Museo Diocesano de Arte Antiguo de Sigüenza
Una restauración singular
Por Carmen González García-Pando
Frente
a la soberbia catedral que acoge el sepulcro de El Doncel de Sigüenza, está situado
un palacete neoclásico
del siglo XVI que, en su día, perteneció a la familia Gamboa. A finales de los años
sesenta, este edificio, conocido como "Antigua Casa de los Barrena" se convirtió en
el Museo Diocesano de la ciudad. Como quiera que la edificación presentaba serios problemas
en su estructura interna, se decidió hacer una restauración a fondo y acondicionar
el espacio como ámbito museológico. No se han escatimado esfuerzos económicos
ni humanos para la recuperación
de este magnífico palacete, como tampoco para dotar
su interior con las más avanzadas tecnologías para garantizar la conservación
de las obras allí expuestas. El resultado es francamente loable y se debe, especialmente,
a la iniciativa del Obispo D. José Sánchez González.
Más de doscientas piezas se
han distribuido entre las dos plantas del museo. En la inferior, se sitúan siete salas que giran
en torno a un patio central acristalado y que también sirve como ámbito expositivo.
En estos ambientes, irregulares y angostos pues respetan la estructura original del palacio, se ha instalado
una pequeña colección de obras prehistóricas que nos remonta a las raíces
más remotas de nuestra memoria histórica. Seguidamente dos fantásticos arcos mudéjares
enmarcan la joya por excelencia de este museo: “La Inmaculada Niña” (1656) de Francisco
de Zurbarán; una obra excelente donde se detecta la influencia de Guido Reni y en la que una virgen
niña se eleva sobre Sevilla, la adorada ciudad del pintor andaluz.
La colección de Vírgenes
en Majestad románicas y góticas, es otra de las perlas del museo. Como también lo
es el conjunto de tablas pintadas, entre los que hay que destacar un San Sebastián y una
pequeña Inmaculada. Continúa la exposición en el segundo piso, en una sala diáfana
-más acorde con la exhibición museística- donde, entre otras piezas, se pueden contemplar
retablos del XV y XVI, orfebrería, marfiles bellísimos y una tabla magnífica atribuida
a Luis Morales, el Divino.
Los organizadores, siguiendo el ejemplo
de otros centros de arte, y en su afán de mantener el museo vivo, llevan a cabo el proyecto “Pieza
del mes” en el que, cada cierto tiempo, se destaca, de manera especial, una obra singular. Para
esta ocasión se ha elegido por su emotiva espiritualidad y calidad magistral, la “Anunciación” de
El Greco. Esta obra tardía, ejecutada entre 1604 y 1614, es propiedad de la Catedral. La composición
de las figuras, el contraste de luces y sombras y el juego de tonalidades es un compendio de genialidad
creativa. Una evocación a la inseparable relación entre lo humano y lo divino.
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