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DOS POEMARIOS DE JUAN GONZÁLEZ SOTO
por María Ángeles Maeso Juan González Soto (Cabezas del Villar, Avila, 1959), autor de otros tres libros de poesía, así como de numerosos trabajos de crítica literaria, ha dado a la luz dos libros en el mismo año. El primero de ellos, Lugar cerrado , es la primera entrega de un trilogía, Donde la semilla fue árbol , cuyo elemento aglutinante será la palabra poética como constructora de ámbitos interiores, donde el poeta aborda el lenguaje amoroso como propuesta de salvación de la desesperanza y de la muerte. De ahí que el título remita al Jardín cerrado de Emilio Prados. Una buscada filiación que se manifiesta también en el lenguaje sencillo con que se construyen los poemas. Sin embargo, dicha sencillez, resulta engañosa, pues su artificio consiste en brindar una interpretación simbólica de la realidad, que es percibida por el poeta en su totalidad: Lo real/ es también/ lo fantástico, / y el tiempo su propio misterio descifrado, afirma González Soto . Elementos del sueño y del deseo que, junto a los de tacto alcanzable, llenan el círculo de este espacio. La palabra que lo nombra es la circunferencia que lo traza y cierra. El poeta quien está dentro y quien desde fuera se mira. Poesía del instante breve. A una serena intensidad se ajustan estos versos de fragmentaria belleza. El segundo libro habla por boca de Martel.Lus, quien pudo haber sido un poeta romano, nacido en la imperial Tàrraco que, como observador de primear línea, acompañando a Escipión, viviera la gesta numantina. González Soto, criado en Soria y afincado en Tarragona, nos entrega lo que serían los poemas apócrifos del supuesto poeta desconocido Marte.lus. De este modo, un poeta del siglo II antes de Cristo y un poeta del siglo XXI son la misma voz en estos poemas. Alguien habla de amor y guerra y ese alguien que atraviesa el tiempo sería el que define Blanchot: "Estoy solo porque pertenezco a ese tiempo muerto que no es mi tiempo, ni el tuyo, ni el tiempo común, sino el tiempo de Alguien. Alguien es lo que todavía está presente cuando no hay nadie" Ese alguien, que pertenece al reino de la fascinación, es el poeta que habla en estos versos; el que realiza el traspaso del Yo al El, a sabiendas de que lo que le ocurre a ese Yo no le ocurre a nadie porque se está repitiendo en una dispersión infinita. Conviene tener presente todo esto, pues el prólogo es un alarde de imaginación e ingenio para hacer creer al lector que estos versos llegan hasta él en catalán, gracias a una traducción del latín realizada en el siglo XV por humanista y gracias también al hallazgo de esta traducción otro humanista del XVIII. Un complicado e hipotético recorrido el de estos versos, pero probable, se nos advierte. De este modo, el juego cervantino, encaminado a no perder de vista que la voz del autor es la suma de otras tantas, resulta eficaz también aquí. Justificaciones que dejarían la obra a la intemperie, por muy bien armadas que nos fueran presentadas, si los doce poemas no se sostuvieran por sí mismos como aquí sucede. La mirada del poeta Alguien es la que necesitamos hoy; la de quien queda fascinado ante Numancia por la dureza de una tierra que no da ninguna flor; la del que se sorprende y duda y se pregunta si esa zona de pueblo acorralado será límite o principio; si será amanecer o poniente esa victoria que buscaba el militar romano. Alguien es el poeta que ama a Lidia y sabe que su amor es una forma de lucha contra la desgracia y la muerte. Alguien que regresa a Tàrraco y reconoce que la terra és una forma més de la carn. Alguien, Martel.lus, González Soto, vivificando un viejo tema, la poesía de amor y guerra, para un lector de hoy. Las ilustraciones de Pere Fort, dibujos y fotografías de piedras y guijarros, contribuyen a embellecer esta edición de Martel. Lus, poeta de Tàrraco. |
Nº 2 - Junio / Julio de 2005
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