Mª Pilar Queralt del Hierro: “Las mujeres de Felipe II”
por Alberto López Echevarrieta
Editorial Edaf, Madrid 2011, 263 páginas
Rastrear el siglo XVI en busca de datos que conformen la vida de un rey es un trabajo agotador, máxime si se quiere reflejar el aspecto amoroso del mismo. Felipe II ha pasado a la historia como un monarca frío y cerebral, dedicado en cuerpo y alma al control de sus dominios donde no se ocultaba el sol. La escritora María Pilar Queralt del Hierro, en su libro “Las mujeres de Felipe II” subtitulado “Deber y pasión en la casa del rey”, no sólo echa por tierra esa creencia popular, sino que nos descubre a un Felipe II galán y apasionado situado en la antítesis de lo que hasta ahora se nos ha comunicado del monarca.
La autora analiza no sólo la relación que tuvo con sus cuatro esposas, María Manuela de Portugal, María Tudor, Isabel de Valois y Ana de Austria, sino que incide en sus amantes Isabel de Osorio y Eufrasia Guzmán. Cada una de ellas, las legales y las otras, tuvieron una importancia esencial en la historia hasta el punto de que han sido piezas fundamentales en numerosas obras literarias e incluso cinematográficas. ¿Qué decir de la princesa de Éboli, una de las mujeres más intrigantes de su tiempo?
“La documentación se sustenta en los datos y el conocimiento adquirido a través de los años, señala su autora a ARTESHOY. El personaje de Felipe II siempre me ha fascinado por lo que tiene de enigmático, de oscuro… Siempre sospeché que tras su perfil “oficial” se escondía un hombre francamente interesante e incluso atractivo. De ahí que el acercamiento a su persona se basara en muchas y antiguas lecturas. No obstante, aquí se trataba de “hablar” de sus mujeres y sobre éstas la documentación era mucho más escasa, lo que ha convertido el proceso final en algo muy complejo pero sumamente gratificante”.
“Las mujeres de Felipe II” debe mucho a las biografías de Geoffrey Parker y de Henry Kamen que ya hablan del hombre oculto que se esconde tras la figura solemne del monarca. Fue esta lectura la que indujo a María Pilar Queralt a descubrir a ese otro Felipe II mucho menos conocido y, por otra parte, mucho más humano y accesible. Y junto al rey toda una serie de mujeres a cual más interesante.
“La verdad es que me resulta difícil decantarme por una de ellas. Pero quizás su madre, la emperatriz Isabel, es la figura que prefiero, indica la autora. Una mujer culta, refinada y capaz que, sin duda, forjó al hombre y al monarca”.
Unas y otras trataron de influenciar en su forma de gobernar. Tuvieron su poder, pero ¿cuál de ellas fue el verdadero amor de Felipe II?
“Tradicionalmente se ha dicho que Isabel de Valois. Por mi parte creo que no hubo un único amor. Isabel de Osorio fue la pasión; Isabel de Valois le permitió recuperar una juventud que no había vivido y Ana de Austria le dio una paz hogareña que solo había disfrutado en sus primeros años de infancia. No obstante, yo creo que sus dos grandes amores fueron su madre y su hija Isabel Clara Eugenia, que fue el mejor apoyo en su madurez”.
Tantos amores y amoríos podrían hacer pensar que estamos ante todo un “donjuán”, aún y cuando la historia, como he señalado antes, nos ha hecho ver que era poco menos que frío y calculador.
“Tanto como “donjuán”… Pero es cierto que fue un joven galante, aficionado a la buena vida y amante de las mujeres hermosas. Se le conocen buen número de aventuras y era un habitual de la vida nocturna de Bruselas durante su época de Príncipe de Asturias”.
A partir de ahora, ¿podemos decir que conocemos a otro Felipe II?
“Esa ha sido, desde luego, mi intención. Desvelar a un Felipe II diferente al que, como bien dice Henry Kamen, uno de los mejores estudiosos del rey y de su época, “ha languidecido en el reino de la mitología desinformada”.
Queralt del Hierro reconoce que llevar a cabo esta investigación le ha permitido reflexionar sobre esa cara oculta de la historia que es la intimidad de los grandes nombres. Una faceta oculta por las grandes hazañas pero que, sin duda, también influye en el devenir de la humanidad.
“No debemos olvidar que determinadas figuras históricas –como es el caso de Felipe II—han tenido un poder prácticamente omnímodo y por tanto su personalidad o sus circunstancias personales tenían una trascendencia tremenda”.
“Las mujeres de Felipe II” es posiblemente uno de los libros mejor editados de los últimos tiempos, no sólo por la calidad del papel, sino por las impresiones y la riqueza ilustrativa, porque si el rastreo de datos ha sido exhaustivo otro tanto debemos decir de sus ilustraciones y sobre todo de dos desplegables que son todo un lujo editorial. Dispone de una cronología inicial muy apropiada, transcripciones de documentos, un práctico índice onomástico y un estilo literario exquisito al alcance de todos los lectores. No es extraño que la obra haya merecido el IX Premio Algaba.
Imprescindible para entusiastas del género histórico.