Varios autores: “Los ritos de los sentidos”.
por Julia Sáez-Angulo
Cantarabía, 2015. 80 págs.
El libro Los ritos de los sentidos es la antología de poesía árabe de los siglos XX y XXI, seleccionada y traducida por Jaouad Elouafi, Bahi Takkouche, Manuela Palaciós y Arturo Casas. La ilustración del mismo es la caligrafía de Hachemi Mokrane. EL libro, bilingüe en árabe y español, ha sido publicado por la editorial Cantarabía, dirigida por Carmen Ruiz Bravo.En la introducción suscritas por los antólogos y traductores se explica que “Los ritos de los sentidos es una selección de poesía árabe sobre el cuerpo y la cultura que lo arropa, lo engalana, lo circunscribe o lo oculta, Los cuerpos que habitan estos poemas gozan y sufren, ansían el roce de otros cuerpos o bien la unión con un espíritu trascendente”.
“A mi amado no lo iguala amado alguno,/ en mi corazón no hay sitio para otro./Mi amado se ausenta de mi vida y presencia/ aunque de mi corazón jamás se aleja”, dicen los primeros versos del poemario.
“El poemario, con versos de los siglos XX y XXI en el rico y vasto contexto de la literatura árabe, incorpora varias muestras de la literatura sufí a partir del siglo VIII. La lírica sufí ilustra un tratamiento del amor que, para trascender el cuerpo, ha de delimitarlo primero. La poesía árabe custodia el pensamiento y la voluntad de su pueblo, conciliando su cautivadora dimensión estética con otros empeños de índoles social, emocional y espiritual”, se explica en la introducción.
“Esta es Damasco, estos la copa y el vino./ Amo y algunos amores degüellan./ Soy el damasceno y si abriera mi cuerpo/ brotarían de dentro racimos y manzanas./Si el cuchillo hendiera mis venas/ oiríais la voz de los ausentes en la sangre./ Trasplantar el corazón sana a ciertos amantes/ más para el mío –si amase- no hallaría cirujano.”, dice el poema de Nizar Qabbani.
La musicalidad y cadencia de sus versos van acompañadas, por los ritmos caligráficos que Hachemi Mokrane puso a dialogar con cada poema, lustrándolo con una de sus palabras primordiales.
“Se fue sin que ninguna mejilla palideciese por ella ni temblase labio alguno./ Las puertas no escucharon la historia de su muerte una y otra vez, nadie corrió cortinas en las ventana,/ derramando tristeza y dolor, para acompañar con la mirada el ataúd hasta perderlo de vista. (…), dice el poema Elegía a una mujer corriente de Názik Al-Malaika.