Pierre Huyghe: La estación de las fiestas

Palacio de Cristal (Museo Reina Sofía). Madrid. Jardín del Buen Retiro
Del 17 de marzo al 1 de junio de 2010
http://www.museoreinasofia.es

Una tarta verde con fecha de caducidad

Por Mariano de Blas

Una tarta verde con fecha de caducidad

Uno de los problemas del arte contemporáneo es no delimitar a veces, dónde acaba el texto declamatorio o especulativo y dónde empieza la capacidad de expresar símbolos artísticos. La exposición, instalación o jardín plantado, como se quiera denominar,de del muy afamado artista internacional Pierre Huyghe es, para empezar, un gusto de "leer" en su documentación previa.

Primero establece una relación con la historia. Sabido es que El Palacio de Cristal se inauguró en 1887 para mostrar la flora de Filipinas, un poco más de una década antes de que EEUU, en un acto de agresión descarada, bajo el Destino Manifiesto del presidente Wilson, arrebatara la soberanía a España de las islas. La cínica acción "descolonizadora", llevó a los filipinos a sostener una guerra por diez años, hasta que fueron vencidos por los "liberadores". Efectivamente esto no lo recoge Huyghe, sino que relaciona aquel evento con los fastos colonizadores de finales del XIX, que coincidían con un explosivo aumento de las colonias en África y Asia, de casi toda Europa Occidental, excepto España. Los edificios decimonónicos conmemorativos de pasadas glorias imperiales belgas, británicas, alemanas, francesas, holandesas, incluso italianas, son lo opuesto a las españolas, que evocan la melancolía de la decadencia y la tragedia de sus desenlaces tanto en Filipinas y en Cuba, como después en Marruecos. En España era el final de un periplo de 500 años, en Europa era el comienzo de sus imperios coloniales.

Ahora, Huyghe ha sustituido las dos regias butacas sobre una tarima de 1887 por unas sillas de plástico, extendidas sistemáticamente por todo el mundo y que podrían ser el paradigma de la globalización de la cultura del consumo. El visitante se sienta y lo que contempla es un círculo lleno de plantas. Inmediatamente el círculo se asocia a la naturaleza cíclica, el "mito del eterno retorno" (Mercia Eliade), al tiempo, al reloj como construcción humana del tiempo y que tuvo el precedente del jardín, módulo de naturaleza domesticada en la que latía el curso de la naturaleza, de nuevo, un referente del tiempo.

El espectador es invitado a reflexionar y a meditar bajo la alusión a festividades y celebraciones populares de todo el mundo: rosas rojas de San Valentín, calabazas de Halloween, cerezos en flor de estética japonesa, abetos navideños, palmeras y bambúes de vacaciones de verano (se supone), hortensias …¡"un ramillete de efemérides"! Evidentemente un mensaje sobre lo grotesco de unas celebraciones cada vez más puro espectáculo de parque temático y menos representación trascendental del mundo, para entrar en la batidora del consumo de sensaciones con trasfondo de beneficio en el bussiness, que es lo que está realmente configurando nuestra identidad contemporánea.

A Huyghe le interesa relacionarse con el mensaje ecológico utópico, su desfile (Streamside Day Follies) en 2003, en Fishkill, Nueva York, en alusión a una comunidad idílica cerca de la gran ciudad. Su "Un Viaje que no fue" en 2005 en el Central Park de Manhatan, transformado momentáneamente, en uno de sus espacios, en un glaciar con música compuesta sobre los datos sonoros de la tipología de la Antártica, conjugando luces yefectos atmosféricos. Por cierto, podría repetirse ahora, pero contando con la Alaska que va ser "intervenida" con el permiso de Obama. Asimismo se podría también mencionar su "Celebration Park" en la Tate Modern londinense, en 2006, en un paisaje creado para la inmersión del mundo de Huyghe, con unas extraordinarias marionetas personificando al artista. Allí se proyectó la película sobre "Un Viaje que no fue" localizado tanto en Antártica, como en el Central Park. Todo esto para reseñar y relacionar brevemente la brillante trayectoria de este artista francés, que reside en Nueva York.

