José Manuel Lucía Megías: «Los últimos días de Trotski»
por Alberto García-Teresa
Calambur, 2015. 88 páginas
Con los últimos años de la vida de Trotski, José Manuel Lucía Megías construye un sólido poemario que constituye una reivindicación de su figura y de su lucha. Mediante la incidencia en la tragedia de su exilio y de su muerte, acrecienta su relevancia (apelando a una conexión emocional con el lector) y lo convierte en un símbolo de la revolución, de la injusticia; de todo luchador por una utopía.
El autor, que suele entregar obras muy unitarias formal y conceptualmente, continúa el perfil narrativo que ya practicara en Libro de horas, su primer poemario, y que sucediera en títulos como Cuaderno de bitácora. Con esa orientación, se centra en la subjetividad del personaje. Coloca el “yo” poético en Trotski y así expresa sus sentimientos, sus reflexiones, sus tensiones y sus dudas mediante un verso largo, incluso versículo, donde el poeta mantiene bien el ritmo y la intensidad. En otras ocasiones, la historia se cuenta en tercera persona, a modo de narrador omnisciente que relata la experiencia y pensamientos de Trostki. El poeta, de este modo, va sumando episodios y personajes históricos, con lo que el relato traza un periplo personal desde lo documental, para el que no resulta necesario reconocer todas las referencias puesto que lo fundamental reside en la intensidad lírica de los textos, en cierto modo reiterativo.
Lucía Megías recoge a Trotski como un revolucionario infatigable. Su muerte aparece como el culmen de las adversidades que han jalonado su vida y su propuesta política. Así, el poemario supone la constatación de una derrota, la del proyecto revolucionario, y de un fracaso existencial personal. El libro agrupa poemas dominados por el dolor, la amargura y la tristeza. Supone una constitución de la soledad, del abandono. Sin embargo, a su vez, se resalta el apoyo de su mujer, Natalia. En ese sentido, los textos encierran un hermoso canto de amor enfatizado por las duras condiciones de vida que rodean a la pareja (el miedo, el encierro continuo, el exilio…).
Por último, el volumen constituye una denuncia de la represión, de la tortura, de la infamia y de la mentira, y manifiesta la traición que supuso el estalinismo para la revolución y para el proyecto de Lenin. Finalmente, también se remarca la insumisión ante la evidencia de la muerte, ante la maquinaria represiva.
Así, Los últimos días de Trotski supone la expresión lírica de un sentimiento histórico, una expresión individual que se torna colectiva; la del sufrimiento y el anhelo de todos aquellos marxistas revolucionarios o incluso de aquellos revolucionarios antiautoritarios.