Jordi Esteva: Socotra, la isla de los genios
por Mercedes Martín
Atalanta, Barcelona 2011, pp. 256
Socotra pertenece a Yemen y está situada en el océano Índico, a doscientos cincuenta kilómetros de la costa más cercana, azotada por vientos que alejan los barcos o los destrozan contra la costa; ha vivido, sin embargo, el comunismo, como si no hubiera distancia alguna entre ella y el resto del mundo. Pero, hay viajeros que saben encontrar en su geografía realidades intactas, que ningún régimen económico, por injusto que fuera, ha podido disolver.
El autor de Socotra, la isla de los genios es Jordi Esteva, un viajero-escritor que va por el mundo buscando historias que contar acerca de lugares y culturas al borde de la extinción, antes de que se desvanezcan por completo. Su gesta es casi una labor de arqueólogo, artista y ecologista, todo en uno. Mundos exóticos, lejanos para el lector, son conservados cuidadosamente en pequeñas cápsulas del tiempo, que son los libros, las leyendas, las fotografías, las postales selladas en oficinas de correos imposibles. Sí, Socotra es un mundo imposible.
Pero para la imaginación del artista, es un mundo que ofrece maravillosas posibilidades de ensoñación fugaz y reconstrucción posterior, delante de la pantalla del ordenador. Después, una vez que ya ha tenido lugar el viaje, la experiencia irrepetible a orillas de mares de otro tiempo, mares a punto de extinguirse desollados por los cascos de los cargueros de las compañías petrolíferas, toma cuerpo en páginas memorables que el lector curioso sabe apreciar.
Allí, subsistieron las aves mitológicas más tiempo antes de extinguirse de la faz de la tierra y la flora de otras eras geológicas puede ser captada todavía por la cámara del fotógrafo. Son vestigios que han podido conservarse en una isla tan aislada del mundo como del paso del tiempo, tan protegida de las embarcaciones por vientos huracanados que retrasan el paso de la civilización globalizada. Sus gentes todavía hablan la lengua de la reina de Saba con acentos míticos y aún pueden convocar poderes mágicos, sobre cuya realidad o fantasía ya especulaban antiguos viajeros como Simbad, Marco Polo, Plinio el Viejo y Herodoto.
Jordi Esteva es el viajero del tiempo que, desafiando las leyes más sofisticadas de la física, ha podido acercarse a Socotra, subir a sus cumbres, hablar con sus gentes, fotografiar su paisaje imaginario y contarnos, con las palabras de un escritor consolidado, historias que los pocos expedicionarios que han conseguido poner el pie en tierras tan remotas se han llevado consigo. Socotra, donde todavía hay árboles de incienso y mirra, dragos, de savia rojo sangre, y quimeras como el ave Fénix y el ave Roc que sólo pueden encontrar los niños en los cuentos. Socotra, donde el planeta conserva su memoria intacta. Socotra tan remota como misteriosa, nos espera en las páginas de esta novela documental, reportaje amoroso de un viajero entusiasta, un hombre de mundo, un narrador voraz.
El autor confiesa que esa isla maravillosa que, sin embargo, aún pueden experimentar viajeros con el alma especialmente inclinada a la leyenda, es de algún modo símbolo recuerdo, único tesoro que trae el tiempo, cuando se lleva todo lo demás.