Discos
por Xavier Valiño
RAFAEL BERRIO: Paradoja (Warner)
Por desgracia, Rafael Berrio sigue siendo un desconocido para el gran público, incluso para los más o menos preocupados por el rock que se hace en este país. Algunos pocos fanáticos saben que letristas como él son una rara avis en la música en castellano y que el sonido de sus canciones rezuma clasicismo y emoción en cada uno de sus poros. Poeta bohemio, músico a la espera de la llamada de su vocación, sus canciones hay que perseguirlas y descubrirlas en una obra que ha quedado a merced de las veleidades de la industria discográfica, acumulando ya más de un centenar de ellas.
Paradoja es el disco de guitarras que venía anunciando hace un tiempo, el que rompe con la línea afrancesada y de sonoridades alejadas del rock que representaron 1971 y Diarios. Es, justo, lo que todos sus seguidores querían, lo que a él le pedía sus entrañas. Y aunque estemos mal acostumbrados a esas letras únicas en nuestro Estado, en esta ocasión la afilada lengua de la instrumentación eléctrica lo lleva de vuelta a los santos patrones Reed o Dylan, aquellos que han marcado su existencia. Siendo uno de nuestros AUTORES mayores, este es un disco MAYOR.
EMILIO JOSÉ: Agricultura Livre (Foëhn)
Tras sorprender hace más de una década con el grupo Apeiron (que, parece ser, continúan trabajando en su segundo disco), en 2009 Emilio José llamó aun más la atención con su primer álbum, Chorando apréndese, un disco doble que mezclaba de forma inusual bossanova, folk, electrónica, psicodelia, pop experimental y unas cuantas cosa más. Y ahora, cuando lo habíamos olvidado involuntariamente, vuelve con un álbum triple (inicialmente iba a ser sencillo, con siete canciones) y que combina todo lo anterior más hip-hop, jazz, pop lo-fi, samba, r&b, soul, cumbia, funk, ambient…
Estamos ante un trabajo monumental de 52 canciones, con casi cuatro horas de música. En esta ocasión ganan protagonismo los instrumentos orgánicos frente al predominio de las bases MIDI de su anterior entrega. Ante tal tour de force, está claro que todo el mundo encontrará algo que le sacuda y le atrape, por intrincado que parezca a priori su mundo. Desmesurado, excesivo, inmenso… e hipnótico.
SELVÁTICA: Un mundo extraño (Discos de Kirlian/Mama Vynila)
Los antecedentes eran inmejorables, pero el presente supera las expectativas. Paula y Manu habían formado parte de Indómitos, que editaron en su día un único disco, y de quienes hace poco se han publicado sus maquetas. Cuando ambos emigraron a Brasil por razones laborales, decidieron crear Selvática en Río de Janeiro, respondiendo a la llamada de la selva. Digamos que las nuevas latitudes, las nuevas sonoridades, les impulsaron a coger de nuevo los instrumentos, para atrapar la energía y vitalidad de su nuevo hogar combinándolos sus gustos de toda la vida.
Grabaron una maqueta de doce temas que se publicó online bajo el título de Canciones cariocas. Y ahora llega Un mundo extraño, grabado durante el mes de enero de 2015 con Israel Ruíz (Pedrito Diablo, Joao Tomba), Ibán Pérez (L Casio, Tut Vu Vu) y Luismi G. Almuíña (Lobishome, Travesti Afgano), con el propio Iban Pérez a los controles. Y el resultado es un adictivo tratado de alma gallega y fuego brasileño, de post-punk, rock tropical, guitarras garajeras y ritmos libres y calurosos.
SONGHOY BLUES: Music in Exile (Transgressive)
El título del primer álbum de estos jóvenes músicos de la etnia songhoy del norte de Mali es literal: la inestabilidad debido a las luchas étnicas y religiosas en su región obligó a sus familias a refugiarse en la capital, Bamako, donde se conocieron y decidieron luchar con las armas que mejor manejaban, su música, prohibida en las regiones de dominación muyahidín. De ahí lo de Música en el exilio.
En 2013 se enteraron de que andaba por la ciudad el productor francés Marc-Antoine Moreau buscando talentos para el proyecto de Damon Albarn Africa Express, y acabaron colaborando con Nick Zinner de Yeah Yeah Yeahs en el disco Maison des Jeunes. Ahora publican su primer álbum para celebrar la música como lo haría cualquier grupo de chavales de cualquier ciudad del mundo, aunque mediatizado por su lugar de origen y una puntería pasmosa: cuatro tipos con guitarras, bajo y batería sacando toda su energía, rabia y ansia de liberación. Blues del desierto ahora, antes rock’n’roll.
GRIMES: Art Angels (4 AD)
Tras Visions, Claire Bouche, más conocida como Grimes, da otro golpe de timón. Art Angels, grabado y producido al completo por ella en su estudio casero de Los Ángeles, cuenta con colaboraciones a cargo de la rapera taiwanesa Aristophanes y de la gran dama del neo-soul Janelle Monae. La novedad es que en este nuevo álbum hay más instrumentación en directo que nunca antes, y en él se anima a tocar también piano, guitarra y violín, dando continuación a una evolución como músico que no parece tener fin.
Sus melodías son más accesibles que nunca, aunque sin perder el sello de calidad de sus anteriores producciones: “Kill V. Main” con sus coros de animadora y su melodía de pop coreano; “California” con su country-pop imposible; “World Princess part II” de base imparable”; “Venus” con su impagable mano a mano; “Flesh Without Blood” tan asimilable como cercano a un psiquiátrico; “Butterfly” con su redonda melodía pop; “Realiti”, éxito imparable… Un disco inabarcable que sólo podría nacer de la mente de esa esponja humana que es Grimes.
GENTE JOVEN: Casa de socorro (Acuarela)
Gente Joven fue un programa de televisión que se dedicaba a descubrir talentos en la España de los años 70 y 80. También es el proyecto musical donde Fernando de la Flor vuelca su inquietud por el pop oscuro, las texturas ambientales y los textos en castellano junto a Patricia Magadán (voz) y Pablo Álvarez (guitarra). Nacidos en León durante el verano de 2013, su música puede evocar a, por citar algunos, Family, The Cure, el Sr. Chinarro de Pequeño circo o La pena máxima, Galaxie 500, The Magnetic Fields, Silvania, Vitesse o Slowdive. A ellos les gusta denominar lo que hacen como “dream-pop de merendero”. De merendero abandonado y anclado en la memoria, añadimos. Y a nosotros nos gusta darles la razón, como a esa verdad que se siente cuando sus canciones -ensoñadoras, pero terrenales al mismo tiempo- te dejan demasiado triste como para tomártelos a broma.
Su segundo álbum contiene 10 composiciones acres y ocres, pero también luminosas como cuando se abre la persiana tras una noche apocalíptica. Shoegaze melancólico en castellano con las suficientes aristas como para conquistar desde la primera escucha. Si bien la idea que sobrevuela el disco es la de la pérdida (la portada representa la noción del elemento ausente en una escena) de todo aquello que ya no podemos aprehender, apenas recrear y a duras penas evocar, la emoción que permanece es la de una vitalidad que va más allá de una media sonrisa o del llanto contenido.