Discos
por Xavier Valiño
PJ HARVEY: The Hope Six Demolition Project (Island)
Cinco años ha tardado PJ Harvey en dar continuidad a Let England Shake (2011). Su nuevo álbum tiene como origen sus viajes a Kosovo, Afganistán y Washington D.C. junto al fotógrafo y cineasta Seamus Murphy, que dieron como resultado un show multimedia que realizaron juntos el otoño pasado en Londres, así como su libro de poesía The Hollow of the Hand. “Quería oler el ambiente, sentir el suelo y conocer a personas de los países con los que estaba fascinada”, ha confesado Harvey.
Su noveno álbum, The Hope Six Demolition Project, se grabó el año pasado durante su residencia en el Museo Somerset House de Londres, en una experiencia en vivo titulada Recording in Progress en la que los espectadores podían seguir en directo la grabación de Harvey con su banda, los productores Flood y John Parish y los ingenieros trabajando en un estudio de grabación construido ad hoc, a través de un espejo.
Acostumbrados a los continuos retos y cambios de sonido de su autora, en esta ocasión la ruptura no es tan acusada, siguiendo la línea marcada por su anterior trabajo. Si acaso, este disco llega muy marcado por la presencia del saxofón, a veces excesiva, pero con al menos una mitad de canciones destacadas como “The Community of Hope”, “The Ministry of Defence”, “A Line in the Sand”, “The Ministry of Social Affairs”, “The Wheel” o “Dollar, Dollar”.
PÁJARO: He matado al ángel (Happy Place)
Santa Leone fue toda una revelación, un disco inesperado para un artista que debutaba en su mediana edad tras toda una vida acompañando a otros músicos como Silvio, Kiko Veneno, Raimundo Amador o, también, No me pises que llevo chanclas. Ahí estaban canciones como “Dogo’s Walk” que son ya clásicos de esta década en castellano.
Tras cuatro años, Andrés Herrera y sus secuaces regresan con un segundo álbum en el que el blues se cruza con el tropicalismo, el swing, el surf y la tarantela de navajazo y lupanar. Una obra brillante y atemporal pergeñada con nocturnidad y alevosía, en comunión con un rosario de colaboradores del calibre de Guadalupe Plata, All La Glory, Julián Maeso Grupo, El Twanguero, Los Saxos del Averno y Ángel Sánchez. Continuista e igualmente impactante, en este disco se ha dejado llevar más por su vena italianista y un mayor número de instrumentales rotundos.
THE KVB: Of Desire (Invada)
Tras el lanzamiento de su trabajo anterior Mirror Being, una colección de experimentos análogos e instrumentales inéditos que fueron grabados entre Londres y Berlín en 2014, Geoff Barrow (Portishead) quedó cautivado por el sonido shoegaze oscuro y evocativo de The KVB y ofreció al grupo grabar un nuevo disco.
El quinto álbum de los británicos, segundo para la discográfica Invada, ha sido masterizado por Sonic Boom (Spacemen 3), por lo que no es de extrañar que el dúo de Bristol formado por Nicholas Woods y Kat Day suenen familiares y originales al mismo tiempo. Según reconocen, este disco cuenta con influencias de Death In Vegas, Scott Walker y Roxy Music, aunque tal vez sean más evidentes las no declaradas de The Jesus & Mary Chain, The Cure o Suicide en su oscuro e hipnótico viaje electro-psicodélico.
STURGILL SIMPSON: A Sailor’s Guide to Earth (Atlantic-Warner)
Prácticamente desconocido en España, donde solo ha dado hasta ahora un concierto, Sturgill Simpson es uno de los grandes nombres del rock de hoy en día, como confirma su tercer álbum A Sailor’s Guide to Earth, que da continuidad a High Top Mountain (2013) y Metamodern Sounds in Country Music (2014).
Más conocido ahora por la canción “Sugar Daddy”, el tema principal de la banda sonora de la serie de televisión Vinyl, su nuevo álbum, autoproducido, ha sido grabado en Nashville, aunque, como se podría intuir por la participación de la banda The Dap-Kings, habituales de Sharon Jones, Simpson está cada vez más lejos del country. De hecho, cita entre sus referencias a Bill Withers, Marvin Gaye, The Clash, George Harrison o el sello Motown. Y de todo eso hay algo en este exquisito disco centrado en la historia de un marinero solitario que escribe cartas a casa, como una inesperada versión en clave soul del tema de Nirvana “In Bloom”.
LEÓN BENAVENTE: 2 (Warner)
Su debut homónimo hace tres años fue una de las grandes revelaciones del rock en español, llegando a todo tipo de públicos aquí y al otro lado del Atlántico. Detrás había cuatro veteranos de bandas como las de Nacho Vegas, Schwarz o Tachenko, con lo que su éxito fue uno de los más merecidos actos de justicia poética de los últimos tiempos.
Tras dejar atrás la independiente Marxophone, su segundo disco supera a su antecesor en casi todo, especialmente los textos. Si “Tipo D” mejora incluso los logros de EL Columpio Asesino (con deudas a la banda Sexual Harrasement), el resto de sus temas se pasean por el post punk, la canción melódica, la electrónica, el krautrock o la tradición cantautora. Y por si fuera poco, se han dejado un tema rotundo como “Televisión”, grabado junto a Bunbury, para una cara B. Así de sobrados andan.
WEEZER The White Album (Crush-Atlantic)
Antes había habido otros tres discos de color en su discografía, sin título específico: azul, verde y rojo. Su décimo álbum se publica de nuevo sin denominación alguna, por lo que es su color lo que se impone, el álbum blanco. Podría parecer un homenaje al disco similar de The Beatles, pero la gran influencia para este álbum ha sido otra banda fundamental en la historia del rock: The Beach Boys.
Son el grupo favorito del líder de Weezer, Rivers Cuomo, especialmente por sus melodías y sus progresiones armónicas Como ellos, son de California, viven en la playa y pasean por Venice, Santa Monica… Pero lo mejor es que esa referencia les ha llevado a grabar uno de sus mejores trabajos, cargado de grandes momentos. Además de los singles “Thank God for Girls”, “Do You Wanna Get High?” o “King of the World”, esconde dentro una gran joya pop, “(Girl We Got a) Good Thing”.