“Los dos mundos de Kristio Nikolov”
por Julia Sáez-Angulo
Centro Riojano de Madrid. C/ Serrano, 25
En España se lo considera uno de los mejores y más riguroso pintor de iconos. El búlgaro Kristio Nicolov, residente en Madrid desde hace casi dos décadas expone actualmente su obra en el Centro Riojano de Madrid, bajo el título “Los dos mundos de Kristio Nikolov”, en la que muestra sus dos áreas de trabajo artístico. La inauguración contó con la presencia del embajador de Bulgaria en la capital de España, coleccionistas y diversas figuras del mundo de la cultura.
Atrás quedó su primera exposición en Madrid, patrocinada generosamente por el empresario mexicano/español Plácido Arango, cuando Kristio Nikolov (Plovdiv. Bulgaria, 1950) era un desconocido empeñado en que los españoles conocieran y apreciaran el difícil y exigente arte del icono. Fue un gesto que no olvidaré jamás”, dice el artista, que además de pintar ejerce la docencia como medio de difundir sus conocimientos sobre el icono y relacionarse con los otros.
“La pintura es un acto muy solitario, exigente y absorbente, requiere una concentración máxima para ofrecer toda la perfección posible en cada obra”, explica Nikolov en la exposición. “Hay veces que paso varios días encerrado en el estudio, sin salir para no dispersar mi mente de lo que estoy haciendo. Con frecuencia trabajo miniaturas que requiere mucha atención y lupa para lograr el máximo expresivo –siempre sereno- del icono”, añade.
La singularidad del trabajo de K. Nicolov es su rigor y fidelidad a la hora de pintar. Conoce la tradición de que el artista de iconos ha de observar una actitud ascética, incluso mística, de entrega, ayuno y oración. Él es fiel a la escuela búlgara, que junto a la rusa, la griega y la siriaco/libanesa son las más reconocidas de la Iglesia oriental. No olvidemos que el Museo Alexander Nevski de la ciudad de Sofía alberga una de las mejores colecciones históricas de iconos, de la que el autor búlgaro ha bebido siempre.
Las obras de este artista son todas ellas sobre piedras como pizarras, calizas, alabastros… también sobre algunas piedras nobles como las ágatas de diferentes colores para sus miniaturas, algunas de las cuales descienden a joyas en forma de colgantes o medallas, en las que el pan de oro se hace más presente. Algunas clientas de la realeza internacional lucen sus piezas y las regalan a sus nietos, refiere Nikolov con orgullo.
Un santoral extenso de Oriente y Occidente
Además de la figura de la Virgen y el Cristo Pantocrator, los ángeles y santos como san Miguel, san Gabriel, santa Bárbara, santa Parasqueva… Nikolov no se limita al santoral de Oriente, también le gusta hacer por encargo algunos santos de la iglesia cristiana occidental. El Centro Riojano cuenta con un espléndido san Bernabé sobre una bellísima y desgastada piedra verde, que dialoga con el fondo del cuadro. Llama la atención un soberbio Crucificado sobre una pizarra que refleja con claridad del mapa de África. “Mi sueño está ahora en hacer un gran icono sobre una piedra fragmentada que, en su conjunto, alude al mapa de Bulgaria. Sería una obra importante, de dos por tres metros, que requiere cierto tiempo y energía por lo que la voy aplazando, pero la llevaré a cabo en cuanto pueda”, explica K. Nikolov.
Pigmentos naturales, polvo de mármol, en suma pintura al huevo, que requiere una practica y aplique inmediato pues no puede guardarse para el día siguiente, son los pigmentos intensos y casi eternos del icono que exige un equilibrio total y conciliador de soporte y pintura.
Al artista le gustaría que cada cual tuviera el icono personal de su onomástica, “eso le daría el valor de algo propio y digno de transmitirse en familia por generaciones, como sucede en Bulgaria, Rusia… El icono se enriquece con el paso el tiempo. Es una obra de arte que condensa belleza y misticismo al mismo tiempo”, explica el autor.
La pintura contemporánea sobre lienzo, tabla o cartón, es otra actividad que K. Nikolov se permite para relajar su mano y su mente de la tensión y exigencia del icono. Figuración suelta y sobre todo abstracciones terrosas y minerales, definen esta obra que lleva títulos como “Alma quemada” o “Recuerdos de Egipto”. Son trabajos en técnica mixta, en los que el collage es frecuente.