Antes de la inauguración en el Palacio de Cristal, Huyghe plantó un rosal en el jardín del patio del Museo Reina Sofía, parece ser que en referencia al día de San Patricio (17 de marzo) que fue el día de la inauguración en el Palacio de Cristal. Fecha antaño reivindicativa de la identidad, incluso de la independencia, en el entonces siglo XVII con un sufrido y oprimido pueblo irlandés y que ahora, desde hace unos diez años, se ha convertido en propaganda de lo irlandés, como atestiguan los "festorros" en los pubs irlandeses a lo largo de geografía española, brindando con la negra Guiness y con gorros de pseudo nomos.

El rosal juegacon argumentar dos palabras casi sinónimas en la forma, "premise" y "premisa", pero de muy distinto significado según sea su vertiente inglesa o castellana. En el primer caso se refiere a un lugar en donde tienen lugar la ubicación de un acto o de una actividad (un local), aunque también comparte con el castellano en que es el pensamiento por el que se concluye, infiere o se conoce otro más resolutivo. Es decir, las dos primeras proposiciones del silogismo que llevan a la conclusión. Huyghe combina estos dos usos del día de San Patricio, como combina las dos palabras. Efectivamente se alude a que la historia y la memoria tienen que ver con la imaginación y la ensoñación, de hecho imaginación y memoria activan la misma zona en el cerebro. Como la realidad y la ficción se hermanan al suponer que las tradiciones son inmemoriales y eternas, en una época, la nuestra en donde las tradiciones se reactivan, o se inventan, para que generen el beneficio del turismo. Quizás pronto se asista al fortalecimiento de la "tradicional" corrida de toros en la Cataluña francesa, habida cuenta del vacío turístico que puede dejar la prohibición en la parte española catalana.

Pero es hora de volver a la "La estación de las fiestas". El interesado por el arte busca en el jardín del patio del Reina Sofía ese rosal especial; después cruza un Retiro exultante de primavera y llega al espacio acotado por cristal del Palacio del mismo nombre, y se encuentra con el rosetón de plantas que poco a poco van decayendo en su artificial medio. Cabe entonces la meditación sobre el tiempo y la decadencia de la juventud, parece entonces que la instalación cobra otro sentido, el del Vanitas. Este cronista descubre sus cartas, ha esperado a escribir sus impresiones cuando ha pasado la frescura del día de la inauguración. Ha vuelto cuando la instalación está en su "madurez", con palmeras secándose y flores marchitándose. Queda todavía el florido mayo para que las arrugas y los achaques sean terminales.

Y ahora retumban en la memoria (hermana de la imaginación) el "reaccionario" texto de "La Palabra Pintada" de Tom Wolfe. Todo lo anterior, el texto argumental propuesto en la exposición, produce en el hermeneuta asociaciones históricas, literarias, antropológicas, incluso bacanales (por la Guiness), pero lo que tiene delante, sentado en las mismas sillas de plástico que ha visto en una foto del Muro de Las Lamentaciones y, que tan contento, recuerda que también las tiene él en su porche, no es más que un círculo de plantas y árboles, y entonces se acuerda que la Rosaleda del Retiro va a estarmás bonita,y del Jardín Botánico, y de Aranjuez, y de la Granja, y….y que el arte necesita de algo más que una entretenida historia de tertulia ocurrente porque tiene que ser capaz de conmover en sí mismo al margen de su significado. Es por eso que los ateos y agnósticos, que los protestantes con su odio a la "idiolatría" católica, se emocionan frente a un buen cuadro de tema religioso, y todos, creyentes o no, aunque no adoren a los dioses, se impresionan frente a una escultura clásica pagana. Efectivamente ya lo dijo Arthur Danto, ahora "el arte ya no necesita parecerlo para serlo".

Entonces tengo un impulso irrefrenable, me pongo a buscar por todos lados, la fecha de caducidad de esta tarta vegetariana, como esas de algas verdes japonesas….¿quizás al lado del código de barras?

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