JOHNNY CASH: Songwriter (Universal)

Al igual que ha sucedido con otros ilustres de la música, tenía que aparecer algún álbum póstumo de Johnny Cash. Este disco de once canciones compuesto por él mismo fue grabado por Johnny Cash en 1993 en los estudios LSI de Nashville y se quedó sin editar cuando firmó con American Recordings. Lo interesante de Songwriter es que es un disco que Cash grabó justo antes de la más grande resurrección musical de las últimas décadas, cuando grabó los discos que le redimieron con Rick Rubin, justo a partir de 1994.

Ahora, esas canciones que eran poco más que unas maquetas han sido actualizadas por su hijo John Carter y el productor David ‘Fergie’ Ferguson, habitual en los trabajos de Cash durante más de tres décadas. Finalizadas en 2023, cuenta con músicos como Vince Gill (quien pone la voz en “Poor Valley Girl”) y Dan Auerbach (de The Black Keys, contribuyendo con una guitarra blues en “Spotlight”), y otros que ya habían tocado anteriormente con Cash, como el guitarrista y cantante Marty Stuart, el contrabajista Dave Roe y el baterista Pete Abbott (Average White Band). También se escucha al desaparecido Waylon Jennings, quien grabó en el 93 voces en “I Love You Tonite” y “Like a Soldier”.

De los once temas que incluye, solo dos se dieron a conocer posteriormente a 1993, concretamente en el primer álbum que Rick Rubin le produjo a Cash tras su contracto con American Recordings. Son “Drive On” y “Like a Soldier” y aparecieron en el disco American Recordings de 1994. Por su parte “Have You Ever Been to Little Rock?” parece un plagio de “Games People Play” de Joe South. En su conjunto, sus hechuras entroncan bastante con lo que venía haciendo Cash durante su travesía del desierto de finales de los 80, ignorado por casi todos, aunque ya aventuraban algo de la desnudez y el carácter grave de lo que tendrían sus grabaciones posteriores, reforzado aquí por una producción que parece haber querido hacer de puente entre ambas épocas.

JACK WHITE: No Name (Third Man Records)

Recientemente, el viernes 19 de julio, el nuevo álbum de Jack White fue añadido a las bolsas de aquellos clientes que compraron algo en las tiendas que regenta con el nombre de Third Man Records en Detroit, Nashville y Londres. A las pocas horas publicó una nota que decía: “Distribúyelo”. Y, poco después, lo colgaba en una carpeta de Google Drive disponible para todo el mundo.  Podría compararse con los lanzamientos guerrilleros de Sault o, algo más peligroso, el álbum gratuito que regaló U2 en iTunes en su día y que acabó dañando su imagen.

Pero no. No este el caso para alguien que ya se había caracterizado por otros movimientos sin parangón en el mundo de la música: incorporó cien copias del segundo single de su proyecto paralelo The Upholsterers en muebles tapizados (solo se han descubierto dos por ahora), hizo giras con dos bandas (una masculina y una femenina que tocaban según decidía a última hora), grabó un single que a las cuatro horas estaba en las tiendas, batiendo todos los parámetros anteriores, dio un concierto de una sola nota cuando estaba en The White Stripes… Y cuando el Libro Guinness no reconoció sus récords por ser “demasiado triviales”, los definió como una “organización elitista que no hace nada científico”.

“Nada en este mundo es gratis”, canta Jack White en la primera pista de este disco sin nombre y sin títulos para las canciones. “Al menos no para mí”, continúa, una observación que no le impide ofrecer este trabajo de forma gratuita. Aunque, al final, lo que de verdad cuenta es que No Name suena como el truco musical más emocionante, urgente y ruidoso de Jack White en años. Con guitarras candentes, sin duda lo reconciliará con aquellos seguidores que despreciaron el extraño viaje barroco de Boarding House Reach en 2018 o la deriva progresiva y experimental de Fear of a Dawn en 2022.

