Las Edades del Hombre, “Eucharistia”
por Carmen González García-Pando
Invitados al banquete divino
Aranda de Duero, tierra de pastos y vinos, acoge la decimo novena edición de Las Edades del Hombre bajo el título latino de “Eucharistia”, cuyo objetivo –al igual que las anteriores- es divulgar el patrimonio sacro de Castilla y León a la vez que dar a conocer la riqueza cultural y gastronómica de la zona.
Las sedes elegidas han sido los templos de Santa María la Real y San Juan. La fachada de la primera es de tal belleza que su contemplación justifica ya el viaje a la ciudad burgalesa. Se trata de una portada gótica isabelina del siglo XV, con restos de policromía en algunas figuras y que fue labrada por Juan de Colonia y su taller. La de San Juan, también gótica, aunque menos relevante está muy próxima a la anterior. Entre las dos se muestra un conjunto de más de un centenar de piezas, cuyo discurso narrativo persigue una reflexión sobre el significado de la eucaristía concebida como sacrificio, sentido de comunidad y acción de gracias.
El cartel anunciador de la muestra, realizado por el artista riojano Eduardo Palacios, es un sencillo bodegón en tonos grises y blancos que alude al banquete divino. Sobre una mesa cubierta por un blanco mantel, el artista coloca el agua, el pan y el vino. Elementos que hablan de una comida festiva, de la cena pascual judía y que en el cristianismo se convierte en el banquete Pascual siendo el pan el cuerpo de Cristo y el vino su sangre. En el dibujo una gota se derrama por la copa en forma de cáliz hasta manchar el mantel. Se alude así al sacrificio y muerte de Cristo. Como también, el agua que contiene la frasca hace referencia al sacramento del bautismo. Y es que, aunque pueda sorprender, el visitante es recibido a participar en esta eucaristía por el bautismo. De ahí el sentido de esa bellísima piedra bautismal que recibe a los visitantes como fuente purificadora para entrar en la Iglesia y ser partícipes del misterio eucarístico.
Panis Quotidianus
El lenguaje religioso se transmite siempre con símbolos que el ser humano pueda comprender. Por eso es normal que el discurso divino empleara objetos y costumbres humanas para hacerse presente en la vida de los hombres.
En este primer capítulo del “Pan de cada día” las obras expuestas hacen referencia a ese momento festivo donde se comparte el vino y los alimentos que la tierra ofrece pues no hay que olvidar que la eucaristía surgen en una cena pascual. Entre las piezas presentadas, se puede destacar la “Ultima cena” de la iglesia de San Juan, de Aranda de Duero, una preciosa madera policromada de principios del XVI; o el conjunto escultórico, también policromado, que representa al “Pobre Lázaro y rico Epulón”. Ambas nos invitan a descubrir el trasfondo humano del sacramento de la Eucaristía.
Ha querido el comisario de esta edición, Juan Álvarez Quevedo, combinar la presencia de obras antiguas con las de artistas contemporáneos. Así contemplamos óleos como “La vendimia” de Vela Zanetti de 1975, también un sencillo dibujo de Antonio López o las magníficas uvas de Carmen Laffón y Florencio Galindo, ambas de propiedad de los propios artistas. En mi opinión esta combinación de arte antiguo con actual es muy arriesgada y funciona bien en momentos precisos como en los casos que acabamos de comentar, pero en otras ocasiones el resultado es muy discutible e incluso desacertado.
Antiquum Documentum
En este segundo capítulo se cuenta la prehistoria de la Eucaristía a partir de acontecimientos del Antiguo Testamento que los primeros cristianos entenderán como avisos de la vida de Cristo y de la propia eucaristía.
Si observamos el óleo que representa “La muerte de Abel” de la catedral de Valladolid, comprendemos que esa muerte del inocente es imagen del sacrificio del inocente Jesús. Como también el alabastro que representa el “Sacrificio de Isaac”, una magnífica pieza del maestro Gil de Siloé, es anticipo del sacrificio de Jesús, de la eucaristía. Los tapices que representan el banquete de “Abraham y los tres ángeles” y la “Recogida del Maná” no son otra cosa que un símbolo del banquete eucarístico, la comunión del cuerpo de Cristo, la bendición de Dios. Imágenes, avisos, anticipos que apuntan al misterio de la eucaristía.
