Araki. Fotografías
Galería La Fábrica. Madrid. Del 12 de enero al 4 de marzo de 2006
por Mariano de Blas Ortega
La mujer y el erotismo objeto.
En 1971, Nobuyoshi Araki (Tokio, 1940) publicó un álbum de fotos de su viaje de novios.
Lo tituló “Un viaje sentimental”, y contenía una serie de imágenes
de su mujer Yoko. Mostraba desde escenas banales hasta las más íntimas. Sin énfasis,
ni grandilocuencia, se presentaban a un mismo nivel la espera en un andén en una estación
de provincias, el paseo por una calle vulgar, durmiendo en una indiferente habitación de
hotel, o en medio de un orgasmo. Una sucesión de instantáneas de la vida transcurriendo
como en un indiferenciado espacio anónimo.
Después de la muerte de su mujer en 1990, Araki fotografía a todo tipo de mujeres en cuanto
a edad y profesión. Muchas de sus imágenes las presenta en una actitud de ofrecimiento
cosificado, esto es, una persona degrada a la categoría de cosa y tan sólo en calidad de
tal se ofrece a un otro. Para ello, se vale de la exhibición al mirón de la genitalia y
la desnudez como en disponibilidad, bien por aparecer atadas, colgadas incluso, pero con unas cuerdas
que maniatan de una manera ritual que inmediatamente se relaciona con el sado. De cualquier manera es
una presentación distante. Araki, se distancia de lo fotografiado, a diferencia de Nan Goldin,
cuyas fotos, siempre en color, tratan de hacer una inmersión en el mundo cotidiano (incluso el
sórdido), agarrando la privacidad y la intimidad. El trabajo de Araki, muchas veces en blanco
y negro, tiene el formato del Neorrealismo italiano y la Nouvelle Vague francesa, pero carece de la simpatía
por el sufriente de un Rossellini o un de Sica, y la cercanía cálida de un Godart o un
Chabrol.
Mientras que Nan Goldin, cuando aparece en sus fotos lo hace con la misma exposición e involucración
personal que sus otros personajes, dejando de ser precisamente personajes para ser personas que
se dejan mostrar, Araki, cuando se incluye en la fotografía lo hace en calidad de otro personaje, “Ararquía”.
El nombre es una combinación del suyo propio con el sustantivo “anarquía”.
Un personaje que es también un fotógrafo pero que “imita” al propio Araki.
Este registro visual es coherente con la “idea de un yo novelado” que Araki propugna
en cuanto que exclama, “Yo no afirmo que mis fotos sean verdaderas…”; pero sus
montajes, evidentemente forzando una imagen y evidentemente teatralmente ficticios, resultan atrayentemente
misteriosos. Esa atracción radica en que lo ficticio no resulta como algo distante y ajeno
al espectador, sino que paradójicamente parece cercano. Como si nuestra existencia pareciera
discurrir ajena a nosotros mismos, como si viviéramos extrañados de nosotros.
Tachado de pornográfico por lo explícito de sus imágenes, incluso cuando trata
con flores (serie Vaginal Flowers –Flores Vaginales), y de misógino por grupos feministas,
esta temática acaso podría tratar acerca de una contradicción latente en nuestro
tiempo. La contradicción entre lo íntimo como parte de la retórica que sustenta
un sistema basado en la individualidad infiltrada por la comercialización y el consumo mediante
la cosificación de esa misma intimidad. Araki se interesó desde el principio por la
industria del sexo en el barrio de Kabukicho de Shinjuku en Tokio (serie Tokyo Lucky Hole –El
Hoyo de la Suerte de Tokio). Fotógrafo para revistas tales como Playboy, Déjà-Vu
o Erotic Housewises (Amas de casa eróticas), cuando sus fotos se han exhibido en otros contextos,
como galerías o museos, ha sido arrestado (junto con el comisario de un museo) por atentar
contra las leyes contra la obscenidad japonesas. Araki así es el paradigma de la hipocresía
de un sistema social que propicia un modelo de relación personal comercializado y por tanto
cosificado, desnaturalizando los valores que se supone que sustentan la intimidad al tiempo que
penaliza el sacar de contexto esa situación precisamente para ponerla de manifiesto. Cuando
Junichi Shioda, comisario del Museo de Tokio señala que “las fotografías de
Araki son como un espejo, reflejando la realidad en la que vivimos”, refiriéndose precisamente
a su ciudad, Tokio, es porque estas imágenes tratan del retruécano (inversión
de términos) de lo que se supone que no es y sin embargo, en su apariencia de no ser, precisamente
lo es más.
En la galería La Fábrica se exponen ahora dos de sus más recientes series (ha publicado
más de 350 libros), la de Kaori (2002) y la de Diary (2005), de veinte fotos cada una. Es la segunda
exposición que la galería hace de Araki y es una ocasión de conocer y apreciar
la obra de este tan importante artista de relieve internacional, ahora que tiene precisamente lugar
una retrospectiva de su obra en el Barbican Centre de Londres.
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