Will Schwalbe: «El club de lectura del final de tu vida»
por Mercedes Martín
RBA, 2013. 384 págs.
Hacer memoria es un ejercicio instintivo ante la pérdida.
Entré en una librería de una zona comercial de Las Palmas y en la mesa de novedades vi El club de lectura del final de tu vida. Ha sido mi lectura este mes de agosto. El motivo de que llamara mi atención enseguida es que mi padre murió este verano y de él heredé seguramente el placer de la lectura.
Los ingredientes principales de El club de lectura… son los libros y la pérdida de un ser querido. Los libros marcan la vida de los lectores asiduos y pueden ser una buena excusa para hablar sobre lo que nos interesa y aprender más de nosotros, pero con frecuencia uno lee en soledad y no asiste a clubs de lectura, mucho menos con su familia. Así sucedía en este caso. Schwalbe y su madre leían cada uno por su lado, pero cuando a ella le detectan un cáncer terminal, este club de lectura al que nadie asistía, se inicia al instante.
La historia arranca en la sala del hospital donde esperan las sesiones de quimioterapia de ella mientras conversan sobre qué es lo último que están leyendo, pero a lo largo del libro iremos descubriendo unas vidas, una familia, una madre heroica, unos proyectos acabados y otros que quedarán en suspenso. Una vida que ahora está a punto de acabar, mientras ellos intentan arañar más tiempo.
Mientras leen, se retrasa el momento del adiós. Mientras conversan sobre libros, se descubre lo que desconocían e incluso lo que nunca se dirán y se aleja el fantasma del dolor y la separación. Solo en este sentido de alejar a la muerte este libro se parece a Las mil y una noches. Desde Herman Wouk a Roberto Bolaño, Schwalbe repasa los títulos de sus vidas (las vidas de muchos norteamericanos), convirtiendo, en cierto modo, una biografía en una bibliografía comentada. Cada título tiene un significado para los protagonistas y quizá también para el lector que haga memoria.