Luisa Fernanda
Un trabajo eficaz
Por Jorge Barraca Mairal
Música de Federico Moreno Torroba.
Libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw.
Director musical: Jesús López Cobos.
Director de escena y diseñador de elementos escenográficos:
Emilio Sagi.
Figurinista: Nuria Castejón.
Iluminador: Eduardo Bravo.
Director del coro : Jordi Casa Bayer.
Intépretes: María José Montiel (Luisa Fernanda),
Elena de la Merced (La duquesa Carolina), José Bros (Javier Moreno),
Plácido Domingo (Vidal Hernando), Raquel Pierotti (Mariana),
Javier Ferrer (Aníbal), Sabina Puértolas (Rosita). Coro
y Orquesta Titular del Teatro Real (Coro y Orquesta Sinfónica
de Madrid).
Madrid, Teatro Real, del 26 de junio al 19 de julio de 2006.
Luisa Fernanda es la zarzuela popular por antonomasia.
La mayor parte del público conoce sus melodías y recuerda,
al menos a grandes rasgos, su trama argumental. Los personajes —Vidal,
Javier, Luisa Fernanda, la duquesa Carolina— son arquetipos fáciles
de identificar y despiertan inmediatamente antipatías y simpatías.
Sobre este marco esencial,
con sus bien documentados toques históricos (revolución
de "la Gloriosa", batalla de Alcolea) y con reacciones previsibles
de los personajes, se despliega una música plástica, de
felices melodías, de cantables pegadizos y de dúos y números
corales siempre agradecidos.
El montaje de Sagi se acomoda a la simplicidad y llaneza de la estética
musical, no obstante, es ajeno a la ambientación madrileña
que se relaciona en el libreto. Hay que tener en cuenta que el entorno
donde suceden los acontecimientos —Plazuela de San Javier, Paseo
de la Florida, calle de Toledo— se menciona para dar verosimilitud
a una caracterización de tipos (castizos) en contraste con otros
(Vidal, personaje rural procedente del campo extremeño), y que
el juego simbólico de ambos ambientes se pierde si no se reflejan
en escena. Como único elemento de ambientación, Sagi coloca
en un lado del escenario una maqueta del centro histórico de
Madrid; que, antes que situarnos, se convierte en algo un tanto ridículo.
Amén de estas consideraciones, hay que reconocer que el director
de escena sabe desplazar a cantantes y masas con gran soltura a lo largo
de toda la obra; que los movimientos corales (figurantes "revolucionarios",
coro) se resuelven de forma natural; y que todos encuentran su sitio
adecuado sin agobiar el escenario. Igualmente, la dirección de
cantantes-actores es de gran calidad, así como la iluminación,
los figurines y la coreografía.
Pero
además de estas virtudes, ya marca de la casa Sagi, las funciones
contaban con un éxito de público asegurado gracias a la
participación de Plácido Domingo. Nuestro tenor más
internacional hizo en este caso de barítono, y presentó
un Vidal espléndido por la intención, la soltura, la presencia
escénica, la nitidez en la dicción y, sobre todo, por
su naturalidad y seguridad sobre las tablas; un equilibrio entre la
espontaneidad y su experiencia que hacía perder cuidado respecto
a cualquier problema a la hora de abordar el personaje. Domingo gusta
de este papel y lo encarna con total convicción. Sabe presentarse
como el rústico pero inteligente y valiente hacendado, al que
sonríe la suerte durante toda la obra (a excepción del
conocido y probablemente injusto desenlace) porque, frente al titubeante
y arribista Javier, él tiene claro lo que quiere y cuál
es el rango social al que pertenece.
El poco caballeroso personaje de Javier también tuvo en José
Bros un notabilísimo intérprete. La verdad es que supone
toda una suerte haber contando con el magnífico tenor catalán
en funciones de zarzuela durante tantas semanas —primero en La
tabernera del puerto y ahora en esta Luisa Fernanda—.
El cantante de tan fácil agudo, cuidada
línea y bellos efectos canoros sorteó sin ningún
problema toda la parte de Javier e hizo alarde de refinamiento en el
aria de entrada, el dúo con la duquesa y el último número
con Luisa Fernanda. En fin, todo un lujo.
Al lado de estos dos grandes artistas masculinos estuvo una algo menos
convincente María José Montiel. La cantante posee recursos
vocales y es una intérprete ya con experiencia; sin embargo,
su actuación hubiese necesitado de más convicción
y no parecía moverse a gusto dentro del rol. Mejor en los dúos
ligeros que en los momentos dramáticos, aunque siempre bien acoplada
con Plácido Domingo.
La duquesa Carolina de Elena de la Merced contrastó de forma
adecuada con la Montiel. Su timbre, más ligero y aéreo,
se correspondía al caracter del personaje. Igualmente, representó
de forma también adecuada la vacuidad y egoismo de la Duquesa.
Bien el resto de secundarios, sobre todo Raquel Pierotti (como Mariana)
y Javier Ferrer (como Aníbal). También el coro que dirige
Casas Bayer dio de sí todo lo que cabía esperar.
A Jesús López Cobos se le vio disfrutar en la dirección.
Se nota que puede relajarse y que la obra no representa para los músicos
ninguna dificultad técnica, por lo que se recrearon en una ejecución
limpia y sin contrastes dignos de mención.
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