Belén Elorrieta: Pintura
por Julia Sáez-Angulo
Galería Alfama. Madrid, Mayo-Junio 2011
Hace la pintura que quiere y ama lo que hace. Eso se aprecia en cada cuadro de Belén Elorrieta (Madrid, 1962), una fauvista entusiasta del color, discípula del académico Luís García Ochoa y admiradora de la escuela francesa, dentro de una saga de aprecio por las escenas domésticas y de niños, siguiendo la fértil saga de Mary Cassat, Berthe Morissot, Marie Laurencin, Luz de Alvear…
La pintora, licenciada en Bellas Artes y perteneciente a la Escuela de Pintura de El Escorial, expone actualmente en la galería Alfama de Madrid, después de haberlo hecho anteriormente la galería Argar de Almería. La trayectoria artística de Belén Elorrieta es una constante in crescendo.
“Los temas son siempre un pretexto para el color”, afirma Elorrieta, “incluso los paisajes urbanos los manipulo a mi gusto para que se adapten al motivo del cuadro. Por ejemplo, esa bonita plaza de Pontevedra que he utilizado como lugar en el que situar a los niños jugando al corro”.
Su abuelo paterno era de Bermeo (Vizcaya) y los paisajes del norte y del mar le atraen especialmente. Bilbao y Santander son motivo icónico de sus cuadros actuales, donde los barcos se balancean en el puerto. Los títulos “Ciudad” o “El gran puerto” no aluden a las citadas capitales aunque la pintora se haya inspirado en ellas. “Quiero dejar libertad de visión e interpretación. Me gustan las construcciones antiguas y las chimeneas; me ayudan a construir el cuadro”.
El capítulo definitorio de los niños
Elorrieta ha llevado también acuarelas a la exposición –es la segunda ocasión en que lo hace- y en ellas abundan las marinas. “Trabajar la acuarela tiene otro ritmo y otros presupuestos. Disfruto haciéndolas”, afirma la pintora. Rojos intensos en diálogo y tensión con los verdes, morados, blancos y azules se alternan en ritmos vivaces dentro de los cuadros. La alegría y locura del color tiñe la figuración al antojo de Belén Elorrieta. Una pintura cremosa y sensual que transmiten gozo y paz al mismo tiempo.
Los niños son un capítulo fundamental de la pintura de Belén Elorrieta. Como madre de familia, utiliza a sus hijos y amigos de sus hijos para componer escenas varias en la casa o en el parque. “Nunca hago retratos de los niños que tomo como modelos; solo tomo sus poses y formas como inspiración para componer la pintura”. En este último repertorio vemos jóvenes maternidades, niña con palomas, dos niños jugando en la fuente del parque; niño con cordero; madre con dos niños paseante por el puerto… Son figuras pictóricas, ensimismadas, con cierto sabor de mural, que en nada se acercan al romo realismo. Son pintura/pintura. Oleos sobre lienzos que acogen un dibujo esquemático y sugerente con bandas de color.
Artista reconocida por la intensidad de su color, Belén Elorrieta reconoce que su pintura siempre tiene buena acogida entre los coleccionistas. “No me puedo quejar, pese a los tiempos de crisis. He vendido en Almería y también en Madrid”. En estos tiempos, eso ya es mucho.