Robert Longo: Mysterious Heart (Corazón misterioso)
por Mariano de Blas
Galería Soledad Lorenzo. Madrid 11 de enero-20 de febrero 2011. http://www.soledadlorenzo.com
El artista Robert Longo (Brooklyn, NYC. 1953) pertenece al grupo “Pictures Generation” que irrumpió en la escena neoyorquina de finales de los setenta, entonces dominada por el Minimal y el arte conceptual, junto a los primeros vídeo artistas que el New Museum casi ininterrumpidamente exhibía, entonces cerca de Union Square. Estos chicos “cool”, aparecían como un grupo radical precisamente por volver algunos a la pintura y todos a la imagen figurativa. Combinaban elementos del Pop, el interés por la semántica del conceptualismo, relacionando su trabajo con el consumismo, la ideología política y el género. Una mezcla de creación con cultura mediática, en la línea que inició Andy Warhol.
Esta relación del arte con las manifestaciones de los medios de masas, permitía desarrollar una teoría post conceptual del arte. Pero además, era un discurso visual que se entroncaba con la moda. Al relacionar moda y arte, se podría entroncar a una aproximación del arte de la escuela de pensamiento denominada “estudios visuales”, en donde el arte pierde su autonomía, incluso su identidad, para sólo ser entendido dentro de un entorno global cultural en donde todo cuenta y pertenece.
Desde este perspectiva, el arte se bajaría del pedestal, para convertirse, en este caso, en una suerte de “pintura total expandida”, jugando a relacionarlo con el concepto de Rosalind Krauss de “La escultura en el campo expandido” que apareció en la revista October en 1979. Un aparente acercamiento del arte que apuesta por una cultura popular democrática incitadora al pensamiento, pero que sin embargo, no era más que una de tantas manifestaciones del arte para las élites, aquellas que adquieren objetos valiosos de marca.
Un repertorio de obras fáciles de asimilar y moldear, como el chicle o los anuncios publicitarios. Esto no resta valor al trabajo de estos artistas, sino que su temática, figurativa e ilustrativa de lenguajes visuales aceptados, le hace parecer más entendible a primera vista al público en general. Finalmente, el movimiento se ha consagrado definitivamente bajo la definición de “Post-Modern Romanticism” en la exposición “Pictures Generation 1974-84”, en el Vaticano del arte Moderno del presente, el Museo Metropolitan de Nueva York, ahora en mayo 2009. Sus nombres era los pintores David Salle, James Welling, o Robert Longo, y también Barbara Kruger, junto a fotógrafos como Cindy Sherman, de vídeo como Jack Goldstein, escultores como Nancy Dwyer, o inclusdo una artista total como Sherrie Levine. Todos alejados de la factura neo expresionista que surgió en los ochenta.
En este contexto, Rober Longo comenzó trabajando con personas vestidas a la moda estereotipada del mundo de las oficinas y de los ejecutivos. Lo mostraba como en una revista ilustrada, de ahí un cierto aire retro, cercano al “revival” de los 50’s, pero en los años ochenta de grandes hombreras. En su primera serie, sus “Men in the cities” (hombres en las ciudades) aparecían en posturas distorsionadas, dentro de enormes formatos alargados de casi dos metros y medio de altura, que a muchos les recordaban a personas bailando en un bar de copas, después de salir del trabajo (como en tantas películas norteamericanas se ha vito). Las imágenes claramente tomadas de fotografías, se presentaban en un medio clásico, dibujos a carboncillo sobre papel muy detalladamente trabajados. Todo el conjunto de medios técnicos de Longo desde entonces se ha servido de herramientas tradicionales, además del carboncillo, del lápiz de carbón, de grafito, tinta y témpera. Su trabajo se ha configurado desde el principio como una reconstrucción de unos medios tradicionales del dibujo mostrados como pinturas, es decir, obras más definitivas, en un formato grande que invade el espacio del espectador y por ello alejado del carácter íntimo del dibujo, que suele manejarse en formatos más pequeños, auque suela incluir en sus exposiciones formatos pequeños a modo de estudios de las obras mayores.
Estos primeros personajes de “Men in the cities”, se vestían y visten, con el estudiado clasicismo de los ejecutivos, pero que se mueven en la más absoluta de las modernidades de la estética y la tecnología del mundo de los negocios del capitalismo. Sus sincopadas posturas, parecían atrapar la imagen de una danza de locos (acaso, “Locos conduciendo a ciegos” del Rey Lear Shakesperiano), lo que permitía una lectura también subversiva de su narración visual.
Desde entonces el trabajo de Longo se ha definido por una serie de narraciones visuales de diferente contenido descriptivo, manteniendo técnica y formato invariables. La crítica norteamericana ha señalado que su temática se ha “refinado” para hacerse mas “intrínseca al medio que ha escogido”, pero no se alcanza a entender a qué refinamiento se refiere.
