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"Domestic Incident".Tate Modern. Londres. Del 10 de junio al 28 de agosto de 2006
En torno a lo domésticoPor Rut Martín Hernández La sala de turbinas de la Tate Modern de Londres ha acogido durante el periodo estival la exposición colectiva "Domestic Incident" comisariada por Helen Sainsbury. La muestra, compuesta por una serie de esculturas de la Colección Tate, evoca situaciones domésticas o incorpora objetos cotidianos que normalmente se relacionan con este ámbito. Los artistas Ricardo Basbaum, Louise Bourgeois, Miroslaw Balka, Richard Wentworth, Jorge Pardo, Absalon, Rachel Whiteread, Bill Woodrow, Mona Haotum y Tony Cragg nos presentan su propia visión de lo doméstico y nos proponen una reflexión sobre las connotaciones e interrelaciones que se establecen en dicho ámbito en la época contemporánea. La relación entre espacio público y privado ha sido desde principios del s. XVII un campo de investigación para los artistas que, a través de sus obras, han planteado las estrategias específicas de poder que rigen las relaciones dentro del espacio doméstico y, cómo estas, conforman un espacio psíquico de complejo entramado que va más allá del espacio físico donde acontecen. Según Foucault "no hay un poder sino que, dentro de una sociedad, existen relaciones de poder extraordinariamente numerosas y múltiples, colocadas en diferentes niveles, apoyándose unas sobre las otras y cuestionándose mutuamente"(1). Tanto los pintores "Still Live" como los movimientos de principios del siglo XX han trabajado en el potencial simbólico de este ámbito. Los collages cubistas y el "ready made" pusieron énfasis en lo familiar y lo cotidiano, el dadá y el surrealismo, el pop y el arte conceptual nos presentaron una forma diferente de contemplar los objetos domésticos como muebles, comida o utensilios de cocina y, a partir de los años 60, muchos artistas han incorporado sus propios objetos a su obra, vinculando de una manera directa su vida, su experiencia y su arte. Las reflexiones que nos proponen los artistas que componen esta muestra podrían dividirse en tres aspectos fundamentales. No son determinantes cerrados ya que la complejidad conceptual de muchas de las obras hace que participen de varios de estos aspectos a la vez. Lo que sí es cierto es que esta división, entendida siempre desde su carácter relativo, puede ayudarnos a analizar de una manera más clara las aportaciones de cada una de ellas. En primer lugar, se encontrarían las obras que tratan de incidir en la búsqueda de la propia identidad y de cómo ésta se articula directamente con las vivencias y relaciones que tienen lugar en el espacio doméstico – privado (Louise Bourgeois y Mona Hatoum). En segundo lugar, los artistas que investigan sobre el concepto de casa y de espacio habitable (Absalon, Richard Bausman y Miroslaw Balka) y por último, aquellos que articulan su obra a partir de objetos de uso cotidiano (Richard Wentworth, Jorge Pardo, Rachel Whiteread, Tony Cragg y Bill Woodrow). Gaston Bachelard plantea en su texto "La poética del espacio" que cuando alguien crece, crea lugares que se conforman en un tiempo contenido, que se revisitan desde el recuerdo y que están directamente ligados al descubrimiento de la propia identidad. Éste es un concepto que está relacionado con el espacio doméstico ya que la identidad, entendida más como un proceso que como un producto, se construye con las relaciones familiares y es inseparable de las relaciones paterno - materno – filiares. El poder es producto de las relaciones que establecemos. La identidad se construye a través de la función que cumplimos en la sociedad y de las relaciones e influencias que recibimos. El ámbito doméstico está lleno de contradicciones, protege y agrede a la vez, se conforma desde la intimidad pero también, en ocasiones, la anula. "La desviación, la inclinación y, en suma, la intimidad, es la referencia primera con respecto a la cual se determina la identidad (relativa) del sujeto" (2) Estos lugares de la memoria asociados directamente a la construcción de la propia identidad se encuentran muy presentes en las obras de Mona Hatoum o Louise Bourgeois, dos de las propuestas más interesantes de esta exposición. Ambas creadoras reflexionan, no desde la mirada masculina hegemónica, sino desde la mirada femenina que construye un mundo simbólico muy diferente y que trata de cuestionar la idea de cuerpo femenino y su funcionalidad. A través de "Incommunicado", "Divan Bed" y "Untitled (Wheelchair)" la artista de origen libanés Mona Hatoum