“Ave Fénix” un libro con la trayectoria de Pedro Sandoval en la Pintura
por Redacción
TF. Editores
“Ave Fénix” es el título del último libro que recoge la trayectoria pictórica del pintor venezolano/español Pedro Sandoval (Caracas, 1966), residente en Madrid desde hace más de una década. El libro de 494 páginas, con pastas duras, ampliamente ilustrado con la obra del pintor y con textos de Juan Antonio Tinte, Julia Sáez-Angulo, Graziana la Rocca, y Borja Thyssen-Bornemisza, ha sido publicado por TF Editores.
Julia Sáez-Angulo escribe sobre la pintura de Sandoval: “El artista reconoce sus fuentes y técnicas en las vanguardias históricas de primeros del XX y especialmente en el expresionismo abstracto americano de la escuela de Nueva York, de la Action Painting, con resonancias insignes como Franz Kline, Willem de Kooning, Robert Motherwell, Philip Guston, Franz Kline, Mark Rothko, Clyfford Still, Georgia O´Keef… También Hans Hofmann. No se pueden tener mejores referencias ni punto de partida más idóneo hacia la abstracción.
Alemania, sobre todo por su periódica presencia en Berlín, ha sido otro punto de interés humano para el pintor que ha seguido de cerca al maestro Gerard Ritchter y sostiene un encuentro permanente y amistoso con Georges Baselitz, Ad Reinhardt o Sigmar Polke. El neo-expresionismo de los jóvenes salvajes alemanes late en las profundidades de la obra de Sandoval. La cercanía germánica a su desenvolvimiento artístico no es inmune.
De su Venezuela natal portaba ya fuertes raíces y estaba empapado del humus que sembraron los renombrados artistas del arte contemporáneo que dio su país en el siglo XX, como fueron el singular Armando Reverón (Caracas, 1989 – 1954) con sus espectaculares deslumbramientos blancos de la luz tropical en la pintura o los geométricos Jesús Rafael Soto, Carlos Cruz-Díez, que iban a emerger de alguna manera en la obra ligeramente constructiva de Sandoval, siempre dentro de la abstracción. A algunos de estos artistas, el pintor los trato de joven y contó con su amistad, porque “muy pronto supe que lo mío era la pintura y no tengo otro objetivo más claro que ella misma”, explica el autor.
Venezuela, el Caribe, el trópico… un paisaje amado y vivido desde la infancia como patria sustentadora de la vida y los sueños; un anclaje demasiado poderoso y fuerte para soltar amarras; una geografía a la que no renuncia ni quiere renunciar, porque está demasiado impregnada en sus retinas y emociones y funciona con la misma cadencia y resistencia que Ítaca para Ulises, aunque el pintor resida en otras latitudes distintas a su nacencia. Atmósferas y paisajes cromáticos que aparecen, desaparecen y reverberan con frecuencia en las telas del pintor.
Consciente de su condición de latinoamericano, Sandoval ha sostenido encuentros periódicos con artistas de aquellas latitudes para conversar sobre arte, sobre pintura, sobre la situación social en los países del siempre agitado continente americano… En resumen, un contacto para sostener la amistad que se crece entre la palabra, la risa, el vino y la vida. Ahí están los amigos –también maestros— como Roberto Matta, Omar Carreño, Adonay Duque, Oswaldo Vigas, Víctor Valera, Jacobo Borges, Fernando de Sislo, o Mateo Manaure, otro nombre cuya obra evolucionó hacia la abstracción geométrica y que más adelante tornó hacia la abstracción lírica. Todos ellos artistas, colegas y amigos con los que dialogar para converger o discrepar sobre las cosas. Todos ellos diferenciados en la manera de enfocar el arte o las posiciones estéticas. Todos ellos interesados en el arte o, lo que es lo mismo, en el hombre y la condición humana.
La comunicación y la amistad es para Sandoval lubricante de la existencia. Para enriquecer el punto de vista, conviene cambiar impresiones con los distintos personajes del circuito artístico en sus diversas franjas o generaciones y el pintor lo ha hecho desde muy joven (dejó su casa siendo un adolescente) con galeristas o marchantes como Leo Castelli, Denise René, Dore Aston, Ariel Jiménez, los Thyssen-Bornemisza –amigos cercanos- … El intercambio de opiniones abre la mente; se escucha para aprender, asentir o discrepar. Pedro Sandoval es consciente de que en los encuentros de la amistad y la palabra surge la tormenta de las ideas filosóficas, artísticas o vitales. El hombre, el artista no está solo más que en “el acto solitario de la creación”, pero es consciente de que el conocimiento fluye como un cordón umbilical de la sabiduría y la experiencia de la humanidad.
Este libro de arte es uno de los mejores que se han pubicado en los últimos años.