Es por lo que se puede comprender la obra de Longo, como la de otros artistas que perseveran en un lenguaje que dominan, en el que se sienten confortables, como una variación narrativa de sus obras, englobadas en series sustentadas en un repertorio temático agrupado y relacionado en un momento dado.
La galería Soledad Lorenzo presenta ahora la tercera exposición de Longo. En este “Mysterious Heart”, se muestran trabajos de la misma serie que la exposición titulada “Surrendering the Absolute” (“Entregándose al Absoluto”), en su galería de Nueva York, Metro Pictures, en mayo de 2010. Las dos anteriores en Soledad Lorenzo se titulaban literariamente también, “Intimate Immensity” de 2008, y “Lust of the Eye” (El Deseo del Ojo) de 2003. Títulos retóricos resonantes de significados, “Surrendering the Absolute” podría ser entrega o rendición al Absoluto, “Lust of the Eye”, deseo, pero incluso también lujuria del ojo. Y ahora este “corazón misterioso”, en donde no aparecen corazones, por lo que las imágenes podrían estar referidas a un significado oculto que apela a nuestros sentimientos y a lo representado. Lo más inmediato sería tratar a las tres exposiciones en Soledad Lorenzo mediante una alusión a la temática: la de 2003, bombas atómicas y rosas rojas; la de 2008, caras y satélites. En esta del Mysterious Heart, tres enormes rostros femeninos con Burka, ese casi dos metros y medio de altura con que trabaja desde sus primeros trabajos; tres interiores, de una catedral gótica, de una mezquita y de una sinagoga, de más de tres metros de argo cada una; y un tigre en una jaula, más dibujos en blanco y negro y en color en pequeño formato, hasta completar 27 obras, incluyendo una instalación.
El análisis de ésta, como en las anteriores exposiciones de Longo, se apoya en tratar la iconografía de las imágenes presentadas, constatando su permanencia en la misma técnica de siempre, sobre papel, con carboncillo, lápiz, etc. Con una iluminación y perspectiva propia de la imagen fotográfica, que el artista traspone, con laborioso detalle, al dibujo. Las mujeres del “burka” tratan de la mirada atrapada en un rostro que se oculta y que, desde la perspectiva occidental, se juzga negativamente, por lo que de opresor conlleva hacia la mujer. Como las tres perspectivas arquitectónicas son el interior de un espacio religioso, parece tener una relación con las similitudes espaciales de las tres religiones y la peculiaridad de esta versión musulmana en el modo en que se ha de presentar a la mujer, sin hacerlo extensible a todos los musulmanes. Al colgar unos enfrente de otros, los tres paisajes interiores parecen invitar a la relación, mientras que las mujeres con el “burka” y el tigre enjaulado se relacionan con la inclaustración de seres vivos. Longo no sabe que ese tigre puede recordarnos a algunos, la vieja Casa de Fieras del Parque del Retiro madrileño, que ahora parecería fuera lugar bajo los criterios del zoológico moderno, pues es lo mismo con el “burka” en el siglo XXI, algo moral y éticamente inaceptable.
Es natural que se haya definido el trabajo de Longo de los últimos años, como de más contemplativo a diferencia de las crispada “danzas de los malditos” de sus primeros trabajos del “Men in the cities”. Se ha escrito que este artista busca momentos que evocan trascendencia, para ello él se apoyaría en los juegos de luces que permiten los matizados tonos de claroscuro del carboncillo y el lápiz, con sus contrastes entre el negro intenso y el blanco de luz, bajo una sinfonía de grises. Ese estudio de la luz, esta loa al análisis mimado de los tonos, bajo unas formas bien definidas por la línea exacta, haría las delicias de las manchas con las que estudian, y, sobre todo, estudiaban, los estudiantes de los primeros cursos de las academias y facultades de bellas artes, con sus inefables y difíciles exámenes de ingreso con estudios de modelos de escayola en papel Ingres de 100×70 cm. Como quiera, toda esta técnica para una iconografía exacta en los detalles del dibujo del tono en claroscuro, se puede entender y así mostrar, mediante un oportunismo retórico hermenéutico, como una reacción “a una sociedad de consumo rápido”. Incluso la nota de prensa de la galería madrileña, relaciona el uso del carboncillo con el revelado de la fotografía, citando al mismo Longo: “El dibujar a partir de fotografías es una manera de reclamar las imágenes que nos pertenecen”. Se ha podido sugerir incluso, que si pusiéramos música a esto sería un Richard Wagner y si se filmara un Fritz Lang.
En su reciente exposición neoyorquina, jugando con el término de “Entrega al Absoluto”, H. Halle, señalaba que efectivamente era blanco y negro, lo que podría ser una ironía, una ambigüedad que en realidad no hay. Unas piezas que nos recuerdan que finalmente nuestra percepción del mundo es la iluminación teatral de la moda.