“Tomás Meabe, una puñalada luminosa en la sombra”
por Alberto López Echevarrieta
Editorial Muelle de Uribitarte, Bilbao, serie “Bilbainos recuperados”, 235 páginas
Javier González de Durana, director del Museo Cristóbal Balenciaga en Getaria y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, acaba de publicar “Tomás Meabe, una puñalada luminosa en la sombra”, biografía de una de las figuras claves del socialismo vasco. El libro, profusamente documentado, ha tenido una larga gestión gracias a la cual se ha recompuesto la azarosa y corta vida –vivió 36 años- de un político y escritor que sólo dio importancia a sus ideas marcado por un romanticismo que le llevó a la cárcel, al destierro y finalmente a la tumba en medio de una impresionante penuria.
“Empecé el trabajo –señala el autor- leyendo los artículos que escribió en publicaciones como “La lucha de clases”, “Acción socialista” y “El coitao”, entre otras, y al final me encontré con un impresionante material que me perfiló claramente la personalidad de quien había escrito aquellos textos tan explosivos. Meabe, en sus textos, ponía mucho de su persona. Daba igual que se refiriera a una huelga obrera en Mongolia, porque él siempre la llevaba a su terreno, lo que ahora nos permite conocer muy bien su pensamiento”.
Tomás Bruno Meabe Bilbao nació en el corazón de las Siete Calles bilbaínas el 15 de octubre de 1879 en el seno de una familia de clase media que le infundió tales ideas nacionalistas que llegó a ser el delfín de Sabino Arana, a quien, con sólo 18 años, ya sustituía en actos públicos. La lectura de textos socialistas con ánimo de atacar a esta corriente política que entonces estaba prendiendo en Bizkaia, le produjo el efecto contrario. Abandonó la tendencia nacionalista que había asumido por herencia y, con un paréntesis en la masonería, abrazó la causa socialista cuando, a principios del siglo pasado y sobre todo en 1903, las huelgas mineras estuvieron a la orden del día en la cuenca del Nervión con enorme virulencia.
“En esta nueva etapa de su vida, Meabe tuvo un activismo muy destacado, pero no sólo contra la situación de miseria en que vivían las familias de los mineros, sino contra el clericalismo y el nacionalismo. Semejante postura le llevó a enfrentamientos con su familia que terminó por apartarle definitivamente de su lado, el exilio, la pobreza y las enfermedades. Fue también escritor, pero no llegó a completarse como tal. Se entregó tan ardientemente a sus artículos que desatendió su creación literaria. ¿Literato frustrado? Hay algo de verdad en ello, pero Meabe fue algo más que eso”.
Políticamente, Tomás Meabe no fue un chaquetero. No cambió por un interés que le benefició, sino todo lo contrario. El nacionalismo le había llegado impuesto por su familia, de ahí que la primera decisión libre la tomó a los 21 años apartándose de cuanto hasta entonces había creído y pasándose a un socialismo convencido. Eso sí, respetó siempre a Sabino Arana desde el distanciamiento político. Particularmente le preocupaba la muerte, Dios, el clericalismo, la religión….Dotado de un cierto atractivo físico, era un hombre que pertenecía a la cuerda de tenores de la Sociedad Coral de Bilbao, bailaba… Generaba mucho calor humano a su alrededor.
“Era arrollador en sus exposiciones, subyugaba con sus planteamientos y era incendiario en sus escritos. Miguel de Unamuno, Indalecio Prieto y Ramiro de Maeztu, que le hizo un retrato, fueron sus grandes amigos. Vivió con los artistas y al final de su vida éstos le echaron una mano.”
A partir de 1907, Tomás Meabe dejó la política y se dedicó a escribir en clave muy metafórica. Utilizaba las fábulas porque creía que eran muy bien aceptadas por los lectores. Sus artículos periodísticos no eran ladrillos ideológicos y nunca dejaban indiferentes a sus lectores. Hoy se le denominaría como “muy cañero”. “El subtítulo de “Una puñalada luminosa en la sombra” –señala González de Durana- es una frase que él escribió en un momento referente de su vida. Es algo que duele y es como un asalto en la sombra. Meabe fue como una cerilla luminosa que alumbra y en seguida se apaga. Los contemporáneos dijeron que esperaban más de él, pero su salud se lo impidió”.
Una de las ideas que tuvo Meabe fue la creación de un estamento que sirviera para difundir el idioma español en todo el mundo.
“Así se lo expuso a su amigo Luis Araquistain en una larga carta que, al leerla, me ha sorprendido, porque coincide en su planteamiento con lo que hoy es el Instituto Cervantes. Araquistain se lo dijo a Ortega y Gasset para que lo transmitiera a las autoridades competentes, pero Tomás murió al de unos meses, el 4 de noviembre de 1915, aquejado de tuberculosis, como su amigo Nemesio Mogrobejo. Fue en el Guadarrama en medio de una pobreza increíble”.
El libro que comentamos es fundamental para conocer a una figura fundamental en su tiempo. Fundó las primeras Juventudes Socialistas de España y en su rebeldía fue consecuente con sus ideas hasta un trágico final. La presente biografía se enmarca en una colección titulada “Bilbainos recuperados” que patrocina la Fundación Bilbao 700.