Cena Novissima
El tercer apartado trata el tema de la última cena o como nació la eucaristía en el Nuevo Testamento. A través de una serie de gestos se inicia el camino que prepara el gran acontecimiento. Son gestos de un Jesús humano como ese banquete donde convierte el agua en vino en las bodas de Caná, o la multiplicación de los panes y peces.
Jesús se acerca a pecadores y amigos como Lázaro, Marta y María compartiendo comidas festivas. De esto nos habla las obras del Maestro de los Santos Juanes, el relieve en madera del taller de Felipe Bigarny o la madera policromada de Rodrigo y Martín de la Haya. Ejemplos que desembocarán en el sacramento decisivo de la eucaristía.
Aprovechando el ambiente festivo de la Pascua y con el comienzo de una cena junto a sus discípulos, Jesús se despide de ellos antes de ser entregado a la muerte. Es entonces cuando reparte el pan: “Tomad, comed. Esto es mi cuerpo, partido por vosotros” y levanta su copa: “Tomad, bebed todos de ella. Esta es la copa de la nueva alianza en mi sangre derramada por la muchedumbre”. Este momento decisivo, que encierra el gran misterio del mayor de los dones que Jesucristo entrega a todos, es lo que representa la “última cena” y que en la exposición se recoge en la obra de artistas como Arnao de Bruselas, donde hace referencia al lavatorio de los pies, el óleo de Jusepe Leonardo de la iglesia parroquial de Cebrero (Ávila), ese precioso alabastro con toques de dorado de Tobías Tissenaken que alude a la traición de Judas, o el espléndido óleo de Murillo de la iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla, donde un Jesús radiante bendice el pan ante la atenta mirada de sus discípulos a excepción de Judas que vuelve la vista al espectador ocultando su traición.
Con recuerdos de la cena pascual, se exhibe “Víspera de Pascua” un temple vinílico de Pérez Villalta y la obra hiperrealista de Antonio Guzmán Capel titulada “La Cena de Emaús” donde muestra el encuentro de Cristo con sus discípulos.
El discurso se prolonga en otras imágenes como la paloma eucarística a modo de sagrario o ese hermoso pelícano que alimenta a sus crías con su propia carne, símbolo de Cristo que entrega su sangre para redención de la humanidad.
Mirabile Sacramentum
La Iglesia de San Juan completa la exposición con una cuarta sección que invita a la reflexión sobre lo que realmente es la eucaristía. Es banquete, celebración litúrgica, sacrificio, compromiso, adoración, presencia real del cuerpo de Cristo…
La participación en ese banquete lo muestran ejemplos antiguos y modernos. Uno de los más interesantes es el de Joaquín Sorolla, un óleo sobre lienzo de la colección Masaveu donde se representa la Primera Comunión de Carmen Magariños.
La conexión entre eucaristía y sacrificio de Cristo es un tema clásico que muchos artistas han recreado a lo largo de la historia. A veces representado en la hostia consagrada de la misa, en el sacrificio del cordero divino y, fundamentalmente, en los cristos yacentes. Destaca por su calidad el del monasterio de las Concepcionistas de Valladolid, una obra anónima que se conoce bajo el nombre de “Cristo eucarístico en el sepulcro”.
El compromiso solidario, la caridad con el prójimo es algo intrínseco con la eucaristía. Por eso la exposición recoge también ejemplos de esos santos y grandes limosneros que compartían sus bienes con los pobres y mendigos. “San Martín partiendo su capa con un pobre” o “San Lorenzo distribuyendo limosnas” son bellos ejemplos de este compromiso. Finalmente un rico y bien surtido conjunto de piezas sobre la celebración eucarística como cálices, vestiduras, lipsanotecas, cruces procesionales, incensarios, custodias, libros litúrgicos… son exhibidos en un bello montaje donde el visitante capta no sólo la maestría de aquellos artesanos sino la fe y devoción que esos objetos encierran.
Una visita a la ciudad medieval de Aranda de Duero es un placer que, en estos días se potencia con la nueva edición de las Edades del Hombre. Descubrir su rico patrimonio cultural con espléndidos monasterios como La Vid o pueblos como Peñaranda, son motivos añadidos. Si además sumamos la riqueza vinícola y gastronómica, el viaje alcanza esa comunión del espíritu con los dones de la tierra.
Información sobre el programa: www.lasedades.es. Teléfono: 947 50 12 90