ORQUESTA Y CORO NACIONALES DE ESPAÑA (OCNE) TEMPORADA 2011-12
por Jorge Barraca
Aniversarios Gustav Mahler (ciclo I, concierto 13)
El último concierto del ciclo mahleriano nos ha regalado unas sesiones interesantísimas por obra de la epatante batuta de Nicola Luisotti. El director toscano se ha revelado como un extraordinario intérprete de Mahler, mostrando así que no es sólo un experimentado conductor de ópera, sino también un notable sinfonista. Sus gestos, aunque exagerados —al punto de dejarse caer, sonreír de oreja a oreja, semi-desvanecerse, poner cara de enfado, etc.— durante toda la Sinfonía nº1 “Titán”, no fueron gratuitos, sino que estuvieron permanentemente al servicio de una enorme intensidad sonora. De hecho, lograron que la Nacional inundara musicalmente la sala sinfónica del Auditorio y brillara también en las intervenciones solistas (clarinete, trompas, etc.) y, sobre todo, en una cuerda entregada, volcada, siempre intensa y expresiva. En fin, uno de esos conciertos que impacta y entusiasma, en especial cuando se logra en una formación como la ONE. Sólo cabría cuestionar una no tan pulida emisión de los metales, a veces menos matizados y limpios, y no equilibrados con el conjunto orquestal.
Con mucha más tranquilidad, Luisotti había ofrecido en la primera parte del concierto unos Kindertotenlieder muy idiomáticos, ideales de textura y con una justa intensidad para no tapar la voz poco voluminosa de Henschel. El barítono germano dio de nuevo muestras de su gran gusto y capacidad de matización. Su instrumento vocal no es grande, ni brillante y pierde homogeneidad y fuerza en los extremos, sobre todo en el grave. Sin embargo, compensa estas carencias con una interpretación refinada, mimada, en que cada sílaba es entonada con intención. Su visión de la negra obra mahleriana no es a día de hoy una referencia, qué duda cabe, pero tiene aportaciones interesantes.
En síntesis, un Mahler de referencia dentro del ciclo, y un director que habrá que seguir muy de cerca. Luisotti puede chocar en un primer momento, si uno se queda exclusivamente en su gestualidad, pero si se oye libre de prejuicios la música que extrae de la orquesta se revelará la brillantez de sus lecturas, su gran pulso rítmico y su capacidad para armar grandes estructuras sinfónicas. Además, no perdamos de vista que Gustav Mahler era un director también muy gesticulador, como revelan grabados y testimonios de la época.