«Córdoba luciente» (En sus fundaciones y museos)
por Alberto López Echevarrieta
Museo de Bellas Artes de Bilbao, del 17 de marzo al 15 de junio de 2015
Ochenta y cuatro obras pertenecientes a la Fundación Viana componen la exposición “Córdoba luciente” (en sus fundaciones y museos) que actualmente puede verse en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Incluye buena parte de los fondos artísticos de CajaSur y la Diputación Provincial de Córdoba entre los que se encuentran obras de Jan Brueghel el joven, Luca Giordano, Meléndez de la Ribera, Sorolla, Díaz Huertas, Mateo Inurria, Juan de Ávalos, Quincoces, Bujalance, Picasso, Miró, Palazuelo, Tapies, Chillida, Saura, Gordillo y Arroyo, entre otros.
Luciente en todos los sentidos
Miguel Clémentson, comisario de la muestra, confiesa que la elección del título de la misma resultó muy discutida hasta que dieron con la palabra requerida, “luciente”, que tanto gustó de utilizar a Luis de Góngora. La justifica acertada para cualquier exposición de arte “porque la luz es la vértebra de la pintura”. Un ejemplo lo tenemos en esta sucesión de pinturas, esculturas, cerámicas, fotos, grabados, acuarelas y dibujos que ocupan las amplias salas habilitadas para su exhibición pública.
“Es una amplia representación de los museos de Córdoba y su provincia mostrada cronológicamente en distintos sectores que abarcan desde el siglo XVII hasta el XX que es tanto como decir desde finales del renacimiento hasta los inicios de las vanguardias”, señala Clémentson. El espectador se deja cautivar de inmediato ante la presencia de la “Alegría del tacto”, un precioso óleo sobre cobre, obra de Jan Bruegel, el joven, que da empaque al conjunto de obras más lejanas en el tiempo de cuantas se presentan, entre las que figuran dos trabajos de la Escuela de Alonso Cano, la “Adoración de losReyes Magos” de Luca Giordano; un “San Rafael” que, por derecho propio, sitúa a su autor, el sevillano Juan Valdés Leal, entre los pintores más significados del Siglo de Oro español; y “San Rafael y Tobías” que nos descubre al cordobés Antonio del Castillo, el gran desconocido de nuestro barroco.
La saga de los Romero
El siglo XVIII está representado por tres destacadas obras: La “Huida a Egipto” de Acisclo Antonio Palomino, con una rotunda volumetría; “Redención de cautivos por los mercedarios”, de José Ignacio del Cobo, magnífico ejemplo de luces y contraluces; y el “Retrato de Felipe V” de Meléndez de Ribera, prototipo en su género. Los tres siguen las exitosas fórmulas del barroco tradicional con un enorme despliegue de colorido rutilante.
Coincido con el comisario de la exposición en que en la representación del siglo XIX, a pesar de la presencia de Sorolla con el “Retrato de la reina Victoria Eugenia”, la singularidad de Díaz Huertas con “El olfato” y la espectacular “Ofelia” de Muñoz Lucena, llama poderosamente la atención la obra de la familia de Romero Barros, tanto el patriarca, Rafael, del que se muestra “Huerta de Morales en la sierra de Córdoba”, como sus dos hijos, Rafael y Julio Romero de Torres. De éste último podemos ver el óleo sobre lienzo “Amor sagrado y amor profano” y de su hermano Rafael “Joven pescadero”, un cuadro exquisito pintado cuando el artista tenía 35 años.
“De no haber muerto prematuramente, Rafael Romero de Torres hubiera alcanzado una importancia semejante a la de su icónico y popular hermano Julio. Córdoba debe mucho a la saga familiar de los Romero”, señala Clémentson.
Las tendencias modernas
Mención especial merecen las distintas figuraciones en que se ha dividido la obra del siglo XX y que tienen en Rafael Botí y Rodríguez Luna a sus principales artífices pictóricos, mientras Aurelio Teno aporta una interesante escultura, “Águila peinadora de vientos”, una espectacular combinación de mineral de cuarzo, bronce y plata. En el apartado de la neofiguración es digno de mención “Teólogos”, de Miguel del Moral, que nos recuerda al conventual Vázquez Díaz, sin dejar de lado el acrílico “Composición” de Povedano, la aportación de López-Obrero con su particular visión de la “Plaza de Capuchinos”, uno de los más bellos rincones de Córdoba, el retrato “1928” de Cervantes Gallardo, y “Mesa y objetos para el Dr. Helm” del bilbaíno Alejandro Quincoces.
La abstracción presenta trabajos de Equipo 57, Cristóbal Povedano, Paco Ariza, Julián Gil, Juan Luque, Antonio Bujalance y José Vento principalmente. Se precisa una especial atención a la hora de contemplar la obra gráfica de Picasso, Miró, Pablo Palazuelo, Tapies, Chillida, Saura, Gordillo, Arroyo, Barjola y Matta Echaurren.
Entre las esculturas mostradas destaco el sereno gesto que imprimió Juan de Ávalos al busto de “Manolete”, y las formas perfectas de “Deseo” del cordobés Mateo Inurria.
Resumiendo, una delicia de exposición que sirve para descubrirnos talentos que han quedado disueltos en el olvido junto a otros que son reconocidos maestros.