Disco Las Palmeras!, ruido de fondo
por Xavier Valiño
Entrevista
Tras su debut, Nihil Obstat, y con cambios en la formación, Disco Las Palmeras! entró a grabar su segundo disco, Ultra, recién publicado. Debido a las canciones que iban surgiendo, el grupo empezó a ver este disco como algo muy inmediato. Querían que fuese un disco muy contundente y rápido, que excavara en un concepto, que dejase al oyente baldado. Sabían que sería un disco difícil, pero también es cierto que la gente parece estarlo entendiendo.
¿Cómo os fue con vuestro primer disco? ¿Pensáis que llegó a todo el mundo que debiera haberlo escuchado?
– La respuesta fue muy buena. Siempre se puede llegar a más gente, evidentemente. Nuestro sello es muy nuevo y puede no tener los contactos que tienen otros, pero se han hecho las cosas bien. Hemos recibido muy buenas críticas y tenemos siempre gente en los conciertos. No hay ninguna queja.
¿Cómo ha variado la dinámica del grupo con los cambios de componentes y la incorporación de José Castro y Julián Goicoa?
– Apenas ha variado. El grupo tenía mucha personalidad, pero ellos sabían adonde venían y, además, los cambios fueron paulatinos: Julián ya lleva casi dos años en el grupo y convivió casi uno con David. José ya lleva casi un año; somos amigos desde hace muchos años. Evidentemente, cada uno le ha aportado su personalidad y su forma de hacer las cosas, y eso ha enriquecido al grupo, pero la idea primigenia sigue siendo compartida.
¿A qué se debió el cambio en la formación? ¿Es difícil hoy en día mantener el ritmo de un grupo de rock en nuestro Estado?
– En ambos casos fue distinta. Es difícil compaginar un grupo con el resto de tu vida, más cuando no vives de ello. En ambos fueron temas de índole personal, pero creo que todo sería más fácil con dinero. Evidentemente, sí es muy difícil, hay que tener mucho interés, muchas ganas y estar vacunado contra los malos momentos, que los hay.
Supongo que el grupo no es estrictamente una democracia, que Diego marca el rumbo, ¿no? ¿Con qué límites y qué aportaciones?
– Sí que lo es, lo era antes y lo es ahora. Las decisiones se toman en grupo. Cada uno tiene unas funciones más o menos marcadas y la composición ha sido cosa más bien mía, pero en este disco ya hay dos temas que son de Julián. Siempre que hay temas importantes, lo consultamos todo, pero nunca echamos mano de la democracia; adoptamos las decisiones por consenso.
¿De qué tema habéis quedado más contentos y cuál os dio más trabajo?
– Probablemente el tema que más nos gusta es “Absenta”. Tiene un ritmo muy rápido y una melodía muy rica, además las guitarras quedaron muy bien. No terminó de crecer hasta el propio estudio, en el que Julián decidió cambiarle la afinación a su guitarra y le puso la guinda. La que más nos costó fue “De cuando aún había esperanza”. Tenía un toque demasiado pop, nos gustaba mucho el cambio en el estribillo, en el que hay un cambio de tono y por eso seguimos trabajándola. Normalmente no lo hacemos así. Si una canción no da frutos rápido, solemos pasar a otra. Sin embargo, creíamos que merecía la pena dedicarle más tiempo. Al final cambiamos todo, las guitarras y el ritmo de batería, manteniendo solo la melodía y el estribillo.
¿Es cierto que cambia la afinación en las guitarras con cada tema? ¿Qué se logra así: inquietud, desorientación, confusión…?
– En realidad sí. No es que cambie en todos, es que nunca coinciden las guitarras en la misma afinación. No creo que busquemos ninguna de esas cosas. En realidad lo que buscamos es riqueza de timbres. El cambiar las afinaciones te da la posibilidad de hacer cosas que no podrías hacer con una afinación convencional, puedes dejar notas al aire dando notas muy altas y combinaciones de notas que una mano humana normalmente no alcanzaría a dar.
Las canciones hablan de la situación que nos rodea desde un punto de vista realista. ¿Es posible otro sonido para enfrentarse a ello?
– En realidad sí. No nos fijamos en esquemas tan manidos. De hecho son cosas que tratamos de romper. Normalmente el ruido se asocia más a estados alterados, pero para nosotros casa muy bien con un lenguaje político-social. Recuerda a ambientes industriales y urbanos, tradicionalmente ligados a la lucha política y/o sindical.
¿Qué os proporciona la distorsión, la saturación, como músicos y como personas?
