Chardin (1699–1779)
por Julia Sáez-Angulo
Museo del Prado. Madrid. Del 1 de marzo al 29 de mayo de 2011
Es un maestro de la pintura francesa, maestro de muchos artistas que han seguido sus enseñanzas. El Museo del Prado presenta ahora 57 pinturas de Jean Siméon Chardin (París, 1699-1779), a quien se le atribuye un silencio especial en sus naturalezas muertas y bodegones. El comisario de la muestra es Pierre Rosenberg, director honorario del museo del Louvre en París.
Entre las obras más destacadas se pueden ver “La raya”, procedente del Museo del Louvre, una de sus pinturas más célebres y entre los bodegones de los años 30 figuran “Un pato con cuello verde atado a un muro y una naranja amarga” y “Naturaleza muerta con una jarra de loza y dos arenques”. En España sólo hay tres cuadros del artista y están en el Museo Thyssen-Bornemisza. Dos de ellos se incluyen en la muestra del Museo del Prado: “Gato con trozo de salmón, dos caballas, mano y mortero” y “Gato con raya, ostras, jarro y hogaza de pan”.
Chardin describió su forma de pintar cuando dijo que «uno se sirve de los colores, pero pinta con el pensamiento», lo que le hizo plasmar imágenes muy distintas a las de otros grandes de su época como Watteau, Boucher, Fragonard o David.
Chardin nació y murió en la capital francesa, donde residió toda su vida. Pintaba despacio, buscaba la perfección y su producción es escasa, apenas 200 obras. Disfrutó de éxito y de reconocimiento en vida y, posteriormente, Cezanne, Matisse, Picasso, Morandi y Lucien Freud lo consideraron un maestro.
Dos franceses en el Paseo del Prado
La exposición del Prado sigue un orden cronológico atravesando los aspectos más destacados desde los inicios de la vida artística del pintor, en la segunda mitad del siglo XVII, hasta los pasteles de los años 70. Con esta muestra son dos los maestros franceses que se dan cita en el madrileño Paseo del Prado: Gerôme en el Museo Thyssen y Chardin en el Museo del Prado. Aunque Italia es la patria de la gran pintura, Francia también goza de buenos maestros antes de su gran explosión con las vanguardias históricas. Ver ambas exposiciones es una buena ocasión para repensar la pintura.
Con motivo del bicentenario de Chardin se ha revisado y estudiado su obra y ello se recoge bien en el catálogo que el Prado ha llevado a efecto.