“1812 El poder de la palabra». Ensayo histórico
por Julia Sáez-Angulo
“1812 El poder de la palabra” es un estudio que une una treintena de prestigiosos investigadores y docentes universitarios españoles, europeos, iberoamericanos y estadounidenses, especializados en el liberalismo doceañista en América. El libro sigue de cerca la gran exposición que sobre la Constittución de 1812, “La Pepa” tiene lugar actualmente en la ciudad de Cádiz, sede de aquel parlamentarismo.
El volumen coeditado por Acción Cultural Española (ACE), el Consorcio para la conmemoración del II Centenario de la Constitución de 1812 y Lunwerg Editores con el patrocinio de la Fundación AXA, se ha presentado en la Secretaria de Estado Iberoamericana en Madrid, SEGIB. El libro está coordinado por el historiador Manuel Chust. Enrique V. Iglesias, director de la SEGIB, María Teresa Lizarauza, directora de ACE, Javier Ortega del citado II Centenario y Manuel Chust intervinieron para glosar el libro calificado como una aportación valiosa y singular en un aspecto menos tratado como es el de la presencia de diputados iberoamericanos en la Constitución de 1812. (Al señor Iglesias se le escapó el sintagma América Latina, que en aquellos años no había nacido aún para arrinconar a Ibero e Hispanoamérica).
Se habló del desastroso golpe de Estado del rey Fernando VII, de infausta memoria, que traicionó lo ideales de una constitución que habla de ciudadanos y libertades, de una constitución que quería pasar de una monarquía absoluta a una parlamentaria.
Recordemos los primeros artículos de la Constitución de 1812 (que sería copiada más tarde por países iberoamericanos y Suecia, entre otros): “La Nación Española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”; “La nación Española es libre e independiente”. Queda nostalgia de “La Pepa”, surgida el día de san José, de ahí su nombre, por su sentido de la dignidad de los ciudadanos, su filosofía de paz, su deseo de concordia en los valores comunes, en suma, en su deseo de poner al Estado al servicio de quienes más lo necesitan.
En su redacción se mezclaron voces, ideologías y acentos de la nueva realidad española, en un país como España que seguía en guerra contra los franceses. La Constitución de 1812 se puso antes en vigor en México que en España por su situación bélica. Los diputados novo-hispanos dieron un gran juego en la redacción de su articulado.