Nueva Vida para 10 Obras de Arte
por Alberto López Echevarrieta
Nicolás Solana, Arteta, Balerdi y Joan González son los beneficiados
El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha presentado en público las restauraciones llevadas a cabo durante este año gracias al patrocinio de la Fundación Iberdrola. Se trata de dos pinturas de Nicolás Solana sobre tabla del siglo XV, una pintura de Aurelio Arteta de gran tamaño y otra de Balerdi, así como seis dibujos de Joan González. En el acto ha sido presidido por José Luis Bilbao, Diputado Foral de Bizkaia; Manuel Marín, presidente de la Fundación Iberdrola; Javier Viar, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao; y José Luis Merino, Jefe del departamento de Conservación y Restauración.
En su disertación, Manuel Marín ha dado a conocer la creación de una nueva beca Fundación Iberdrola-Museo de Bellas Artes de Bilbao destinada a conservadores y restauradores. “Para hacer el trabajo de estos especialistas es preciso ser un apasionado del arte, tener paciencia y conocer la técnica. Por eso apostamos fuerte por ellos. Nunca te van a defraudar”, ha dicho.
La mayor dificultad
“Lo que más laborioso de estas diez obras –ha señalado José Luis Merino a ARTESHOY-, han sido las tablas de Nicolás Solana, un aragonés de personalidad no muy conocida cuya obra está documentada entre 1401 y 1441”.
Las dos obras de Solana son dos óleos sobre tabla titulados La Ascensión y Noli me tangere (123 x 64,5 cms. cada una) que, como todas estas figuras góticas, perteneció a algún retablo dedicado a la vida de Cristo que se desmembró y pasó al comercio. Es una práctica muy frecuente en el siglo XIX. Éstas concretamente formaron parte del legado que hizo don Laureano de Jado, uno de los prohombre de la Villa, al museo en 1927.
“Han sido las restauraciones que más horas nos han llevado, porque las tablas estaban muy intervenidas. Quiero decir que tenían muchos retoques antiguos realizados precaria y defectuosamente. Hemos tenido que buscar la pintura original a base de radiografías, analíticas y estudios para poder establecer la pauta que nos permitiera empezar a trabajar. La labor de limpieza ha sido en este caso muy laboriosa”.
Arteta, el grande
El cuadro-estrella de esta tanda de restauraciones es la obra de Aurelio Arteta (Bilbao, 1879- México, 1940) titulado Pórtico (220,5 x 276 cms.) que llama la atención por sus colosales dimensiones. Representa a varios personajes en el pórtico de una iglesia. Varios hombres hablan mientras, a sus espaldas, las mujeres entran en el templo. “Es una de las obras más ambiciosas del arte vasco –continúa Merino-, tal vez por su tamaño. El cuadro está pintado con mucha materia y con zonas en que la pintura estaba muy levantada. Si se observa con detalle se descubren dos costuras horizontales. Es decir, que no se trata de un lienzo único. Tal vez el autor no tendría presupuesto porque en ese tiempo ya había grandes telares. Arteta utilizó una preparación y una carga de pintura muy gruesa. El cuadro nos llegó con el color muy levantado. Precisamente devolverlo a su sitio y atenazarlo ha sido la mayor dificultad que encontramos en este caso”.
Balerdi, el roto
La obra restaurada de Rafael Balerdi (San Sebastián, 1934- Alicante, 1992) es la titulada Cardenal I (193,2 x 128,2 cms.) que data de los pasados años 60 y llegó al museo en 1988. Resulta curioso que tratándose de un óleo sobre lienzo relativamente reciente haya tenido que ser intervenido no sólo de rotura, sino de un ataque de insectos.
“Lo de este cuadro ha sido sorprendente, señala el jefe de restauradores. No estaba bien manipulado. Tenía un roto de unos 50 ó 60 cms. de longitud en el ángulo inferior derecho. Había sido reparado con anterioridad, pero se produjo una serie de tensiones y deformaciones que lo afectaban. El color había sido virado y el montaje en el bastidor era deficiente. Para colmo tenía un ataque de xilófagos, por lo que hemos tenido que desinfectarlo. Depende de dónde se almacenen y en qué condiciones estén los cuadros para que nos proporcionen sorpresas como ésta”.
Los dibujos de Joan González
El caso de Joan González (Barcelona, 1868-1908) es realmente atípico, ya que se trata de un artista muy significado cuya obra se ve empequeñecida ante la importancia de la creada por su hermano, el célebre escultor Julio González. Éste se dedicó desde un principio al arte, pero Joan, a pesar de querer hacerlo también, tuvo que ponerse al frente de la empresa familiar a la muerte de su padre.
Esta circunstancia marcó la carrera de Joan que, no obstante, dejó unos 800 dibujos de gran estima de los que la pinacoteca vasca tiene 126 que se van restaurando. En este caso la suerte ha favorecido a seis de ellos.
“Estos papeles son los que han recibido el tratamiento más útil, comenta Merino. Han sido limpiezas muy superficiales de los reversos donde había algunas inscripciones. También se han hecho unos pequeños injertos y eso que es una colección que está bastante bien conservada. Es una colección muy interesante por variada porque hay óleos sobre papel, tintas… El óleo oxida muchísimo el papel, pero no es particularmente complicado”.