pone de manifiesto, de una manera abstracta y aséptica, las tensiones que surgen entre lo público y lo privado. La obra de Hatoum es inseparable de su propia biografía, de una infancia en el exilio que fragmentó su identidad y que convirtió su idea de hogar en algo amenazante, inestable y provisional. Los objetos familiares, lejos de representar un apoyo, una seguridad, se transforman en objetos realizados en materiales fríos, como el acero inoxidable y el caucho, que rechazan toda confortabilidad en base a una hostilidad que remite al abuso infantil, al sufrimiento de sentirse prisionero y a la incapacidad de ser escuchado, "el ser que se esconde, el ser que se centra en su concha, prepara una salida...las evasiones más dinámicas se efectúan a partir del ser comprimido" (3). Las piezas presentes en esta muestra transpiran la vulnerabilidad e inestabilidad característica de la obra de Hatoum, y caen como un hachazo en nuestra conciencia dividiéndonos entre la necesidad de encontrar un lugar en el que sentirnos a salvo y la certeza de saber que ese lugar no existe. Por su parte, Louise Bourgeois presenta una de sus celdas, la espléndida "Cell (Eyes and Mirrors)", en la que se dan cita la mayoría de sus constantes conceptuales e iconográficas. En el centro de la celda una gran escultura de mármol, que nos recuerda a unos grandes ojos, nos remite a esa mirada que construye nuestra identidad a través del "otro", base del pensamiento de G. Hebert Mead y del interaccionismo simbólico. "Lo más esencial es que cada uno de nosotros como entidad social, sólo nos hacemos tangibles en el contacto con los otros, más concretamente en cómo los otros nos tratan: necesitamos nuestro reflejo en otros seres humanos para generar y conocer nuestros atributos como personas" (4). Multiplicado este efecto por el reflejo de esos "ojos" en los espejos lacanianos que la rodean, Bourgeois reflexiona sobre cómo la mirada a través del espejo se convierte en una mirada condicionada, una mirada que muestra distintas proyecciones, distintas realidades y que tiene impuestos unos límites concretos cuyo elemento formal son las paredes de la celda. El espectador se encuentra así enfrentado a su imagen, a su proyección, a algo que no es él pero que, en cambio, le representa. Esos "ojos" tienen reminiscencias voyeurísticas claras y ahondan en un sentimiento de vigilancia muy relacionado con el modelo panóptico del que hablaba Foucault. Éste implica un control espacial, temporal y corporal que consiste en una sucesión de espacios cerrados (la familia, la escuela, etc...), cada uno de ellos con unas leyes de poder específicas que constituyen un modo particular de existencia a través del encierro y la disciplina. "La disciplina ejercida sobre la persona, con el fin de producir cuerpos dóciles..., se deriva de las prácticas reducidas o micro-tecnologías. Están en la organización del espacio y del tiempo siguiendo líneas ordenadas, de manera que faciliten formas constantes de vigilancia y puesta en acción de la evaluación y el juicio" (5). La obra de Bourgeois, al igual que la de Hatoum, es inseparable de sus recuerdos, de sus experiencias vitales y de la vinculación obsesiva del padre como origen de aquello que nos modela, "ojala pudiera hacer mi espacio privado público para olvidarme de él". Esta “caja de memoria” transmite la sensación de espacio claustrofóbico, psicológicamente traumático y absorbente que nos remite a su casa de la infancia y a la relación que estableció con su padre en dicho periodo y que tanto la ha influenciado a nivel vital y artístico. La casa es, para Bourgueois, una guarida pero también es su cuerpo. Así mismo, hay referencias concretas a esa casa = mente, ese espacio metafísico en el que no hay salida más allá de los límites de nuestra "psique". A través de un particular lenguaje cargado de símbolos y metáforas, esta obra nos pone en contacto, no sólo con las obsesiones de su autora sino también, con las zonas más oscuras de nuestra memoria. Los aspectos más traumáticos de nuestra existencia salen a la superficie para dejar constancia de su indudable influencia como formadores de nuestra propia identidad, nuestra forma de relacionarnos con los demás y de comprender lo que nos rodea. Otro aspecto de interés en torno a lo domestico es la asociación inmediata que se hace de éste con la casa, con la estructura habitada, con la idea de hogar. El espacio físico donde tienen lugar los acontecimientos y relaciones privadas se convierte en un campo de reflexión para cuestionar el papel de esta estructura en los espacios