Daniel Tamayo. Fabulario
por Alberto López Echevarrieta
Museo de Bellas Artes, de Bilbao. Del 14 de marzo al 12 de junio de 2011
Veintiséis pinturas de mediano y gran tamaño realizadas por Daniel Tamayo (Bilbao, 1951), se exponen en el Museo de Bellas Artes, de Bilbao, con el patrocinio de Iberdrola. Estos óleos, que en su mayor parte se muestran al espectador por primera vez, muestran un universo fantástico compuesto por cientos de figuritas muy en la línea que han definido al artista durante la última década.
Para Alicia Fernández, prestigiosa analista de arte vasco, este artista, al que califica como un creador excepcional dentro de la escena figurativa moderna, “ha logrado como pocos construir y representar un universo singular plagado de imágenes e iconos, procedentes tanto de su fértil devenir mental como de su entorno más cercano, ya sea éste real o imaginado, o una mezcla particular de ambos. Entre la realidad y la ficción, sorprende su habilidad para fabular historias con una apariencia ingenua pero contenidos firmes, para contar sucesos, acontecimientos próximos o asuntos propios, que surgen desde una actitud noble, muy sincera y personal”.
De la arquitectura a la pintura
Daniel Tamayo confiesa que la presente exposición tiene una importancia especial para él, ya que fue en este mismo museo donde, a los doce años y casi furtivamente, vio por primera vez pintura seria en directo, algo que marcaría su vida. A finales de la década de los años 60 inició estudios de aparejador para, tras una breve experiencia como dibujante publicitario, dedicarse por entero a la pintura. Entre 1969 y 1970 vivió en Barcelona donde estudió Diseño, Dibujo y Pintura para pasar luego a Londres y París donde su carrera quedó perfectamente definida. De regreso al País Vasco formó parte de la primera promoción de la entonces recién creada Escuela de Bellas Artes de Bilbao que más tarde se convertiría en Facultad universitaria.
Alicia Fernández, perfecta conocedora de la trayectoria del artista, asegura que Tamayo es uno de los más importantes representantes de aquella escuela pictórica. Tras su formación académica, el pintor compatibilizó el desarrollo de su carrera artística con la docencia convirtiéndose en profesor del área de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, labor que desarrolla en la actualidad.
La exposición
Las obras que integran esta exposición demuestran la compleja capacidad expresionista del artista. Sus cuadros tienen resonancias en el mundo antiguo, en la época más tradicional de la pintura, en esos óleos que reflejan historias, universos imaginarios, ficciones… No en vano su título de “Fabulario”.
“Muchos de los diseños que aparecen aquí están inspirados en cosas que yo veo en diferentes fuentes. Puede que haya algunos que sean identificables, como el tren infantil Thomas que aparece en primer término del cuadro que figura en el cartel anunciador, pero la verdad es que no he sido consciente de ello a la hora de pintarlo. En principio, cada uno de los elementos de mis cuadros están diseñados posiblemente a partir de una idea no propia, pero eso no significa que no tengan su versión real”, señala el artista.
La obra de Tamayo se circunscribe en los planeamientos de la postmodernidad. Posiblemente el óleo sobre lienzo titulado Cosmología acrobática (193 x 235 cms.) y realizado en 2009, sea uno de los más significativos. Utiliza elementos como elefantes, payasos, acróbatas, torres, títeres, helicópteros, guitarras… De parecido temario es Urdaibai: jauntxoen epopeia (193 x 193 cms.) realizado a continuación del anterior. En ellos forma un conglomerado en el que se acusa una preferencia del creador por el mundo del circo.
“Es difícil evaluar el tiempo que me ha llevado hacer toda esta obra, nos dice Tamayo. Durante esta década he estado trabajando tanto en esta serie de formato grande como en otra que titulé “Bambalina” de tamaños más pequeños. También pinté una amplia colección de acuarelas”.
En la actualidad, el artista maneja mentalmente la posibilidad de reflejar en sus próximos trabajos arquitectura fantástica. Pretende crear ciudades despobladas de figuritas centrándose más en la estructura en la línea geométrica de Lorenz Stoer.
“No sé si lo llegaré a hacer, asegura Tamayo, porque la mente es muy caprichosa y puede llevarme por otros derroteros, pero estoy animado a trabajar en esa línea. Sería una labor casi arquitectónica, porque diseñaría los propios edificios para luego colocarlos. Bilbao sería una ciudad fantástica”.