Cartier en el museo Thyssen-Bornemisza
por Julia Sáez-Angulo
Sorprende que un museo de prestigio como el de la Fundación Thyssen-Bornemisza y una firma de alta gama en joyería como Cartier no hayan optado por un comisario experto en joyería, español, francés o internacional, para comisariar la exposición que tiene lugar en el museo de la Fundación Thyssen en Madrid. ¿Protagonismo, economía o falta de acuerdo con un historiador experto?.
Guillermo Solana, comisario y director artístico de las colecciones del Thyssen confesó en la presentación de la muestra (se hurtó la rueda de prensa a los periodistas), que cuando empezó a preparar la exposición no tenía ni idea de joyas, ni siquiera sabía que los diamantes se engarzaban. Ha ido aprendiendo durante los dos años de curaduría, algo que choca, ya que según el representante de Cartier la exposición es ambiciosa y se ha pensado para la mirada de los expertos. Al comisario le asisten Paula Luengo, coordinadora de Exposiciones del Museo Thyssen-Bornemisza y Jorge Varela, diseñador. Dicho esto cabe decir que la selección de las 420 piezas de Cartier, entre joyas de todo tipo, tabaqueras, frascos de perfume, relojes y otros objetos, se muestran en un montaje espectacular que convierten al museo en un joyero de urnas blindadas.
Préstamos de la Casa Real Española y de Mónaco
La Casa Real española ha prestado la gran tiara de la Reina Victoria Eugenia hecha por Cartier, firma proveedora de la Real Casa, por aquiescencia del rey Alfonso XIII. A ella se suman, en la misma urna de cristal, algunas piezas como un pequeño reloj, con la bandera de España o un colgante de espejo, pertenecientes a S.A.R. la Infanta doña Pilar de Borbón. Esta vitrina queda algo escorada y quizás hubiera merecido un lugar más destacado en medio de las otras tiaras pertenecientes a casas reales o principescas, entre ellas las de Mónaco o Bélgica.
La muestra recorre el camino de la firma de joyeros franceses desde su fundación en París en 1847 a nuestros días y se caracteriza por una versatilidad que va desde el clasicismo de los comienzos a nuestros días. Toda una sucesión de metamorfosis o estilos que han tenido su máximo esplendor en la época del art decó y que ha tocado Oriente de distintas sugerencias, como Japón, China y sobre todo la India.
En total un recorrido de 165 años de creatividad que nos llevan por una sucesión de formas y materiales, de piedras preciosas o nobles, que marcan también el gusto de la aristocracia, la burguesía o las estrellas del celuloide, acorde con los signos de los tiempos. Hay numerosas piezas que son encargo de reinas o actrices femme fatal como María Félix. Sobresale el soberbio broche flamenco (1940) de la duquesa de Windsor, que sirve de portada y cartel de la exposición, la tiara Kokosnik (1911), el colgante estilo egipcio (1920), el broche tigre (1929) o la diadema Riceau (1910).
Solana agradeció especialmente a la baronesa Carmen Thyssen y a Somoneta Gómez-Acebo de Cartier España por su especial colaboración. La baronesa habló del diamante de 108 kilates que su marido el barón Henri Thyssen-Bornemisza adquirió de Cartier para Denisse, una de sus esposas anteriores y que no se muestra.
La exposición ha sido patrocinada por Telefónica. Caja Madrid, por mor de las circunstancias, ha desaparecido de la unión con la Fundación Thyssen, lo que evitará el incómodo desplazamiento obligado a las dos sedes de ambas entidades.