París y los surrealistas. Museo de Bellas Artes de Bilbao
Del 20 de junio al 18 de septiembre de 2005.
por Alberto López Echevarrieta
Trescientas setenta piezas del surrealismo componen la que posiblemente sea la más completa
exposición que se ha hecho sobre este movimiento artístico en mucho tiempo. "París
y los surrealistas" es un conjunto muy variado de pinturas, fotografías, objetos y audiovisuales
que, con una complejidad laberíntica, nos introduce en la última corriente inteligente
de las vanguardias clásicas del siglo pasado.
La muestra constituye un recorrido no cronológico por el París de los locos años
20, agrupando las obras por temas: "Eros surrealista", por ejemplo, reune fotografías de
Man Ray ("Meret y Marcusse", "Meret Oppenheim", "El violín de Ingres", "Nusch y Ady", etc.).
En "La maga y la musa" encontramos obras de Mimi Parent, recientemente fallecida, entre las que
se encuentra la célebre "Masculino-femenino", pieza que la artista presentó en la
Exposición Internacional del Surrealismo de 1959-60.
Pero si nos ceñimos a nombres que gozan de la gloria de las artes, tenemos que citar en el
apartado de "Antecedentes", a Goya con su "El sueño de la razón produce muertos",
y a Giorgio de Chirico con "Las musas inquietantes". Man Ray presenta una serie de retratos de los
protagonistas del surrealismo: De André Breton a Victor Brauner pasando por el Antonin Artaud
de la "Juana de Arco" de Dreyer. Dalí es figura obligada en "El sueño" con el óleo "La
imagen desaparece" y la aguada sobre papel negro "Rostro con hormigas". En "El automatismo", Miró asoma
con su "Pintura", realizada en 1926.
Aquí están Picasso, Tanguy, Picabia, Penrose, Magritte, Duchamp, Malkine, un collage
de Jacques Prévert y a título de curiosidad el libro "Défense de savoir" de
Paul Éluard encuadernado en vidrio por Georges Hugnet, y el famosísimo "Manifiesto
del surrelismo" de André Breton. La relación sería enorme.
En la presentación, la comisaria de la exposición, Victoria Combalía, ha confesado
haber realizado su trabajo como si ella fuera surrealista de verdad, abordando también el
tema político, algo que siempre olvidan los museos; la posición muy firme que tomaron
los surrealistas en defensa, por ejemplo, de la República española durante la Guerra
civil. O su posición, a veces ácrata, a veces cercana al Partido Comunista, porque
estos artistas siempre fueron de izquierdas.
Esta mirada surrealista de la capital francesa resulta sumamente atractiva, entre otras cosas porque
ofrece no sólo la posibilidad de una soberbia conjunción de artistas, sino la posibilidad
de comprender que los surrealistas no sólo fueron modernos en su arte, sino en cómo
veían el arte de los demás.
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