en medio del caos. Indispensables desde ya. JOSÉ IGNACIO LAPIDO: En otro tiempo, en otro lugar (Pentatonia) Tres discos de larga duración en solitario, junto a un mini-LP, además de su trayectoria durante 15 años en 091, avalan al mejor poeta del rock en España. Sus textos siguen siendo referencia indiscutible en castellano, sus melodías logran el clasicismo de los maestros a los que sigue sin proponérselo y, como mayor novedad, En otro tiempo, en otro lugar contiene más tiempos medios que ninguno de sus otros discos. Da igual, porque incluso más contenido en su electricidad, suena más intenso. Lástima que se haya tenido que autoeditar su disco, por la miopía de todo tipo de compañías. Como él mismo dice, " Llevo siglos siendo equilibrista, aunque quise ser domador..." |
Nº 7 - Enero de 2006
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