Standstill, conocerse uno mismo
por Xavier Valiño
Standstill llegan a su séptimo disco, Dentro de la luz, más revalorizados que nunca. De su gestación, sus motivos y su contenido nos habla en estas líneas Enric Montefusco, vocalista del grupo y uno de sus miembros fundadores.
Dentro de la luz es el séptimo disco de Standstill, el cuarto en castellano. Después de zambullidas como esta de medio año de trabajo diario uno no puede hacer muchas valoraciones aún. Pero sí puede anticipar ya que una energía especial rodea este proyecto desde que arrancó y que, sin duda, eso ha quedado reflejado en el disco. Guste más, después, o guste menos. Lo haga a mayor o menor número de gente. Eso es algo que se nos escapa completamente y que, hasta cierto punto, nos importa poco.
En cualquier caso, la intención en un principio fue, simplemente, encontrar nuestro sonido a día de hoy, con pocos elementos y bien definidos, sin el lenguaje del rock pero con su energía, e intentar hacer un disco compacto con ello. Parece una obviedad pero, por ejemplo, con el anterior Adelante, Bonaparte era casi lo contrario. Para nosotros, después de 15 años de búsqueda, este ejercicio de síntesis era algo nuevo y un reto más difícil de lo que pueda parecer.
Al volvernos a sentar para preparar el disco, después de la larguísima gira anterior y muchos cambios personales, vimos que las canciones que llegaban eran más luminosas, con la banda más incorporada que nunca a esas composiciones, con unas letras y momento personal a comunicar, sin duda, menos melancólico y más vitalista… Y una sensación general de estar, de hecho, revitalizados.
Los elementos con los que queríamos jugar nos resultaban estimulantes: muchas voces, muchas percusiones, sintetizadores (no hay ningún bajo en el disco), y entendimos que podíamos encontrar algo interesante en el contraste entre la desnudez/pureza de la voz humana (coral incluida), y una instrumentación esencialmente fría, sintética y atropelladora. Nos parecía, además, que podía defender bien unos textos que, en esencia, hablaban de amor y de un regenerador -y también difícil- trayecto de intentar conocerse uno mismo pese a una implacable herencia social, cultural, familiar, etc., con fines propios, que interfiere constantemente en ese camino.
El caso es que Dentro de la luz, a diferencia de discos anteriores, se pregunta cómo esa herencia interfiere también –y quizás sobretodo- en el amor (y por extensión la familia, los hijos…) en el sentido y lugar que éste ocupa en la vida de uno. Se habla en el disco de miedo: miedo a sufrir, miedo a la soledad, miedo a lo desconocido, miedo a conocerse; es la oscuridad, el reverso de la luz. El disco está lleno de preguntas directas o indirectas que hacen referencia a ese pulso.
En ese sentido, creo que, a final, la lectura más centrada y sencilla del disco -y sin duda su motor- es que Dentro de la luz es la celebración de una persona por haber conocido a otra persona. Y por haber ‘renacido’ al hacerlo. Entendiendo así que quizás el amor es un lugar para conocerse mejor uno mismo y, de hecho, para abrirse al mundo. No para refugiarse de él. Creo que empieza así un tono y una perspectiva diferente en nuestras letras: de mayor autocrítica, de renacimiento, de esperanza, de otro tipo de luz… lejos de la resignación, el humor sombrío y la eterna huida hacia adelante buscando lo que aquí y ahora uno no es capaz de encontrar.
Todo ello creo que podría emparentar Dentro de la luz con Memories Collector (2003) o Vivalaguerra (2007), energética y conceptualmente, pero esta vez en un campo de batalla que pasa a ser uno mismo, en lugar de ese supuesto mundo exterior…. En fin, nada nuevo. No hemos inventado nada. Tampoco ha habido ninguna aparición. Simplemente la vida a veces nos recuerda que, al fin y al cabo, el mundo no es más que lo que uno logra hacer de él, y no podemos hacer otra cosa que compartirlo, a través de un disco y de un espectáculo.