Restauraciones en el Museo de Bellas Artes de Bilbao
por Alberto López Echevarrieta
El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha presentado las restauraciones llevadas a cabo durante el año que ahora finaliza gracias al patrocinio de la firma comercial El Corte Inglés dentro del programa de cooperación “Zaindu-El Museo restaura” iniciado hace dos décadas. La labor realizada durante este tiempo ha sido calificada como determinante para la correcta catalogación de cada obra y el conocimiento del modo de trabajar de su autor, que es tanto como decir que es imprescindible para un mejor conocimiento científico de la colección del museo.
La obra cumbre de este año ha sido el Retrato del cardenal Francisco Javier Gardoqui, un óleo sobre lienzo de grandes proporciones -249,5 x 172 cms.- pintado en 1816 por José de Madrazo (Santander, 1781- Madrid, 1859) y que constituye una de las joyas de la pinacoteca bilbaína. Según José Luis Merino, director del departamento de restauración, se le han eliminado los parches que se le han puesto al cuadro a lo largo de su dilatada vida quedando como el artista lo plasmó. La obra es merecedora de este trabajo dada la importancia de su autor, un gran especialista en temas históricos y notable retratista – es célebre el retrato ecuestre que le hizo a Fernando VII-, que llegó a ser una figura muy notable del neoclasicismo español. A estas cualidades artísticas hay que añadir asimismo las revolucionarias mejoras que introdujo en el plan de enseñanzas de la Academia de San Fernando. Por otra parte, el retratado, Francisco Javier Gardoqui (1747-1820), fue un notable bilbaíno, hijo de una familia de comerciantes de la Villa, que alcanzó el grado de cardenal dentro de la curia vaticana. El Ayuntamiento de Bilbao le encargó este retrato a Madrazo que se valió de un busto al pastel tomado del natural que se conserva actualmente en el Museo del Prado.
La obra parece ser que ha sido restaurada en dos ocasiones con mejor o peor fortuna. Fueron limpiezas, reparaciones de rotura del lienzo, retoques en los puntos donde se había perdido la pintura… El tiempo se encargó de hacerlas visibles. En la restauración actual se han retirado los parches, se ha limpiado de la suciedad acumulada, de barnices oxidados, y de repintes no originales. Finalmente se ha procedido a la reintegración cromática y al barnizado definitivo. El momento ha sido aprovechado para ponerle al lienzo una protección trasera que amortigüe vibraciones.
Aurelio Arteta (Bilbao, 1879-México D. F., 1940) es un pintor muy vinculado a la capital vizcaína, no sólo por ser su lugar de nacimiento, sino por la temática de su obra y su trayectoria vital. En sus cuadros mezcla con verdadero acierto la tradición y la vanguardia. Se formó en París e Italia y perteneció al grupo novecentista de la revista Hermes y llegó a ser el primer director del Museo de Bellas Artes de Bilbao en dos ocasiones, la última abortada por el inicio de la guerra civil que le llevó al exilio en México donde murió. Dos de las pinturas que hizo para el Palacio Munoa, en Barakaldo, Al mercado y Sardinera sentada, forman parte de un grupo que constituía una alegoría de los alimentos de la tierra y el mar. Estos óleos sobre lienzo estaban bastante oscurecidos por la suciedad ambiental, sobre todo el segundo. Ahora se les ha limpiado y enmarcado de nuevo siguiendo las últimas técnicas de conservación.
La maternidad (1895), un yeso pintado original de Nemesio Mogrobejo (Bilbao, 1875 – Graz, Austria, 1910) también ha entrado en el lote de restauraciones del programa “Zaindu”, principalmente porque la obra tenía una capa de suciedad y grietas con retoques de una restauración antigua en la que se le había virado el color original. Estos detalles y otras pequeñas pérdidas y erosiones en la policromía, han sido superados mediante una limpieza superficial y la reintegración cromática que oculta las grietas. De esta forma, la obra de este escultor bilbaíno tan vinculado al simbolismo primero y al naturalismo después, puede contemplarse con el lucimiento de su estreno.
También se han restaurado dos obras de Andrés Nagel (San Sebastián, 1947), Amigas de Bilbao (1980) y Galeristas madrileños en Benidorm (1982), dos piezas en fibra de vidrio, poliéster y otros materiales que poseían un denso estrato grisáceo de suciedad ambiental que alteraban su cromatismo original. La primera de ellas tenía incluso daños en la tela. Ambas han sido sometidas a un tratamiento de limpieza quedando como nuevas.
Las restauraciones han alcanzado asimismo a doce dibujos y “gouaches” realizados por el artista catalán Joan González (Barcelona, 1868-1908) a principios del siglo pasado en París. Estaban sucios y habían quedado amarillentos. Algunos, incluso, tenían restos de materiales de montajes anteriores y pegotes, cuando no desgarros. Gracias a “Zaindu” se han podido limpiar ambas caras de cada uno de los dibujos realizados en origen con carbón sobre papel. También se han corregido las deformaciones, eliminando principalmente las tiras adhesivas y las manchas que dejaron. Un nuevo montaje mejorará su conservación en el futuro.