Pablo de Rokha: Canto del macho anciano y otros poemas
Edición e introducción de Naín Nómez. Biblioteca Nueva,
2003. 158 pp.
Por Gilberto Prado Galán
La inmortalidad de los exaltados
La introducción a la antología Canto del macho anciano y otros poemas, de Naín
Nómez, destaca porque sugiere una lectura distinta, a partir de significativas piezas verbales,
de la poesía del autor chileno: la ponderación de una literatura “marcada por
los traspasos de las vanguardias europeas y la especificidad que ésta asume en la realidad
chilena y latinoamericana” (p. 17).
La antología, en atención a su estructura externa, está distribuida en once secciones.
La última consiste en un sugestivo vocabulario de índole personal que permite leer con
mayor fruición la Carta magna del continente (epopeya de las comidas y bebidas
de Chile): una radiografía espiritual del país que me hizo recordar Intuición de
Chile del venezolano Mariano Picón Salas. La relación entre comidas y bebidas y estados
de ánimo evidencia una penetración psicológica admirable: “El vino de Pocoa
es enorme y oscuro en el atardecer de la República y cuando está del corazón adentro
el recuerdo y la apología de lo heroico cantan en la rodaja de las espuelas como el lomo del animal,
nadando en la tonada fundamental de los remansos o contra la gritería roja de la espuma” (p.
68). Distinguimos la deslumbrante sinestesia engastada en la expresión “la gritería
roja de la espuma”. De Rokha despliega un incesante abanico de figuras retóricas. En el
primer apartado del libro esgrime recursos que habrán de convertirse en herramientas de trabajo
fundamentales en otros poemarios: la repetición en contacto ¾“Enemigo total, aúllo
por los barrios,/ un espanto más bárbaro, más bárbaro, más bárbaro/
que el hipo de cien perros botados a morir”¾, la incansable hipérbole y, sobre todo,
se percibe ya el tono desencantado y autolacerante que alentará sus más altas creaciones: “Yo
soy como el fracaso total del mundo, ¡oh Pueblos!/ El canto frente a frente al mismo Satanás,/
dialoga con la ciencia tremenda de los muertos,/ y mi dolor chorrea de sangre la ciudad” (25).
En “Sátira” (1918) la crítica contra los poetastros es más radical
y ambiciosa que la deslizada por Neruda contra los artepuristas en el Canto General. El
poeta siente la necesidad de abordar temas hondos, pero no desdeña las enseñanzas de la revolución
vanguardista de Filippo Tomasso Marinetti: “Porque vosotros no cantáis al automóvil/
que evoluciona, haciéndonos temblar con su bocina, / ni a las grúas que son más
bonitas que Adonis,/ oh! Borregos de Júpiter, oh! Vagas señoritas” (p. 30).
En
la antología se muestra cómo la exaltación del yo, en los poemas de tono e intención
proféticos, es uno de los principales soportes de la palabra poética del autor de “Canto
del macho anciano”. Esta exaltación se borra, sin embargo, en la encendida “Matemática
del espíritu”, semblanza metafórica de Jesucristo en donde sobresalen frases como ésta: “poderoso
es quien supera el poder, no quien anhela el poder” (p. 61).
Los gemidos (1922) marca la ruptura respecto del quehacer precedente: prosa con alas
de poesía,
reduplicaciones y admirable euritmia como en “Epitalamio”: “Sólo mi voz,
mi voz grande, voz oscura, irá cantando, alegre y nueva aún, irá cantando
alegre y nueva por la antigua ciudad y las granjas, por la antigua ciudad y las granjas y allí,
Winétt,
Winétt, allí, allí mirarán los mínimos hijos de la tierra caduca
y gris como las solteronas, a la vuelta de millones, de millones, de millones de años idiotas...” (p.
42).
Los huecos
o blancos fortalecen la impresión de efimeridad ¾estar para dejar de estar¾ en
los poemas seleccionados de Escritura de Raimundo Contreras (1929): la oscilación
constante de palabras y silencios, en un flujo ayuno de puntuación, acentúa la sensación
e impermanencia.:
“Raimundo quiere que reviente para siempre ese huevo negro de la noche una
noche como mar sin tiempo edificada de infinito a infinito en
una situación de gran cama profunda amarrándolos abrazándolos
en su miel obscura y tan aguda que extiende terciopelos de leguas de leguas muertas en lo amarillo de
las playas amadas” (p. 49).
Sin duda,
por su respiración sostenida, por el ritmo de oleaje insurrecto conseguido a través del
verso libre, por la cascada de imágenes que lo inunda de pies a cabeza, el poema que da título
al empeño antológico, “Canto del macho anciano”, es el más logrado del
conjunto. Es deplorable, sin embargo, que el poeta se deje seducir por la tentación del panfleto
(¡y hay en el seno del poema alusión explícita al panfleto!): enmascarar voces como
colonialismo o capitalismo hubiera sido mejor, tal como lo hizo José Martí en su discurso
programático “Nuestra América”. Releamos este pasaje del “Canto del macho
anciano”: “Contra la garra bárbara de Yanquilandia/ que origina la poesía del
colonialismo en los esclavos y los/ cipayos ensangrentados, contra la guerra, contra la bestia/ imperial,
yo levanto/ el realismo popular constructivo...” (p. 112). En síntesis: Canto
del macho anciano y otros poemas es una antología que muestra con nitidez y justicia las varias
etapas de la poesía de Pablo de Rokha: un poeta que se ahorró, con un tiro en la
boca, la pena de vivir sin esperanza.
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