“Vida y muerte”, arte precolombino
por Alberto López Echevarrieta
Museum Aan de Stroom MAS, de Amberes, Bélgica. Colección permanente
Justo cuando se cumple el primer aniversario de su existencia, el Museum Aan de Stroom de Amberes, más conocido internacionalmente por el anagrama de MAS, ha hecho balance de su trayectoria con resultado altamente positivo. Uno de los factores que más ha influido ha sido el enfoque que se ha dado a este magnífico edificio que sirve como punta de iceberg para la regeneración de una zona portuaria muy degradada. La exposición “Vida y muerte en la América precolombina” constituye una de las bazas del éxito.
Chamanismo
La muestra está orientada hacia el espectador de una forma didáctica para que hasta el no iniciado pueda alcanzar un conocimiento básico si atiende a las instrucciones. Enmarcadas en atractivos escenarios, las figuras parecen emerger de la oscuridad proporcionando todo un espectáculo que alcanza el clímax con la ambientación musical y su propia importancia.
A través de una vestimenta realizada en paja y primitivos telares tomamos contacto con el chamanismo, cuyos titulares tenían la misión de contactar al hombre con la naturaleza superior. La palabra es de origen siberiano, pero sus principios y rituales son universales. En la cosmovisión chamánica, un árbol de la vida conecta el cielo, nuestro mundo intermedio y el submundo. Dentro de ese conjunto existe un equilibrio natural entre las personas, los animales, las plantas, la tierra, los planetas y el cosmos. Si esto se altera surgen calamidades, enfermedades y muerte. El chamán intenta averiguar la causa y recuperar el equilibrio.
La figura de este personaje no está relegada a épocas antiguas, ya que aún se da en comunidades pequeñas de áreas naturales apartadas. También hay chamanes en grandes ciudades dedicados, entre otras cosas, a la medicina alternativa y psicoterapia.
Incas, mayas y aztecas
Hace dos mil años que la civilización indígena más importante del Nuevo Mundo, la de los mayas, empezó a desarrollarse en medio de los trópicos, a igual distancia de América del Norte y América del Sur. Alcanzó su plenitud en la soledad y en la espesura de las selvas, desconocida por completo de las naciones europeas y asiáticas, así como de los indios primitivos del Norte. Incluso las tribus de las regiones vecinas raras veces penetraban a través de las tupidas selvas de los cerros guatemaltecos y de la península del Yucatán, donde vivía.
El antiguo imperio, que fue la época más brillante de esta civilización, empezó el año 317 y alcanzó su máximo desarrollo en el siglo VIII; es decir, cuando en Europa estaba Carlomagno uniendo el Occidente. Pero al llegar al pináculo de la gloria, este imperio empezó a debilitarse y acabó desapareciendo por completo. La población emprendió el camino de la emigración y se dirigió a las regiones menos densamente pobladas del Norte. En el siglo X, todas aquellas hermosas ciudades quedaron desiertas y abandonadas.
Para los habitantes de la América anterior a Colón, la vida y la muerte formaban un todo inseparable. Igual que en la naturaleza, la nueva vida podía surgir de la muerte. La vida y la muerte se mantenían en equilibrio: la una no podía existir sin la otra. En toda la América precolombina se pensaba que el cosmos se componía de tres partes: un mundo escalonado inferior y superior, y entre ellos el intermedio. Cada uno de los cuales mantenía diferentes estratos. El paso a los otros mundos no se podía hacer hasta después de la muerte. De ahí que los difuntos recibían honras fúnebres especiales.
Tras el descubrimiento del Nuevo Continente, los europeos se encontraron con objetos de épocas anteriores a su llegada que despertaron su interés y ambición. Por otra parte, todo lo procedente del nuevo continente era exótico y se coleccionó ávidamente. Incluso hoy, en las excavaciones que se realizan, se encuentran objetos que destacan por su belleza, la habilidad del artesano y los materiales utilizados.
Incas, aztecas, mayas… Fueron civilizaciones brillantes que duraron siglos y formaron grandes concentraciones, pero, a pesar de su esplendor, no pudieron luchar contra las fuerzas que les llevaron a la decadencia y más tarde a la ruina.
“Esta muestra –nos dice Carl Depauw, comisario de MAS- obedece a un plan preconcebido que fue fraguándose a lo largo de los cinco años que se tardó en levantar el edificio. La idea primitiva era concentrar los contenidos de otros museos para reubicarlos aquí, cada uno en una planta. Se tardó en encontrar la fórmula definitiva consistente en dotar a cada piso de una temática concreta. Exponemos las obras por ideas y por conceptos. “Vida y muerte”, es, sin duda, una de las que más han impactado al público.”.
MAS había previsto la asistencia de unos 250.000 visitantes a lo largo de su primer año de vida cuando en realidad han tenido un millón de personas. Sus responsables nunca llegaron a pensar en semejante tirón, aunque siempre creyeron que el edificio, obra del despacho holandés Neutelings Riedijk Architecten que fue seleccionado entre cincuenta y cinco propuestas de todo el mundo, iba a convertirse en el nuevo icono arquitectónico de la ciudad portuaria, al estilo de la Puerta de Brandemburgo en Berlín o la Torre Eiffel en París.
“Una de mis ambiciones personales, concluye Depauw, es mantener un museo en el que los visitantes no asistan como a una pinacoteca al uso, sino que sientan experiencias que afecten a todos sus sentidos. De ahí la especial escenografía que empleamos. No entiendo por otra parte que Helsinki haya rechazado la creación de un nuevo Museo Guggenheim. La decisión me ha parecido muy precipitada, ya que con el MAS se tardaron doce o catorce años para poder conformar el proyecto inicial. Creo que en Finlandia han primado motivos políticos y económicos”.
Una de las características de esta pinacoteca es su accesibilidad gratuita a las diferentes plantas y a la terraza superior desde la que hay magníficas vistas a la ciudad, el río y el puerto. Sólo se cobra la entrada a las distintas salas.