MIOTTE. A RETROSPECTIVE
Museo Fundación Cristóbal Gabarrón. Valladolid.
Hasta el 1 de
Febrero
Por
Ángela Rubio
Jean Miotte demuestra que el Informalismo [L´Art Informel, término acuñado por
el crítico Michel Tapi para referirse a lo que no tiene forma] no ha desaparecido que sigue
vigente a comienzos del siglo XXI, eso si, evolucionado que sin abandonar la inquietud se muestra
más sereno. Su trabajo se caracteriza por un desarrollo constante basado en la experimentación
que le conduce a formas muy personales en las que no esconde una fuerte influencia de la caligrafía
china plasmada con un ritmo coreográfico. Estos son, precisamente, dos de sus principales
instrumentos creadores: la música y la danza.
Miotte nace en 1926 en el París de entreguerras. Con tan sólo 13 años, vive
el estallido de otra gran guerra, siendo entonces enviado a un internado jesuita. Reconoce haber
pasado allí momentos difíciles en los que las restricciones y el horror de la guerra
son el centro de sus pensamientos y conversaciones pero no de todas sus vivencias e inquietudes
ya que la escucha clandestina de esa deliciosa y decadente música prohibida, el jazz, le
permite relajarse.Con 19 años pasa 6 meses en un campamento militar donde su escasa habilidad
militar le permite dedicarse a decorar la sala de teatro. Afirma que allí creo el Pop Art,
veinte años antes de la llegada del mismo al panorama artístico. Víctima de
las penurias de la guerra, enferma y es enviado al hospital. Es en éste donde conoce a dos
personas que serían esenciales en su iniciación artística; por una parte Michel
Lassalle, quien le introduce en el estudio del arte escapando juntos por las tardes para asistir
a diferentes cursos en Montparnasse; y por otra el médico Dr. Weiler, coleccionista de pintura
fauve quien le animará a pintar.
Estos datos biográficos son interesantes para saber como los artistas se introducen o se ven
introducidos en el arte, en unos momentos tempranos que más tarde resultan olvidados o pertenecientes
al mundo de la nostalgia ante los que, a lo sumo, esbozamos una sonrisa sin caer en la cuenta de
su importancia.
En lo que puede considerarse un acierto de programación del Museo Fundación Cristóbal
Gabarrón, se nos presenta una retrospectiva con 51 obras que resumen la producción
de este artista desde 1947 al 2005¹. Comienza con un autorretrato
sincero de Miotte mirándonos de frente. En el interior nos encontramos con una sala grande
y diáfana, sólo fragmentada por dos paneles grises que articulan el espacio sugiriendo
un recorrido por las obras del artista en su mayoría de mediano y gran formato. En ellas
se nos muestra la fuerte tensión creada en el intento de comprender la complejidad de la
existencia humana, de su pulsión contradictoria llena de angustia y felicidad. Podemos encontrar
y experimentar nuestra existencia a través de la evolución de su obra.
En ella reivindica la libertad individual del artista a través de una pincelada gestual ,
expresión del pensamiento, del sentir emocional del propio artista, de su mente, sus sueños.en
el que la realidad exterior desaparece producto del desencanto del mito ilustrado. La razón
queda atrás a favor de la espontaneidad, surgiendo así un nuevo modo de expresión
que proviene de la introspección. Estos valores los halla en Oriente, concretamente en la
caligrafía china, en la que encuentra el refinamiento y la habilidad para sintetizar en
pocas pinceladas ese impulso interno lleno de verdad, emoción y simplicidad. "Compartimos
un paradigma de rápida transcripción y espontaneidad"
En esa pincelada gestual, espontánea y sintética encontramos plasmada otra de sus grandes
influencias: la danza. Con tan solo 20 años Miotte tiene la oportunidad de asistir en el
Covent Garden a las actuaciones de los ballets de Diaghilev y de admirar los escenarios diseñados
por Matisse y Picasso "Soñé con una maravillosa síntesis entre la pintura,
la música y la coreografía" .
Un sueño éste que consigue a base de líneas elásticas, flexibles de las
que emergen cuerpos dinámicos en un lienzo convertido en escenario. Allí crea un
arte vivo, desgarrado, proveniente no del intelecto sino directamente del sufrimiento y las vivencias
más internas. La danza muestra la esencia misma de la vida transmitiendo emociones universales
como el odio, traición, tristeza, amor y felicidad, ayudando a sacar fuera las vibraciones
del interior del cuerpo. Lo que Miotte toma de la danza, en definitiva, es la posibilidad de desnudar
el alma mediante el gesto que surge de la emoción de vivir.
Uno de los mejores ejemplos es su obra Choréographie de 1998 donde da protagonismo
al blanco y negro y parece caminar hacia una más que digna sobriedad que nos recuerda a
las bandas de color negro (influjo también del arte oriental) que emplea Luis Feito. Tres
años antes pinta Au-delà des morts y Mise en question (en la que creemos
reconocer cierta influencia de Martín Chirino en sus líneas curvas de hierro forjado)
obras de gran formato que invitan a vivir intensamente
A modo de síntesis clarificadora reproduzco una de sus citas más significativas: "Al
surgir de conflictos interiores, mi pintura es una proyección, una sucesión
de momentos agudos e intensos, llevada a cabo en plena tensión espiritual. La pintura
no es especulación de la mente o del intelecto, sino un gesto que sale de dentro"
¹ Echamos en falta más información acerca del
pintor y su obra en sala expositiva. El texto introductorio no resulta suficiente para abarcar
lo que después se nos muestra. Podríamos quizá, sugerir dos o tres paneles
con esta información o es un defecto cartelas más desarrolladas.
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