Oro sagrado. Arte prehispánico de Colombia
por Alberto López Echevarrieta
Museo de Bellas Artes de Bilbao, del 6 de junio al 4 de setiembre de 2011
Doscientas cincuenta y tres piezas procedentes del Museo del Oro del Banco de la República de Bogotá componen la exposición Oro sagrado. Arte prehispánico de Colombia que actualmente se pude ver en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. La muestra, dividida en seis secciones temáticas, ofrece una extensísima gama de objetos de orfebrería, tales como máscaras, pectorales, collares, pendientes y brazaletes. No faltan tampoco elementos cerámicos y otros en los que se ha utilizado la piedra como elemento fundamental.
La exposición está compuesta por una serie de elementos de valiosísimo interés antropomórfico, al tiempo que constituye una idea aproximativa del inmenso legado que guarda el museo propietario de los mismos, cuyos fondos rondan las 34.000 piezas de oro pertenecientes a las culturas calima, sinú, malagana o tolima, muisca, quimbaya y tairona, entre otras.
Se dice que los dos mil años comprendidos entre el 500 antes de Cristo y la conquista española fueron decisivos para la metalurgia de la zona geográfica comprendida en lo que hoy conocemos como Colombia. Las fábricas trabajaron febrilmente en la elaboración de objetos de adorno y de ofrenda a los dioses con muy variadas representaciones de figuras geométricas, personas y animales.
Utilizaron para ello oro, cobre y tumbaga, una liga metálica muy quebradiza, compuesta de oro y de igual o menor cantidad de cobre. En las piezas así conseguidas por aquellos prehispánicos se fundían elementos con representación sagrada y profana de una belleza tal que su descubrimiento sirvió para alimentar la leyenda de El Dorado.
Una visita a la primera sección de la muestra bilbaína nos permite hacernos una idea de cómo trabajaron aquellos artesanos del metal y qué técnicas emplearon en la fundición hace 2.000 años, bien a la cera perdida o por granulación. Ya entonces utilizaban el platino, metal con el que Europa empezó a trabajar en el siglo XVIII.
La segunda sección se centra en las ofrendas en oro que los prehispánicos hacían a sus dioses: Máscaras, figuras que arrojaban a las aguas, objetos procedentes de ritos… Hay un recuerdo involuntario hacia aquellos planos que Carlos Saura nos ofreció en su película El Dorado, donde se impregnaba a un nativo con polvo de oro a la hora de hacer un sacrificio. En ambiente separado encontramos todo lo referente a la fauna de la selva con unas sesenta y cinco piezas que representan animales reales, tales como lagartos, jaguares, caracoles, serpientes… En todos y cada uno de los ejemplares se aprecia el especial cuidado que tenían los artesanos en los más nimios detalles.
En la cuarta sección se halla la otra parte de la fauna animal, los seres mitológicos o fantásticos en los que el hombre tiene una parte fundamental, posiblemente derivada de la influencia que ejercían los brujos de las tribus sobre aquella sociedad. Así, junto a esa mezcla del hombre-pez o del hombre-jaguar tenemos al hombre-pájaro con una insistencia que hace pensar en el interés que ya aquellos pobladores tenían por volar.
Muchos de los objetos que aquí se pueden ver tienen más de dos mil años de antigüedad y de ahí que llamen poderosamente la atención las formas de muchas de las piezas que se contemplan en la sección quinta, donde parece imperar el modernismo.
Finalmente, y como broche obviamente de oro, en la sección sexta, topamos con todo un tratado geométrico a juzgar por las figuras que se exponen en las que prima la geometría cargada de simbolismos que nos acerca al culto que sentían sus orfebres por el espacio, el sol y las estrellas sobre todo. Oro sagrado es una muestra impresionante que nos adentra en culturas que fueron eliminadas en nombre de la civilización. Lo que aquellos orfebres aportaron fue una obra que nos habla sin palabras de sus creencias, de su filosofía, de sus relaciones… Y todo de forma anónima conformando un tesoro cultural que ahora, cuando lo vemos, nos deja asombrados.