Picasso, grabador
por Alberto López Echevarrieta
Sala BBK, de Bilbao. Del 15 de marzo al 30 de abril de 2011
Setenta obras de diferentes épocas componen la exposición Picasso, grabador que se puede ver en la Sala BBK, de Bilbao, y que componen la trayectoria del genial artista malagueño en una técnica utilizada también por Goya, Fortuny, Carlos de Haes, Ricardo Baroja, José Gutiérrez Solana, Joan Miró, etc. por citar a algunos de los grandes creadores españoles. Las piezas que se exhiben pertenecen a coleccionistas particulares y al Museo de Cerámica de la localidad gala de Vallauris, donde Picasso vivió en la década de los años 50. Medio siglo de creación de Picasso está representado en obras como Les trois femmes (1922), un aguafuerte sobre zinc y que es la pieza más antigua de las que se exhiben; Portrait Jacqueline o La danse des faunes, dos de sus más características litografías.
El grabado es una de las más antiguas formas de expresión artística y desde siempre una técnica fundamental. De una forma o de otra, usando madera o metal, esta práctica ha sido empleada por casi todos los artistas, sobre todo por todos aquellos que han querido multiplicar y difundir sus imágenes, ya que ha sido durante muchos siglos la única forma de llevarlo a cabo. Su elaboración es compleja, ya que el artista no posee el control directo y constante de la obra, como el pintor o escultor, sino que utiliza el revés con lo que la dificultad se multiplica.
Para lograr una estampa de calidad es necesario dominar la técnica. A lo largo del último siglo hemos tenido en España notables grabadores, como Juan Espina y Capo, Carlos Verger, Manuel Castro Gil, Julio Prieto Nespereira… Nombres que van unidos al Grupo de los Veinticuatro del Círculo de Bellas Artes de Madrid y cuyos trabajos en paisajismo y regionalismo costumbrista son espléndidos.
Picasso fue uno de los pintores que siempre se sintió atraído por el grabado. En la década de los años 20 adoptó esta técnica sin mucho convencimiento, abordando entonces una temática variada que en muy pocas ocasiones podremos definirla como estampa. Posiblemente fue un reto a sabiendas de las contrariedades que se le iban a presentar en la realización. En 1924 dio a conocer Cuatro litografías que llaman la atención, como poco después los dos volúmenes ilustrados con aguafuertes para ilustrar publicaciones del joven editor Albert Skira que se publicaron en 1931. La litografía, creada por Senefelder en 1796 para reproducir una partitura musical, se convirtió pronto en una de las más adecuadas a la mentalidad del siglo XIX para la ilustración de libros y revistas. En este formato podemos ver hoy La Femme au fauteuil, en la que el artista, con cinco colores, compuso una inolvidable obra de pequeño tamaño.
Las ilustraciones para textos de muy diferentes autores permitieron al de Málaga que interpretara de forma muy particular todo el mundo clásico que se le ofrecía. Cuando leyó cómo Balzac contaba la historia de un veterano pintor que había dedicado buena parte de su vida en reflejar la belleza femenina, consideró que estaba ante uno de los relatos más hermosos que jamás se había escrito. Se creyó predestinado a participar con sus grabados en la reedición de la obra con resultados óptimos.
La actividad como grabador de Picasso se incrementó en los años 40 y 50 ofreciendo entonces dos obras maestras, cuales son las ilustraciones Buffon (1942) y La tauromaquia (1959). Más tarde, durante la primavera y el verano de 1968, llevó a cabo una actividad intensa con esta técnica, realizando nada menos que 347 grabados en poco más de doscientos días. Se dice que en una sola jornada llegó a grabar hasta siete láminas de cobre. Es el tiempo de las series Picasso trabajando y la ilustración del libro La Celestina, su última ilustración literaria. En la presente exposición se hace un recorrido por las distintas técnicas que el artista malagueño utilizó en sus grabados. Para Martine Soria, comisaria de la muestra, Picasso trabajó muy bien tanto el grabado a punta seca como el linograbado, sin olvidar los aguafuertes, las aguatintas y las litografías: “Dominó todas las técnicas gracias a un interés innato y a los experimentos que realizó en uno y otro sentido, por lo que hoy puede decirse que es uno de los más grandes maestros del grabado universal”.
La muestra ofrece la posibilidad de descubrir uno de los aspectos menos conocidos de un hombre que destacó en todas las facetas artísticas plásticas de su labor creadora. Entre el arte y la artesanía, Picasso, grabador constituye una oportunidad muy provechosa para conocer también algunos carteles anunciadores de corridas de toros celebradas en Vallauris y varias cerámicas que vieron la luz en esta localidad francesa.