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John Martin (1789-1854): La oscuridad visibleMuseo de Bellas Artes de Bilbao, del 17 de julio al 1 de octubre de 2006
Por Alberto López Echevarrieta Estamos ante la primera muestra monográfica dedicada en España a John Martin (Haydon Bridge, Northumberland, 1789 – Douglas, Isla de Man, 1864), que ha sido organizada por la Calcografía Nacional, en colaboración con el Centro Cultural Conde Duque del Ayuntamiento de Madrid y del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Martin es uno de los pintores y grabadores británicos menos conocidos entre nosotros y eso que su obra es tan numerosa como importante. Está considerado como uno de los personajes fundamentales del romanticismo europeo y figura clave de la estética de lo sublime. Desde este punto de vista, crea y potencia una visión apocalíptica con grandes escenografías que tendrá seguidores tanto en el mundo de la pintura como de otras artes plásticas, arquitectura e incluso en el cine colosalista. En el caso concreto del grabado, John Martin es uno de los maestros indiscutibles de la manera negra o “mezotinta”, técnica en la que la imagen se construye no a través del diseño, sino de las pequeñas superficies punteadas que crean un efecto de oscuridad aterciopelado muy particular. De ahí que el título sea “La oscuridad visible”, porque el efecto que invade todos sus grabados es negro y de él afloran las luces. La muestra que ahora se puede ver en Bilbao sirve para revisar la evolución creativa de uno de los máximos exponentes de la estética de lo sublime. En muchos de sus trabajos trata de despertar la emoción del espectador representando lo sobrenatural de una forma ampulosa que recuerda los dibujos de Doré, sobre todo en los que tienen como tema los motivos bíblicos. Las representaciones arquitectónicas son de una complejidad extrema. Ruinas clásicas o simplemente invenciones arquitectónicas sitúan a su autor como un visionario con inquietudes urbanísticas. Algunas de sus ideas fueron llevadas a la práctica muchos años después de su muerte. La importancia de John Martin es tan trascendental que en su momento llegó a ser un creador más cotizado, más reconocido y más prestigioso que figuras claves contemporáneas suyas, como William Blake que usó el color, la luz y la forma de un modo muy personal; Joseph Mallord William Turner que se caracteriza por la intensa luminosidad de los efectos atmosféricos de sus pinturas; u otras grandes figuras del romanticismo británico. La exposición está dividida en varias secciones, la primera de las cuales incluye un retrato del autor y algunas acuarelas y estampas pertenecientes a su primera etapa. Le siguen acuarelas inspiradas en aguafuertes italianos del siglo XVIII, estudios de la suntuosa mansión de Sezincot y sus alrededores, y finalmente temas procedentes de Ovidio y de la Biblia. Hay obras que son clásicas en el catálogo de Martin, como “El festín de Baltasar”, uno de los mejores ejemplos de lo sublime en el arte romántico, para cuya realización el pintor se documentó exhaustivamente en textos bíblicos y matemáticos. En 1837 hizo “Marcus Curtius”, una de sus obras más populares y posiblemente la que ha generado el mayor número de copias al óleo. Otro de sus trabajos más conocidos es el titulado “El diluvio” con una grandiosidad escénica y un extraordinario juego de luces. Pertenece a la serie bíblica que hizo el artista a partir de 1830 con un proyecto que, por caro, se vino abajo. Sólo así se explica la frecuencia con que Martin grabó este tipo de estampas y de las que “La Crucifixión” y “El Juicio Final” son trabajos clave. Todo el romanticismo y la visión poética
de John Martin está a nuestro alcance en una muestra
que descubre a un artista. Por si hiciera falta.
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