También hay bastantes referencias -conscientes o inconscientes- a The White Stripes, sin caer en la trampa de la nostalgia. Además, White regresa a su propia esencia, con guitarras que brincan como un equipo de sementales rugientes y canciones que basculan entre Led Zeppelin, Shellac y los propios The White Stripes. Esta entrega maníaca hace que por fin parezca que se siente liberado de todas las reglas y flagelos de la industria musical. “Si Dios está demasiado ocupado, me bendeciré”, se felicita en la quinta canción. Y al oyente no le queda otra que sentirse igual y especialmente bendecido.

KASPER BJØRKE: Puzzles (Hfn Music)

Con su anterior disco en formación de cuarteto, Mother (2022), Kasper Bjørke se entregó por completo a los tonos neoclásicos y ambientales, más calmados y circunspectos. A esto le siguieron dos EP en solitario. Ahora, el versátil y fértil productor nativo de Copenhague les da continuidad con Puzzles, un álbum que pretende ser un homenaje al sonido de Nueva York de principios de la primera década de este siglo, todo ello aderezado con su acostumbrado toque de producción electrónica escandinava.

Ya en el corte inicial, “Corridor of Dreams” -versión de Cleaners From Venus-, Bjørke trabaja con algunos invitados desconocidos, como el trío islandés de folk onírico Systur, más Sisy Ey y Oilly Wallace, para desquitarse con un sonido sensual que incluye mucho piano, saxofón, percusión y un bajo descuidado. A continuación, el danés nos invita a una discoteca espacial psicodélica en “Ugle (Drømmen Om Møn)”, con Oilly Wallace, para, después, en “So Much”, combinar sonidos de los 80 con la voz conmovedora de Woolfy.

“Tears We Haven’t Cried”, que cuenta con la voz invitada de Toby Ernest, es más bien un tema nostálgico y relajado, mientras que “Save Me”, en la que se puede escuchar a Ernest junto con Oilly Walace, vuelve a surcar las esferas siderales. Desde luego, no dejan de suceder distintas cosas en su disco más informal y relajado que sus seis discos anteriores en solitario, después de formar parte de formaciones como Filur, Superbacon, The Mansisters o Kasper Bjørke and His Frienly Ghost.

No obstante, no todo resulta igualmente interesante, como sucede con el ejercicio electro demasiado rutinario de “Le Trois” o, sobre todo, la versión falta de cualquier inspiración de “Love My Way” de The Psychedelic Furs, en la que Jacob Bellens pone las voces. El enérgico instrumental “I Was There”, por otro lado, apenas deja una impresión duradera. Y en “Club Paradisco” intuimos que podía haber llegado más lejos si Bjørke hubiera dejado un tanto de lado su fórmula habitual.

AURORA: What Happened to the Heart? (Decca-Universal)

Estamos en abril de 2022, en medio de la gira del cuarto álbum de la noruega Aurora, cuando esta lee una carta escrita por activistas indígenas que le cambia la vida. Titulada “Somos la Tierra”, pide una revolución, una respuesta colectiva al calentamiento global, para “curar la tierra”. En ella hablan de los seres humanos como conectados “a través de nuestro corazón” y de la tierra como “el corazón que late dentro de nosotros”. La carta le impulsa a hacerse una pregunta: “¿Qué pasó con el corazón?” Comienza a estudiar libros sobre anatomía humana, buscando entender cuándo y por qué la cultura occidental perdió contacto con el propósito más profundo de nuestro órgano más vital.

Esa carta resultó ser el punto de partida de un álbum especial, el más catártico y personal de los cinco que ha editado hasta el momento, según ha reconocido. Y dentro de ese concepto entran diversas preocupaciones, como en “Your Blood”, con el telón del conflicto de Gaza como fondo, o en “Some Type of Skin”, en la que analiza la necesidad de paz en el mundo. Como antes, en su caso, hay temas de paisajes sonoros flotantes y otros de canciones pop rotundas y brillantes. En ocasiones, ambos se unen para dar forma a sus mejores momentos, como en el citado “Your Blood”, “Earthly Delights” o “Invisible Wounds”.

