Jean-Léon Gérôme (1824 – 1904)
por Julia Sáez-Angulo
MuseoThyssen-Bornemisza. Madrid. Del 15 de febrero al 22 de mayo de 2011
Creador de imágenes bellas para cierta burguesía que las buscaba, el pintor Jean-Léon Gérôme fue criticado en su tiempo por la crítica porque las inquietudes plásticas y estéticas del realismo y el impresionismo pugnaban con fuerza y ruptura ante un estilo ya decadente, si bien los coleccionistas norteamericanos buscaron sus cuadros. Un total de 60 obras entre pinturas y esculturas componen esta exposición figurativa peculiar, comisariada por Guillermo Solana, Laurence des Cars, Dominique de Font-Réaulx, Édouard Papet, Scott Allan y Mary G. Morton. Un proyecto conjunto del Museo d´Orsay de París y el J. Paul Guetty Museum de los Estados unidos, que quieren revisar la pintura de un artista después de su última monográfica hace 30 años.
Después de algunos cuadros sobre sus inicios, la exposición comienza con la Visión Griega de Gérôme, en línea con los neo-griegos, ya que el artista era heredero de Ingres y Paul Delaroche. El amanerado cuadro de “Jóvenes griegos poniendo unos gallos a la pelea”, llamado también “Pelea de gallos” es el máximo exponente de este apartado.
En la visión de Oriente que no podía faltar en el orientalista siglo XIX, Gérôme deja bellas estampas como Oración en la mezquita” (1871), “Vendedor de alfombras en El Cairo” (1887), “Vendedor de pigmentos” (1891) o el cuadro titulado “La puerta de la mezquita El – Hassanein en El Cairo, en la que se expusieron las cabezas de los beys inmolados por Salek-Kachef (1866)», en las que parece que el pintor llevó a cabo cierta venganza sobre los críticos, “cortándoles la cabeza y pintando sus retratos” al pie esa puerta.
Escultura policromada y fotografía como ayuda
La historia es tema clave de la pintura en el XIX y de Gérôme, junto a la mitología. El artista no escapa a ello y pinta cuadros como “Edipo” (1886); “Ave Caesar, morituri te salutant” (1859); «Recepción del Gran Condé por Luís XIV» (Versalles, 1674) 1878), el delicioso “Luís XIV y Molière” (1862) o la “Audiencia a los embajadores de Saim en Fontenebleau” (1864) son ejemplos notables de este apartado. Roma y Francia son los temas preferidos del pintor. En escultura, en su mayor parte policromada, vemos el expresivo “Busto de Belona” (1892) en bronce, cristal y porcelana; “Tanagra” (1890), en los mismos materiales; la “Bailarina con aro” (1890); el retrato de Sarah Bernardt (1895) y “La jugadora de bolas” (1901), una suerte de Atalanta singular, buenos ejemplos de la tercera dimensión en Gérôme.
Lean-Léon Gérôme es un preciosista que se ayudó de la fotografía para realizar sus cuadros, nada reprochable porque supo trascender la muleta de la imagen previa. Émile Bayard escribió en 1902: «La Fotografía, que en estos últimos tiempos ha hecho singulares progresos, ha obligado a los artistas a despojarse de la vieja rutina y de las viejas fórmulas. Nos ha abierto los ojos y nos ha obligado a mirar lo que antes nunca habíamos visto, con lo que le ha prestado al Arte un notable y valioso servicio. Gracias a ella la Verdad ha salido por fin del pozo y no volverá a caer en él”. La alusión se refiere al cuadro titulado “La Verdad saliendo del pozo armada con su azote para castigar a la humanidad” (1896).
Curioso el fondo de las paredes de la exposición. El azul de la primera parte no parece favorecer en exceso la pintura.