urbanos contemporáneos y su relación directa con el "modus vivendi" de las personas que los ocupan. Las obras de Absalon, Richard Bausman y Miroslaw Balka estarían relacionadas con esa concepción del tema. "Cell nº1" de Absalon es la primera de la serie de 6 células que desarrolló en 1992, un año antes de su muerte a causa del Sida. Se trata de una vivienda hecha bajo las necesidades y la escala del artista. Nos ofrece una nueva manera de habitar los espacios que tiene que ver con un carácter nómada y con la posibilidad de reajustar el modo de vida, cambiando los objetos cotidianos y las estructuras construidas para llevarlas a un plano principalmente estético. Fiel a las formas de Le Corbousier, la arquitectura doméstica se convierte así en un vehículo del condicionamiento mental y físico. Para Absalon, la forma pura es equivalente a la vida pura e incorpora la idea de "deseo de un universo perfecto" en el sentido de habitar un espacio en el que encontrarse protegido en su soledad. Ricardo Bausman también reflexiona en su obra "Capsules (NBP x me-you)" sobre el espacio mínimo habitable y las relaciones que se establecen entre las personas que lo ocupan. Éstas capsulas forman parte de una instalación que presenta distintos elementos. En primer lugar, un conjunto de cápsulas de metal, cada una de ellas con colchón y almohadas, que tienen que ser ocupadas por dos personas al mismo tiempo. Cada cápsula es ligeramente diferente para dar lugar a distintas posibilidades de contacto psicológico entre sus usuarios. En segundo lugar, dos diagramas bidimensionales crean un mapa de las posibles interacciones psicológicas y físicas que pueden establecerse entre las personas que las ocupan. A su vez, el espectador puede escuchar una composición de sonido en la que se leen tres textos en portugués e inglés que también están impresos en un pequeño catálogo que se encuentra dentro de las celdas. Las siglas del título NBP hacen referencia a lo que Bausman denomina "Nuevas Bases para la Personalidad" a través de las cuales pretende subvertir los rituales cotidianos. Miroslaw Balka presenta "250x120x194, 250x120x194" y "250x120x5, 250x120x5". Siguiendo la línea de investigación en torno a las estructuras habitables Balka construye una serie de esculturas que forman parte de la serie Draw. Éstas remiten directamente a estructuras domésticas como habitaciones o camas y sus medidas están relacionadas siempre con las dimensiones de su propio cuerpo, por ejemplo 250 es la altura que puede alcanzar con los brazos estirados. Utiliza materiales como ceniza, sal o jabón que aluden a los residuos del cuerpo y cuya función dentro de su obra tiene mucho que ver con la memoria y la dimensión antropomórfica del mundo, pero siempre desde la ausencia, la pérdida y un fuerte componente poético. A pesar de que sus obras parecen cargadas de un cierto minimalismo hay que entenderlas más allá de sus reducidas formas para poder captar el drama y la emoción que trasmiten. En otro ámbito de reflexión sobre lo doméstico se encuentran los artistas Richard Wentworth, Jorge Pardo, Rachel Whiteread, Tony Cragg y Bill Woodrow cuyas obras se centran en la utilización de objetos de uso cotidiano. Los objetos son elementos de un ritual que ordena nuestros actos y que constituye parte de la vida diaria del ser humano. Para Goffman estos rituales son las manifestaciones de la cultura encarnada, incorporada e interiorizada. Algo parecido a lo P. Bourdieu denomina "habitus" que define como "un sistema de disposiciones durables y transferibles que integran todas las experiencias pasadas y funciona en cada momento como matriz estructurante de las percepciones, las apreciaciones y las acciones" (6). Algunos de estos artistas tratan de cuestionar su funcionalidad y de analizar su papel en un mundo en que la sobreabundancia de objetos y su acumulación están desvirtuando y transformando, de una manera clara, el concepto de "objeto de uso" hacia el "objeto en desuso". De esta manera, los objetos están perdiendo la cualidad principal que les daba sentido para convertirlos en el símbolo de lo inútil y en el resultado del desaforado consumismo acumulativo que caracteriza el mundo contemporáneo occidental. En las obras "Twin Tub with Guitar", "Car Door, Ironing Borrad and Twin – Tub with North American Indian Head – Dress", Bill Woodrow, no sin cierta ironía, convierte objetos domésticos tales como una lavadora en una guitarra eléctrica o un tocado indio. Le interesa la idea de una cultura nativa americana y la contrapone a la sociedad del consumismo. En "Well