Si desde hace un tiempo se viene hablando de la desaparición del formato LP, Beyoncé, Taylor Swift o la propia Aurora lo desmienten con álbumes con un concepto detrás y de larga duración: el de la noruega también pasa de la hora y contiene 16 temas. Y el hecho de que haya una idea y un mensaje detrás, con su habitual predilección por experimentar y no seguir el camino más fácil, refuerza su mezcla de folk etéreo y electrónica bailable, de introspección y euforia, con su hermosa voz en el papel protagónico.

VARIOS: The Greatest Night Bossa Nova (Universal)

El domingo 8 de octubre de 2023, en el Carnegie Hall de Nueva York, tuvo lugar un concierto homenaje colectivo al recital que en 1962 había tenido lugar en ese mismo escenario y que había dado a conocer la bossa nova al público de aquella ciudad, extendiéndose después por medio mundo. En esta ocasión, 2.700 personas asistieron a la presentación.

Esa actuación estuvo encabezada por el cantante, compositor y actor Seu Jorge, acompañado por Daniel Jobim, nieto del compositor Tom Jobim, quien actuó en el histórico concierto de 1962 y compuso el éxito mundial de la bossa “Garota de Ipanema”, la segunda canción más grabada en la historia de la música después de “Yesterday” de The Beatles.

Ese concierto se edita ahora, y en él se pueden escuchar también a un selecto elenco de artistas invitados, incluido el legendario Roberto Menescal, quien repetía su actuación de hace más de seis décadas, el talentoso Carlinhos Brown, la británica Celeste y la fascinante Carol Biazin, oriunda del estado de Paraná.

Seu Jorge se luce en la interpretación de “Só danço samba”, junto a Daniel Jobim. En “Samba de verão” (de Marcos y Paulo Sérgio Valle), Carol Biazin aparece acompañada por Roberto Menescal, quien también se asocia con Celeste para hacer  “How Insensitive”, la versión de “Insensatez”, de Jobim y Vinicius de Moraes. Por su parte, Alaíde Costa hace suya “Sabe você”, en uno de los platos fuertes de la noche. Aunque si hay un momento por encima de todos, ese es cuando Carlinhos Brown y Thiago Pugas retoman el tema “Manhã de Carnaval”, demostrando que el percusionista y sambista puede hacer gala de una intensa sensibilidad.

THE MYSTERINES: Afraid of Tomorrows (Fiction-Universal)

Con su debut en el 2022, Reeling, grabado durante el confinamiento, la banda inglesa de veinteañeros formada por Lia Metcalfe (voz), George Favager (bajo), Callum Thompson (guitarra) y Paul Crilly (batería) recorrió medio mundo. Había en aquel disco elementos del grunge de los 90 y del rock alternativo de ahora, guitarras pesadas, voces poderosas y temas oscuros.

El segundo de los de Liverpool álbum busca distanciarse -relativamente- de su precedente, alejándose del concepto que el público puede haberse hecho sobre la banda. En esta ocasión, la premisa parece haber sido que menos es más, o sea, dejar más espacios y que las canciones respiren, en lugar de cargarlas de solos o instrumentación. Y, por su parte, su cantante y compositora Lia Metcalfe se ha centrado en las experiencias de los últimos meses para escribir desde un punto de vista más personal, buscando imágenes perturbadoras o provocadoras.

Sus referencias se acercan ahora más a Leonard Cohen, Sparklehorse, Tom Waits o PJ Harvey, libros como El museo del amor de Steve Winer o la fuerza visual de la cinta de terror de animación chilena La Casa Lobo, para tratar sentimientos de pérdida y paranoia, miedo y dolor, o sea, los grandes traumas de la vida. Aunque siguen mostrando lazos con el sonido que los dio a conocer, avanzan hacia un futuro más interesante y puede que incluso más prometedor.