María Ángeles Pérez López: «Fiebre y compasión de los metales»
por Alberto García-Teresa
Vaso Roto, 2016. 56 páginas
Fiebre y compasión de los metales se trata de un poemario breve, que cuenta con poco menos de treinta piezas, y que posee una gran unidad en todos los aspectos. María Ángeles Pérez López arma los textos de este libro con objetos sencillos y concretos, a los cuales sitúa en un entorno cercano, de cierto aislamiento. Todos ellos comparten el estar fabricados con metal y el poseer filo y ser cortantes: unas tijeras, un cuchillo, un bisturí, un hacha, una aguja, un punzón, una hoz, etc.
La poeta posee una gran capacidad para construir imágenes de enorme resonancia. Destaca su extraordinaria habilidad para levantarse desde algo muy singular, pero sin especificaciones, e ir abriendo el foco hasta englobar referencias sociales. De fondo, resuena toda la tradición de poetas que elaboran una lectura trascendente de elementos cotidianos.
Al partir de dichos objetos, la autora puede centrarse en los efectos, no en las causas. De esta forma, Pérez López va trabando correspondencias gracias a una mirada amplia, que continúa amarrada a dichas herramientas, sin perder pie, en un difícil equilibrio. En ese sentido, hay que señalar que la autora nos está hablando de la descomposición y la composición de la materia (de los metales y de los utensilios fabricados con ellos), pero se refiere, en el fondo, a una destrucción también ideológica y moral del mundo; de un recorrido hacia el abismo. Así, aplica y nos abre una lectura política de la realidad con esas pequeñas metáforas, aunque prime el desbordamiento verbal de los elementos presentados. Se hace patente, pues, una intención continua de mostrar el mundo escalonadamente desde la observación y la especulación con los metálicos objetos mostrados. De esta forma, se cuelan líneas críticas de mayor o meno intensidad (el texto está más o menos orientado hacia ellas o articulado en torno a ellas), aunque, en la mayoría de las ocasiones, dichos apuntes de denuncia forman parte, como uno más, del despliegue y el recorrido que lleva a cabo la poeta.
Pérez López emplea oraciones cinceladas con una inteligente disposición (y omisión) de los artículos para ampliar sus referencias. Además, aprovecha al máximo las posibilidades expresivas del filo de dichos objetos: tensión latente, elementos invasivos, herida viva y herida en potencia, etc.
En todas las páginas del volumen subyace una actitud rebelde, como pueden revelar las muestras pequeñas de naturaleza insurrecta que se levanta entre y contra la urbanización. Asimismo, palpita una violencia permanente, un entorno de agresión y una atención preferente a lo dañado. Se detiene en lo desamparado y la compasión brota, entonces, como uno de los vectores que mueven el poemario. Finalmente, Pérez López incorpora también un plano de reflexión sobre lenguaje, o incluso emplea el lenguaje como referente, dentro de esos contextos, aplicando el mismo protocolo de saltos de ámbitos, perspectivas y campos semánticos. El propio trabajo con el lenguaje, en definitiva, resulta la clave y uno de los máximos aciertos de este interesante y sugestivo poemario.