«Intervalos Negros», de José Guerrero
por Alberto López Echevarrieta
Museo de Bellas Artes de Bilbao, del 1 de junio al 18 de setiembre de 2016
Intervalos negros, un óleo sobre lienzo de gran tamaño (180 x 278 cms.) original de José Guerrero (1914-1991), figura como “obra invitada” en el Museo de Bellas Artes de Bilbao durante este verano gracias al patrocinio de la Fundación Banco de Santander. La pinacoteca vasca, que posee en su colección el acrílico Centro negro (170 x 141 cms.) del mismo autor, ofrece al espectador la oportunidad de comparar dos interesantes trabajos de uno de los artistas más significativos del expresionismo abstracto.
Nacido en Granada, Guerrero se distinguió siempre como un buen grabador y un seguidor destacado de la obra de su contemporáneo Mark Rothko, uno de los fundadores del grupo The Ten. El expresionismo y el surrealismo impresionaron a aquel joven que, tras estudiar en la Academia de San Fernando con Vázquez Díaz como profesor, marchó a París para dejarse influenciar en las últimas corrientes del momento, especialmente en lo referente a la vanguardia española.
Este movimiento artístico creó en él una conciencia que determinó su futuro. Picasso, Miró y Gris fueron las luces que guiaron sus primeros pasos. Tras pasar revista a cuanto se hacía en este sentido en distintos puntos de Europa, Guerrero marchó a Nueva York donde tomó contacto con el expresionismo abstracto que determinaría sus inmediatos proyectos. No olvidó sus raíces hispanas al relacionarse allí con exiliados españoles como el poeta Jorge Guillén con el que tuvo una buena relación de amistad.
Regresó a España para vincularse a informalistas que tenían como principal foco el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y luego al grupo fundacional de artistas vascos Gaur. De vuelta a Estados Unidos, fijó allí su residencia definitiva, adoptando la nacionalidad del país.
Gracias al programa “La obra invitada” podemos ver ahora en Bilbao el gran lienzo Intervalos negros, perteneciente al Centro José Guerrero de Granada, que se inauguró en el 2000 con los fondos de la familia del artista. Muestra catorce cerillas perfectamente alineadas en la supuesta caja que los contiene. Realizado en blanco y negro, este óleo, como el resto de la serie Fosforescencias, surgió en la imaginación del pintor tras observar las posibilidades que permitía una caja de cerillas durante un vuelo que realizó entre Nueva York y Estocolmo. Un aspecto tan curioso como éste dio pie a interesantes obras como la que se expone en Bilbao.
Intervalos negros (1971) puede compararse con Centro negro (1975), una obra acrílica que pertenece a la colección del museo. En ella la importancia cortante del negro resulta rompedora sobre otras tonalidades, y es que este color tuvo una gran importancia en Guerrero.