Done!" la silueta de África está cortada dentro de una sartén, con partes pintadas que sugieren las fronteras políticas y que nos recuerda a un trozo de bacon. Así, Woodrow trata de cuestionar y criticar las consecuencias que está teniendo la aplicación de una política global en este continente. Los objetos de Richard Wentworth están yuxtapuestos y ligeramente alterados para cambiar su funcionalidad y hacernos reflexionar sobre la manera de percibir lo que nos rodea todos los días: cubos que parece que tienen agua pero que, en realidad, es un espejo, dos sillas apiladas que no pueden separarse, una mesa cuyo plano esta inclinado. Todos estos objetos han perdido las cualidades que los hacían utilizables y nosotros, desde nuestro papel de espectadores, no podemos dejar de pensar cómo estos "objetos discapacitados" forman parte de nuestros rituales domésticos sin ni siquiera ser conscientes de ello. Otros artistas, en cambio, centran su investigación hacia las cualidades más metafísicas de estos objetos, convirtiéndolos en metáforas de la memoria y en alegorías de las experiencias vividas. Rachel Whiteread escoge cuidadosamente objetos en los que están patentes las marcas del uso humano y después los vacía y crea esculturas con los positivos resultantes. El proceso implícito en esta manera de trabajar nos remarca la idea de residuo, de memoria. La obra presente en la muestra, "Nine Tables", es un conjunto de 9 esculturas que son el positivo del espacio que queda debajo de una mesa. Ese vacío concretado, hecho tangible, se relaciona con los lugares que ocupa el cuerpo humano en su relación con los objetos que utiliza, en este caso es el hueco en donde estarían nuestras piernas debajo de una mesa. De una manera muy coherente Whiteread reafirma la presencia a través de la ausencia, cómo dijo Samuel Beckett en Waiting for Godoy "nada es más real que nada". En "Axehead" Tony Cragg realiza una composición con 49 objetos manufacturados de madera. Con un origen conceptual, Cragg establece la diferente relación que tenemos con los objetos desde su fabricación industrial en serie y cómo ésta carece de toda profundidad. Desde el sistema de producción comercial, incluso los objetos realizados en materiales tradicionales como la madera han dejado de tener ese carácter espiritual que los hacía contenedores de las experiencias de las personas que los utilizaban y que les otorgaban una especia de "vida" que le hacía traspasar el plano de lo real para ocupar un plano marcadamente simbólico. Por su parte, la obra de Jorge Pardo se encuentra en el límite entre la escultura, la arquitectura y el diseño. Las nueve lámparas expuestas en esta exposición parecen un conjunto de líneas gestuales que recuerdan a un dibujo suspendido en el aire. Para Pardo la naturaleza funcional de los objetos no está reñida con las cualidades estéticas de la escultura y esta obra es un buen ejemplo de ello. Desde el punto de vista conceptual, esta pieza resulta menos interesante que el resto de las propuestas y, de alguna manera, le resta cierta coherencia a la unidad expositiva que se resiente de una obra que aporta menos al conjunto de reflexiones sobre el tema que las citadas anteriormente. El recorrido por esta exposición pone de manifiesto la diversidad y la calidad de la mayoría de las obras que la componen. En un momento en que lo privado cada vez adquiere un matiz más público y en el que el ámbito doméstico se está convirtiendo en un escaparate en el que mostrar las actitudes y comportamientos relacionados con la imagen que se quiere trasmitir en otros entornos socialmente más amplios, es importante que surjan propuestas que nos permitan reflexionar y cuestionar, con suficiente profundidad, sobre los mecanismos y estrategias que rigen nuestros comportamientos más íntimos. Citas (1) Foucault, Michel, "La Verdad y Las Formas Jurídicas", Ed. Geisa, Barcelona,1980, pág. 169. (2) Pardo, José Luis, "La Intimidad", Ed. Pre – Textos, Valencia, 1996, pag. 51. (3) Bachelard, Gaston, "La poética del espacio", Ed. Fondo de Cultura Económica de España S.L, Madrid, 1993, pág. 146 (4) Mead, G.H., "Espíritu, persona y sociedad: desde el punto de vista del conductismo social", Ed. Paidos, Barcelona, 1999 (5) Hoskin, Keith, "Foucault a examen. El criptoteórico de la educación desenmascarado", Ed. Morata, España, 1993, pag. 35. (6) Bourdieu, Pierre, "Esquisse d’une
theorie de la practique", Ed. Senil, Paris, 2000, pag. 178
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Nº
14 - Octubre de 2006 |
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