ORQUESTA Y CORO NACIONALES DE ESPAÑA (OCNE) TEMPORADA 2012-13
por Jorge Barraca
Ciclo Diálogos (ciclo I, concierto 16)
Llegaron los tradicionales conciertos de La Pasión según San Mateo que casi todos los años, el fin de semana anterior a la Semana Santa, ofrece la OCNE. En esta ocasión con el gran especialista en interpretaciones historicistas Ton Koopman, el apoyo de unos solventes solistas y un buen concurso por parte de la Escolanía del Sagrado Corazón de Rosales. El director holandés Ton Koopman, fiel a la tradición historicista, redujo la orquesta hasta formar un conjunto casi camerístico, que arropaba a los cantantes y a los instrumentos de limitada proyección, como la viola de gamba o el órgano positivo. También el coro quedó —lógicamente— reducido y muy próximo a la orquesta. Todos rodeaban estrechamente al director que acompañó también recitativos y arias desde el órgano.
La lectura resultó sumamente expresiva, muy cuidada en las dinámicas que Koopman marcó siempre de forma muy nítida, tanto al coro como al conjunto instrumental; pero siempre fue contenida, fidedigna, sin acentos románticos, ni exageraciones efusivas ajenas al espíritu de la página.
La soprano María Espada sustituyó a Bettina Pahn y exhibió un instrumento muy bello y de espléndida proyección. La contralto Franziska Gottwald recreó las arias con una sensibilidad maravillosa. Su voz no es tan fulgurante como la de otras intérpretes, pero su lectura resultó un auténtico regalo por la emotividad con que se envolvió. Muy bueno también el tono dramático del Evangelista que cantó Tilman Lichdi; y más que correcto el tenor Jörg Dürmüller en su más breve participación. Por su parte el Jesús —y las arias— de Klaus Mertens se beneficiaron de su dominio y experiencia, y de su voz firme y siempre bien timbrada a pesar del paso del tiempo.
Todos los solistas de la OCNE, en los violines y el viento-madera, así como la violista de gamba Imke David estuvieron en una armonía perfecta con Koopman. El coro, de nuevo, muy redondo, con un gran dominio de los contrates, dulzura en los corales y dramatismo en las intervenciones del populacho. En síntesis, una lectura de gran calidad, que llegó a todos los espectadores de un Auditorio Nacional repleto y que premiaron con abundantes aplausos el excelente concurso de todos los intérpretes.