Renace el Monasterio de Santa María de Rioseco
por Alberto López Echevarrieta
Las primeras obras encaminadas a la reconstrucción del Monasterio de Santa María de Rioseco, en la zona burgalesa de Las Merindades, comenzarán en los próximos días tras el compromiso adquirido por la Junta de Castilla y León. Afectarán al magnífico claustro que ha quedado limpio tras la acción de un grupo de 140 voluntarios que, desde el 2008, tratan de salvar de la total destrucción uno de los cenobios que más importancia tuvo en el desarrollo de la vida religiosa, social y política del norte de España, desde la Edad Media hasta su abandono con la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX.
Campaña popular
El Monasterio de Santa María de Rioseco es hoy una ruina, pero una ruina limpia. Hace siete años se encontraba totalmente cubierto de maleza, hasta el punto de que sólo se sabía de él por las crónicas que fechaban su nacimiento allá por 1237. Fue entonces cuando unos monjes pusieron la primera piedra de un pequeño convento a orillas del Ebro para dedicarse en él a la oración y a la evangelización de la zona norte de Burgos.
Tuvieron mala suerte eligiendo el lugar, ya que una riada acabó con la construcción, por lo que los frailes eligieron la cima de una pequeña colina próxima para edificar un monasterio que con el tiempo tendría una notable influencia en un amplísimo sector del norte de España. La construcción, que tenía carácter defensivo, resultó de unas características arquitectónicas impresionantes, incluso en su época.
Auge y caída del monasterio
La comunidad religiosa se autoabastecía en aquel recinto. Disponía de un gran huerto y horno, así como un claustro de dos alturas y estilo clasicista, y un monumental templo compuesto por una enorme nave central y otras dos laterales, amén de numerosas dependencias. El conjunto era único en su género.
Diversos avatares de la historia, entre los que la Desamortización de Mendizábal y la invasión napoleónica tuvieron decisiva importancia, fueron la causa del abandono operado en el monasterio. Saqueos sin cuento acabaron con el esplendor de unos muros que fueron mudos testigos de muchos acontecimientos de los siglos XVI al XVII. La naturaleza hizo el resto. Consiguió ocultarlo completamente hasta que en 2008, gracias a la iniciativa de un grupo interesado en su recuperación arquitectónica, puso en marcha una campaña bajo el lema “Salvemos Ríoseco” a fin de concienciar a quienes, con un mínimo de sensibilidad, pudieran ayudar al rescate del edificio.
Ruinas limpias
Puede imaginar el lector el trabajo que han supuesto las operaciones de retirada de maleza y desescombro hasta conseguir la limpieza del entorno que ha quedado apto para visitas y la celebración de actos culturales encaminados a la obtención de un dinero con el que hacer frente a los más elementales gastos de material utilizado, porque toda esa labor llevada a cabo durante siete años ha sido gratuita. No ha habido subvención alguna.
Los 50.000 euros comprometidos por la Junta de Castilla y León se emplearán en la restauración de la cubierta de la Sala Capitular.La limpieza llevada a cabo con un grupo de voluntarios ha evitado que estos impresionantes muros sucumbieran para siempre perdiéndose todo vestigio de un convento-fortaleza trascendental en una amplísima zona. Esta labor, iniciada en 2008 por un grupo de personas que la realizan de forma altruista, se ha visto recompensada por el interés generalizado de los más de cuatro mil visitantes que se han acercado a Rioseco para comprobar in situ la magnificencia de una obra singular que durante muchos años ha permanecido oculta por la naturaleza.
La primera obra consiste en la cubrición del claustro, una de las joyas del conjunto monumental. Su proyecto ha sido realizado por el arquitecto burgalés Félix Escribano y se cuenta con una aportación económica del gobierno regional de 40.000 euros, si bien la obra completa se estima en 400.000 euros.