– Como músicos nos interesa mucho la combinación entre elementos, estridentes y elementos más dulces, conseguir armonizar el ruido sin que pierda fuerza; es una continua obsesión para nosotros. Como personas, un enrome pitido en los oídos y algún que otro dolor de cabeza… Es broma, en realidad nos deja extasiados, requiere mucha intensidad. Cada vez que terminamos de tocar es como si nos hubiéramos hecho una especie de exorcismo, nos quedamos muy cansados, pero muy a gusto.
¿Es posible que hoy un grupo pueda hacer música no politizada, no comprometida?
– Sí lo es, y a las pruebas me remito. Casi ningún grupo se moja lo más mínimo. A mí me da igual, que hagan lo que quieran, aunque a veces me pregunto si vivimos en un mundo distinto o les preocupa tanto desagradar que no le echan pelotas. Sinceramente, creo que es esto segundo, y me da bastante asco; un artista no debería pensar así. En cualquier caso, que hagan lo que quieran; nosotros seguiremos haciendo lo que nos dé la gana.
¿Es posible aún la esperanza frente a lo que estamos viviendo?
– Supongo que sí, pero el tiempo se agota, la gente está muy harta de la clase política, ninguna fuerza política y ningún político parece enterarse del rollo, nadie es capaz de canalizar ese descontento. Creo que la distancia entre la sociedad y los políticos nunca ha sido tan grande. Siguen viviendo como si las cosas fueran bien, mientras todos nos tenemos que apretar el cinturón; es insultante. Lo peor es que las consecuencias de muchas de las decisiones que se están tomando se verán dentro de 10 años y habrá muy poco que hacer. De todas formas, como grupo, no tenemos soluciones para nada, ni pretendemos. Cantamos sobre lo que nos preocupa, y en este momento la política es algo que nos preocupa mucho, pero si nos interesan otras cosas también cantaremos sobre ellas. De hecho, ya lo hacemos.
¿La hay o la habrá en la música de Disco Las Palmeras!?
– Hay quizá una llamada a la acción en varios temas de Ultra. Eso supongo que es porque sí que hay una cierta esperanza, más bien poca.
A pesar de que ese sonido os define, diría que Ultra es más variado y complejo que vuestro debut. ¿Lo veis así? ¿Ha sido intencionado?
– Hay más matices en los sonidos, ya que hemos metido sintetizadores analógicos y sintetizadores de guitarras, pero hay acercamientos a cosas que antes no había. “Ultra” es un tema más en la onda de grupos como Ride o incluso The Stone Roses. Hay temas más pop, como “Algo mal”, aunque tenga mala hostia. No ha sido especialmente intencionado, pero tampoco era intencionado mantener ninguna línea. Las canciones nos fueron llevando a ello, luego grabamos unas maquetas, de las que descartamos algunos temas y en las que matizamos otros, para buscar un resultado global.
¿Qué bandas alejadas de vuestros postulados os interesan, si es que hay alguna?
– Hay muchas. Solo en España nos gustan muchos grupos que no tienen nada que ver con nosotros, como Pony Bravo, Svper, Siesta, Lüger, Unicornibot, Lisabö, Fasenuova, Za!…
¿Cómo se os percibe en el resto del Estado? ¿Os comparan con otros grupos gallegos? ¿Hay interés por vuestra propuesta o falta aún daros a conocer más?
– Siempre sale el tema de la escena gallega, es normal, están pasando cosas buenas por aquí y la gente quiere saber que se cuece. En general tenemos la sensación de que se nos conoce bastante. Lo vemos sobre todo porque siempre tenemos público y esa es la mejor referencia. No siempre fue así, pero de un tiempo a esta parte no podemos quejarnos.
¿Os sentís una especie de isla en la escena musical gallega o sentís que compartís algo con algún grupo o solista?
– Hoy por hoy hay muchos grupos con los que compartimos el amor por el ruido, pero creo que todos aportan una visión muy personal, y eso es muy positivo. No nos sentimos una isla, pero tampoco vemos una total afinidad. Hemos tocado con muchos de ellos. Es casi más una relación hermanamiento que puramente artística.
En cuanto a la evolución desde vuestras primeras canciones, ¿cómo lo veis vosotros? ¿Os reconocéis en aquellos temas?
– Sí que nos reconocemos, pero hay cosas que han cambiado. Lo han hecho de una manera muy natural, a causa de vivencias o de lo que hemos escuchado últimamente. Es como si creciera un hambre dentro de nosotros por explorar nuevos caminos, que esperemos nunca se acabe.
Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota de estos años en el mundo de la música?
– Probablemente el concierto en La Residencia en Valencia; es un público muy entregado y agradecido, ya nos lo habían dicho. Tocamos con Cal y con Giganto, ambos grandes grupos, y el público nos acogió con un enorme cariño e interés: desde la segunda canción fue como un enorme pogo con cerveza volando y el público cogiéndonos en brazos, pura adrenalina.