Ana Isabel Ballesteros Dorado: Manuel Bretón de los Herreros. Más de cien estrenos en Madrid (1824-1840)
por Jorge Barraca
Logroño: IER, 2012, (2 tomos: 769 y 796 páginas).
A pesar de que en la cubierta de los volúmenes aparecen exclusivamente sendos retratos del comediógrafo —uno serio, otro caricaturizado—, lo que puede llevar a pensar que el texto es una semblanza del autor y de sus obras, el contenido recoge mucho más: toda una rica y amplia panorámica de cada uno de los aspectos y las personas implicadas en los estrenos. Particular atención merece el apéndice en el que se ofrecen numerosísimos datos, inéditos en buena parte hasta la fecha, sobre cada actor que encarnó a alguno de los personajes en las primeras representaciones. A lo largo del libro, van descubriéndose las vidas, trabajos y decisiones de primeras figuras de la escena como Joaquín Caprara, Carlos Latorre, Concepción Rodríguez, Matilde Díez, los Romea, José García Luna, los Valero, y de otras consideradas secundarias, pero importantes también, como Jerónima Llorente o Concepción Velasco; las de personajes del momento conocidos por uno u otro motivo, como Gaviria; las de escritores y periodistas como Modesto Lafuente, Enrique Gil, José María Carnerero, Ventura de la Vega. Particularmente, ocupan lugar relevante, por sus implicaciones teatrales, las relaciones entre el comediógrafo, costumbrista de la escena, y Larra, costumbrista de la prensa.
Las tres obras más conocidas de Manuel Bretón de los Herreros, Marcela o ¿A cuál de los tres?, Muérete y verás y El pelo de la dehesa fueron estrenadas en el periodo de tiempo que abarcan los dos tomos. Para su análisis se revisan las opiniones publicadas anteriormente por los distintos investigadores y se completan con el examen de los manuscritos originales, las anotaciones sobre las correcciones impuestas en ellos por los censores, los cambios efectuados a raíz de las críticas de amigos y críticos.
Pero, además, en este libro se estudian una a una el resto de las más de cien obras en las que este autor trabajó a lo largo de dieciséis años, y se aportan numerosos datos sobre las circunstancias que rodearon su concepción y su estreno: la evolución en las políticas teatrales en cuanto administración, censura y formación de compañías, detalles referentes a los actores y sus ensayos, las escenografías, qué público asistió a las primeras representaciones, qué dijeron los críticos, suerte corrió cada pieza en los años siguientes, qué opinión han merecido a los especialistas de los siglos XX y XXI.
Así cabe entender que Manuel Bretón de los Herreros adaptó desde el principio su propio talento y su ingenio a las condiciones del mundo teatral, a una época en que en España fue fracasando una corriente neoclásica que nunca atrajo mucho público y una moda romántica que fue imponiéndose y cuyas técnicas él fue uno de los primeros en poner en práctica. Se observa también que fue aprendiendo recursos traduciendo a Scribe, Molière, Lebrun, refundiendo a Calderón o Lope de Vega y observando las aptitudes de los actores y las reacciones del público. Junto a los paralelismos y reminiscencias de obras debidas a estos autores, también supo encontrar el modo de crear fórmulas teatrales propias, una forma personal de historiar y reflejar la realidad de su época con salidas jocosas ante cualquier situación, expresadas en rimas que siempre parecían superar un nuevo reto.
La lectura del libro, igualmente, da razón de las obras consideradas perdidas por no conocerse ejemplares ni ediciones de ellas; permite entender que Bretón de los Herreros se reutilizó a sí mismo, aprovechó lo salvable de sus fracasos, rehizo diversas obras prohibidas por los censores, hubo de aguardar con mayor o menor paciencia a que se estrenaran muchas y en ocasiones la espera supuso no ver en los escenarios alguna traducción por haberse pasado la moda neoclásica.
En conclusión, un libro definitivo sobre el mayor comediógrafo del siglo XIX español, que reflejó con humor las costumbres y los avatares sociales y políticos de su tiempo, y una aportación inigualable para el conocimiento de nuestra historia teatral.