John Grant, presión negra
por Xavier Valiño
Ha sido uno de los viajes más espectaculares, teniendo en cuenta que John Grant pensaba que nunca volvería a hacer música, a recibir premios, alabanzas, colocar discos en las listas de éxitos, colaborar con estrellas como Sinead O’Connor, Goldfrapp o Elton John, y recibir la nominación a mejor solista masculino internacional en los Brits Awards de 2014.
Y ahora llega el tercer álbum de Grant, Grey Tickles, Black Pressure, un auténtico tour-de-force que refina y entrelaza las dos hebras principales de su ADN musical, la balada suntuosa y atemperada y la canción de pop electrónico recio y efervescente. Entre la fastuosidad de su imponente sonido, surgen nuevos logros musicales como el sólido tema titular, mientras que el drama de ”Black Blizzard” recuerda los preciosos y gélidos paisajes de sintetizador de John Carpenter o Bernard ‘Black Devil Disco Club’ Fevre. La contagiosa y jovial “You And Him” combina rock zumbante con una salpicante base electrónica, y el dramatismo orquestal envuelve la pesadillesca “Global Warming”, mientras que el álbum se cierra con un colofón cinematográfico, ”Geraldine”.
Grey Tickles, Black Pressure se grabó en Dallas con el productor John Congleton (St Vincent, Franz Ferdinand, Swans), curiosamente en el mismo estado de Texas donde Grant alumbró en 2010 su debut en solitario, Queen Of Denmark, junto con Midlake. Tras ese regreso triunfal, mejor álbum de 2010 para la revista Mojo, Grant grabó en 2013 Pale Green Ghosts en la capital islandesa de Reykjavik (donde ha vivido desde entonces), que entró en las listas de venta en su primera semana y fue designado mejor álbum del año por Rough Trade Shops y entre los cinco mejores por las revista Mojo o Uncut.
Tal reconocimiento, coronado por años de conciertos por Europa con las entradas agotadas y una reciente gira por Estados Unidos como invitado especial de Pixies, deberían convencer a un Grant notablemente inseguro y autocrítico de que Grey Tickles, Black Pressure cimentará su merecida reputación como el cronista de la condición humana más desarmantemente honesto, caustico, profundo y divertido de esta era constantemente desafiante, trágica incluso, que es el Siglo XXI.
“Creo que es un gran álbum y estoy verdaderamente orgulloso de él”, comenta. “Quería mostrarme más temperamental y furioso en este disco, pero seguramente ha sido con el que más me he divertido”. Cita al ‘maravilloso’ teclista de sesión Bobby Sparks, “que nos dio un toque mucho más funky”, como parte de esa diversión; además de un mes de sol en Dallas “tras la brutal oscuridad del invierno en Islandia. Y muchas risas”.
Dicho esto, la diversión no es el primer ingrediente que esperas cuando te dicen de dónde viene el título del álbum: ”‘Grey tickles’ (‘cosquillas grises’) es la traducción literal del islandés para referirse a la ‘crisis de la mediana edad’, mientras que ‘black pressure’ (‘presión negra’) es la traducción directa del turco para ‘pesadilla’“, explica Grant, con un don de lenguas poco habitual (habla rudo, alemán, un poco de castellano y ahora está inmerso en el islandés).
Sin embargo, también hay muchos rasgos positivos en Grey Tickles, Black Pressure. Grant, por ejemplo, muestra una forma vocal fabulosa y se ha alejado de las temáticas concretas que moldearon sus álbumes anteriores (aunque el concepto del amor siempre acaba apareciendo). “Disappointing” –con la voz invitada de Tracey Thorn– es un homenaje exuberante al nuevo amor, ante el cual las cómicas favoritas de Grant de Saturday Night Live, los artistas rusos y los ‘bailarines de ballet con o sin mallas’ palidecen en comparación. Los otros dos invitados del disco son la cantante Amanda Palmer y el ex batería de Siouxsie & The Banshees, Budgie.
Pero el resultado final es ciertamente un disco temperamental y furioso, con el humor como punto de apoyo, aunque tan oscuro como Reykjavik en febrero. Empieza y termina con fragmentos hablados titulados, simplemente, ”Intro” y “Outro”, ambos tomados de la misma cita bíblica (de la primera carta a los Corintios, capítulo 13) acerca de la divinidad del amor que John aprendió en la iglesia siendo adolescente. Entre medias, 12 canciones que documentan la realidad del amor en el planeta Tierra, corrompido por, en palabras de Grant, “el dolor, la incomprensión, los celos, la cosificación y las (falsas) expectativas”.
Las dos últimas canciones del disco están entre lo mejor de su obra. ”No More Tangles” lucha contra la codependencia “de maricones narcisistas”, canta entre metáforas sobre productos capilares. “Trata sobre no disculparse por ser quien eres y no tener que soportar gilipolleces innecesarias de gente a la que no le importas”. Pero “Geraldine” (por Geraldine Paige, “una de las actrices más particulares, fuerte y guay que he conocido”), última de sus canciones dedicadas actores/actrices, es la oportunidad de Grant de preguntarle si ella también ha tenido que “soportar esta mierda” que la vida nos impone.
Así que John Grant sigue apañándoselas para meterse en una buena pelea y escribir sobre su forma de sortear los problemas con otro disco único. “Quiero seguir probándome a mismo”, dice. “Seguir colaborando, conseguir el sonido o la dirección que me lleve a donde quiero llegar. En definitiva, seguir cogiendo al toro por los cuernos”.